Aunque falta más de un año y medio para las elecciones presidenciales de 2020 en Estados Unidos, Donald Trump ya arrancó con paso firme su campaña para la reelección.
Bajo el lema “Keep America Great” (mantengamos América grande), Trump hizo oficial el martes pasado su aspiración a continuar cuatro años más en la Casa Blanca, aferrándose a su discurso antiimigrante, su ofensiva contra los demócratas y la prensa, y resaltando el buen momento de la economía que atraviesa su país.
El acto fue más una formalidad porque Trump tramitó los papeles para presentarse a la reelección el primer día de su Presidencia, en 2017, y se ha mantenido en campaña.
Lea también: Trump arranca campaña de reelección para el 2020
Aunque sus niveles de popularidad no son los mejores y las últimas encuestas lo ponen por debajo del exvicepresidente Joe Biden y del senador Bernie Sanders, dos de los más cercanos aspirantes a ganar las elecciones internas del partido demócrata, Trump tiene vientos a favor que podrían ponerlo de nuevo en el primer cargo de los Estados Unidos.
La realidad es que en las últimas décadas lo usual ha sido que el presidente en funciones gane su segunda elección. Fue el caso de Bill Clinton, George W. Bush y Barack Obama. Pero también es cierto que en la historia del país, pocos de los que han sido reelegidos han tenido una aprobación tan baja como la de Trump, menos del 48 %.
“No es fácil ganarle a un presidente en ejercicio en Estados Unidos. A pesar de que funcionan los pesos y los contrapesos y hay garantías para el contendor, ganar no es tan sencillo, en especial, a un Presidente que tiene una economía más o menos funcionando, aunque esto no sea fruto de su gestión”, dice el analista internacional y profesor de la Universidad de la Sabana, Juan Nicolás Garzón.
En efecto, Trump tiene las cifras de la economía de su parte. El país se encuentra en una época de bonanza como no se veía hace 20 años.
“Que la economía esté andando, de alguna forma, es algo que favorece mucho al Presidente, normalmente esto es interpretado como una garantía para la reelección. No es el periodo de la historia más increíble que ha tenido la economía, pero tiene una dinámica interesante”, indica Garzón.
A esto se le suma, dice el analista, que los demócratas “todavía tienen mucho que definir en la medida en que hay más una veintena de candidatos que están tratando de buscar el aval del partido Demócrata y eso va a tomar tiempo”.
El internacionalista Enrique Daza agrega que no hay un liderazgo claro de los demócratas, “entonces van a desgastarse en una pelea interna durante un tiempo y, mientras tanto, Trump está solo en el campo republicano, tomando ventaja”.
Por su parte, el analista político republicano Isilio Arriaga asegura que los estadounidenses evaluarán los resultados que ha dado Trump y no dudarán en votar por él en el 2020.
“Esas encuestas de las que alardean los demócratas son las mismas que hace dos años y medio, cuando Trump anunciaba su candidatura, decían que apenas tenía el 1 % del electorado, y luego ganó las elecciones. Eran las mismas encuestas que decían que Hillary lo iba a destrozar y él le ganó”, dice Arriaga.
Agrega que la hazaña de Trump se repetirá porque es un líder que ha logrado conectar con el país, “hacernos sentir como patriotas, como personas que amamos a los Estados Unidos de América”.
Ahora bien, hay otros factores que podrían jugarle en su contra. Según la consultora política Cecilia Nicoli, podría pasar que los que votaron por Trump porque consideraban que la economía iba mal, tal vez ahora que ha mejorado, “se lo piensen dos veces y al menos no vayan a votar”.
Otro de esos puntos, según Nicoli, es que Trump está confiado “en que la estrategia que usó en la pasada campaña lo hará ganador. Al ver su lanzamiento parece que su estrategia consiste en hablarle a sus bases, a su elector fiel y no moderar un ápice su discurso para atraer nuevos electores”.
Y agrega que “la figura polarizante de Trump movilizará mucho al electorado demócrata que teme, ahora sí, que un segundo mandato sea realidad”.
Otro aspecto que podría ser desfavorable para el actual Presidente, de acuerdo con Garzón, es que su contrincante logre movilizar “a las minorías, a los latinos, a los negros, a la población Lgbt, y a toda esa gente que de alguna manera se ha visto afectada por el discurso de Trump, pero que no necesariamente vota. La movilización de esas fuerzas podría ser clave”.
El discurso
Aunque para el analista Nicolás Garzón, Trump es muy impredecible y así mismo podría ser su campaña, cree que va a radicalizar el discurso que ha manejado y que lo llevó a la Presidencia.
“La idea de la migración, la idea de presentar cualquier tipo de éxito o cualquier tipo de dato para magnificar su gestión, es lo que sistemáticamente ha hecho y seguramente va a hacer. No tenemos razones para pensar que lo va a cambiar”, señala.
De hecho, el Presidente no variará su eslogan de campaña: pasó de ‘hacer a América grande otra vez’ (Make America Great Again) a ‘mantener a América grande’ (Keep America Great).
“Entonces va a repetir la estrategia que tuvo durante la primera campaña, pero no propone nada en particular, es seguir hablándole a un electorado que fue el que lo llevó a la Casa Blanca, electorado que siente que se ve afectado por la migración, que se quedó sin trabajo, esas clases blancas, medias, que fueron definitivos para que él fuera Presidente”, considera Garzón.
Sin embargo, Enrique Daza cree que el Mandatario ha hecho una apuesta arriesgada porque algunos temas podrían agotársele.
“La migración es un tema bastante taquillero, pero el acuerdo con México podría volverse en contra de él porque le puede quitar un poco de importancia al tema. Si México logra detener un poco la migración y no se revive el tema de los aranceles, Trump perdería ese caballito de batalla”.
Y agrega que lo mismo pasa con el caso de Venezuela, que al haber fracasado en las políticas con este país, “también se quedaría sin tema y el reemplazo de Irán por Venezuela puede que no tenga los mismos impactos electorales”. Daza dice que Trump podría tener problemas programáticos porque “es difícil que mantenga un año y medio el cuento de los migrantes, eso puede perder dinamismo”.
Contrapeso
Para derrotar a Trump, un buen contrincante que haga contrapeso será clave. Por eso, el candidato o candidata demócrata que resulte de las elecciones primarias será decisivo.
“Una figura nueva, que ilusione, renovadora como Kamala Harris, Pete Buttigieg o Beto O’Rourke podría darle una ventaja a los demócratas, porque contrastaría con Trump y movilizaría aún más al electorado demócrata”, dice Cecilia Nicoli.
Según el analista Nicolás Garzón, un contrincante de Trump debe reunir dos cualidades: por un lado, tener la capacidad de movilizar a la gente en los estados que no son ni republicanos ni demócratas por naturaleza, y por otro, debe estar preparado para responder hábilmente a los ataques de Trump.
“Él es un tipo muy hábil que se mueve muy bien en el terreno de desafiar verbalmente a sus contrincantes, sacarlos de casillas, de lanzar afirmaciones que no tienen sustento. Se necesita un candidato hábil discursivamente, que no necesariamente juegue el juego de Trump, pero que sepa manejarlo”.
Entre los candidatos a los que les ve posibilidades están Bernie Sanders, Joe Biden y la senadora Elizabeth Warren.
Enrique Daza cree que la disputa por el primer cargo de la nación se dará por quién pueda quedarse con el centro del espectro político, “el que logre captar al centro puede ganar, siempre y cuando no abandone ciertos temas reivindicativos como la salud y el desempleo”.
Estado clave
Que Donald Trump haya escogido Orlando para el pistoletazo de salida de su campaña para la reelección y que el primer y nutrido debate público de los aspirantes a la nominación por el Partido Demócrata vaya a ser en Miami, no es fruto de la casualidad: Florida pesa en las elecciones.
Todos los indicios apuntan a que este estado clave tendrá un papel decisivo en las presidenciales de 2020.
En 2016 Trump le ganó a la demócrata Hillary Clinton en Florida por solo 1,2 puntos, mientras que cuatro años antes Barack Obama, que buscaba la reelección, derrotó al republicano Mitt Romney en este estado por 0,9 puntos.
Ganar en Florida es importante para llegar a la Casa Blanca porque es el único de los cuatro estados más poblados del país cuyo resultado es impredecible y siempre está en duda quién se llevará los 29 votos que le corresponden en el Colegio Electoral, que es el órgano que finalmente define al ganador de las elecciones.
El registro de votantes, que estará abierto hasta 29 días antes de las elecciones del 3 de noviembre de 2020, muestra por ahora que la votación en Florida será reñida.
Hasta abril pasado se habían registrado 4,9 millones de personas como votantes demócratas, 4,7 millones como republicanos y 3,6 millones como independientes.
Por todo eso, ambos partidos se han volcado en Florida en estos primeros tiempos de una campaña que cada vez comienza antes.
El Presidente, que ha hecho de su club Mar-a-Lago en Palm Beach (Florida) la casa presidencial de invierno, es un asiduo visitante del estado, tanto para descansar como para hacer proselitismo.
La recaudación de fondos para la reelección de Donald Trump comenzó hace casi dos años, cuando apenas llevaba cinco meses en la Casa Blanca.
Donald Trump despidió a varios encuestadores que trabajaban para él, después de que se hicieran públicos los resultados de encuestas internas
que no lo favorecían.