Un día después que el país vio como el Gobierno de Gustavo Petro le daba un entierro controvertido a la reforma política, la cual fuera unas de sus banderas de campaña, el presidente del Senado, Roy Barreras, uno de los principales socios del mandatario, envió una serie de mensajes en donde además de hacer un mea culpa, pidió cabezas.
“Venimos ganando el partido por goleada en el primer tiempo (aprobamos el semestre pasado todas las reformas), y nos hicimos un autogol con la reforma política iniciando el segundo tiempo, pero hay mucho tiempo todavía para que se acabe el partido”, escribió Barreras a través de su cuenta de Twitter.
El congresista lo complementó diciendo que “el equipo del cambio (la coalición), debe ir a camerinos, no agredirse internamente, hacer algunos cambios y jugar el partido que espera Colombia: El reclamo por un país más justo y en paz nos une. La solución al estallido (la bronca en la cancha), son las reformas sociales serias”.
Barreras se refería a lo que le viene pasando, en primer lugar, al Pacto Histórico y luego a la coalición de Gobierno con la que llegó el Presidente en julio pasado barriendo en el Congreso, pero que en el presente ya no parece ser tan contundente como en la legislatura pasada, cuando le aprobaron, sin mayor problema la ley de Paz Total, la reforma tributaria y los presupuestos general del 2023 y el de regalías.
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Gracias a esa arrasadora aplanadora que tenía Petro, no se evidenció en diciembre pasado la grieta que abrió el trámite de la reforma política, un proyecto que desde que fue radicado generó controversia y que con el paso de los días y los cuatro debates (primera vuelta por ser reforma constitucional), quedó a la merced de que le metieran varios ‘micos’ que lo llevaron a que esta semana se hundiera.
Entre esos beneficios, estaba la posibilidad de que los congresistas pudieran ser ministros, que se fueran al Gobierno y volvieran al Legislativo en donde tendrían su curul.
Además de la ventaja de que las listas cerradas mantendrían a los parlamentarios que quedaron de las elecciones de 2022 para las de 2026, con lo cual también se dejaba de lado la promesa de la equidad de género.
Esos ‘micos’ se incluyeron con el aval del propio petrismo y hoy, meses después, cuando se iba a comenzar el quinto debate, la senadora María José Pizarro evidenció un distanciamiento con el senador Barreras, quien incluso llegó al cargo de presidente de la corporación porque fue impuesto por el propio Gustavo Petro.
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“Mi postura sobre la reforma política es que no estoy de acuerdo con la ponencia de Roy Barreras, solo apoyo una reforma política progresista: listas cerradas y paritarias garantizando la participación de las mujeres, financiación 100 % estatal de las campañas y solo jueces pueden limitar derechos políticos”, dijo Pizarro días después de que Barreras, en su condición de ponente, firmó los cambios que llevaron al hundimiento de la reforma.
Fortaleció a la oposición
La división en el círculo petrista logró fortalecer la estrategia de la oposición, la cual además de cuestionar las reformas de Gustavo Petro, encuentra en ese distanciamiento una manera más para apoyar la tesis de que las mayorías del primer periodo de sesiones parecería que no tendrán la misma fuerza de acá a junio, cuando cierran las ordinarias.
El entierro de la reforma política está antecedido por un claro debilitamiento de la alianza con los tres partidos que le dan la fortaleza a la coalición mayoritaria: el Liberal, el Conservador y la U.
Un primer campanazo lo dieron con su rechazo a la reforma a la salud que radicó el Gobierno, para lo cual montaron un sindicato para modificar la propuesta del Ejecutivo.
Y pese a que se había logrado un principio de acuerdo, hasta el momento no parece cercano que los tres socios políticos del Mandatario acuerden un texto unificado de reforma a la salud para llevarlo a la discusión en el Legislativo.
De hecho, ese parecería ser el escenario en el que se moverán el resto de las reformas sociales: la laboral y la pensional, porque al menos en la primera, hasta el momento, los conservadores anunciaron que se apartarán, mientras que los liberales preparan dos documentos al respecto.
Para el analista John Mario González, lo que está pasando en el Congreso podría llevar a que se configure un nuevo escenario político nacional.
“Tal está siendo el desconcierto político, la falta de gobernabilidad y la carencia de viabilidad de las reformas que el Gobierno nacional propuso, que en Colombia se está gestando una nueva realidad política y por ello el LEgislativo debe replantear los acuerdos políticos alcanzados en julio de 2022 y renegociar unas nuevas mayorías”, señaló González.
De su lado, el también analista Andrés Fandiño sostiene que esa crisis es, en parte, porque se ha perdido la confianza: “La reforma política generó un golpe de confianza en la coalición de Gobierno y lo vimos cuando agregaron los ‘micos’. Quedó debilitado el Ejecutivo con su gobernabilidad, porque se rompió algo tan importante como es la confianza”.
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Agregó que “el Gobierno está jugando con fuego, en el sentido que si no concerta las reformas y no es claro a la hora de los pactos, será muy difícil que las reformas le resulten. Hoy en día el Congreso no es tan fácil como antes, está lleno de activismos, de debates fuera de profundidad y es más expuesto a lo que buscan las redes sociales para ver quién grita más, eso le hace mucho más daño a la Administración y la lleva a perder credibilidad”.
A su vez, González observa otro problema que enfrenta el Presidente: “El cambio ofrecido por el Gobierno ha terminado siendo un cambio sin dirección, un volador sin palo, y por ello el Congreso debe renegociar unas nuevas mayorías que incorporen a partidos como Cambio Radical y Centro Democrático y que le añadan algo de sensatez a la agenda de reformas pendientes en el país”.
Consideró, además, que “la reforma política nunca tuvo sustancia alguna, ninguna propuesta de fondo, sino que también, muy probablemente, se hundan otras propuestas de reforma que han demostrado su inviabilidad, improvisación y la capacidad de daño, como la reforma laboral, entre otras”.
Lo cierto es que por ahora vienen menos de cuatro meses en los cuales el Ejecutivo deberá lograr tramitar reformas tales como la de salud, pensional y laboral, además de dos proyectos que han sido presentados como fundamentales para la Paz Total, la reforma carcelaria o de humanización carcelaria y la ley de sometimiento a grupos de delincuencia diferentes a las guerrillas.
El Plan Nacional de Desarrollo, que es la ley clave para la hoja de ruta del Gobierno Petro, aunque ya arrancó con la aprobación en las comisiones económicas esta semana, tuvo un duro revés para el mandatario, porque le tumbaron la mayoría de las facultades extraordinarias que pedía al Congreso y la negación a crear fondos especiales.
El paso de los días solo mostrará cuáles serán las victorias y las derrotas que tendrá el Gobierno en el Congreso de la República.