Este jueves se conoció que Chick Corea, el gran compositor estadounidense de jazz y pionero del teclado eléctrico, que estuvo en el festival Ajazzgo en Cali, en el año 2014, falleció el pasado 9 de febrero, a los 79 años, a raíz de un raro cáncer, indicó un comunicado en su página Facebook.

Para Diego Pombo, artista y director de Ajazzgo, la partida de este músico deja un gran vacío en el público de Cali, que pudo disfrutarlo: “Estaba precisamente escribiéndole a un amigo sobre lo que significa la partida de Chick Corea para quienes tuvimos la oportunidad de vivir esa noche de septiembre de 2014 que lo tuvimos en el Teatro Municipal, y que, sin duda, fue la más maravillosa que Ajazzgo ha tenido en su historia”.

Recuerda Pombo que aquella noche, al final del concierto, frente a Corea, todo el público del teatro —que además estaba completamente lleno—, estaba de pie, llorando de alegría; todos estaban tomados de las manos y llorando mientras tarareaban la canción ‘España’, que ni siquiera tiene letra pero susurraban la melodía, mientras Chick dirigía desde el escenario a través de gestos con su mano ‘cambio acá, a la izquierda, ahora a la derecha’, y el público se turnaba. “Eso fue una cosa absolutamente mágica, maravillosa, la mejor noche de Ajazzgo, te lo juro. Qué músico, qué genio, qué maravilla”, revive el artista la emoción de aquel instante.

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Ganador 20 veces del premio Grammy y siendo uno de los artistas con el mayor número de nominaciones al gramófono dorado, Corea tuvo el tiempo y la nobleza para despedirse con un mensaje que escribió antes de morir y que su equipo hizo público: “Quiero agradecer a todos quienes a lo largo de mi camino han ayudado a que los fuegos de la música sigan ardiendo fuerte. Es mi esperanza que aquellos que se sienten inclinados a tocar, escribir, actuar o algo similar, lo hagan. Si no es por ustedes, que sea por el resto de nosotros. No solo el mundo precisa de artistas, sino que además es muy divertido”.

El comunicado señaló que el cáncer que padecía fue descubierto “muy recientemente”.

El compositor, llamado Armando Anthony Corea nació en Chelsea, Massachusetts, el 12 de junio de 1941. Autor de ‘Spain’, ‘La Fiesta’ o ‘500 Miles High’, era parte de un grupo selecto de talentos junto a Herbie Hancock y Keith Jarrett, que emergieron como algunos de los pianistas más influyentes del siglo XX. “A través de su vida y su carrera, Chick se deleitó en la libertad y la diversión de crear algo nuevo”, según sus más cercanos.

En sus últimas palabras Corea se dirigió a sus “increíbles amigos músicos”, que fueron como una familia para él y dijo que fue siempre “una bendición y un honor aprender y tocar con todos”. “Mi misión ha sido siempre llevar la alegría de crear a todos los sitios que pudiera, y haberlo podido hacer con todos los artistas que admiro tan profundamente ha sido la riqueza de mi vida”, escribió Corea en la conmovedora despedida.

Cabe recordar que el pianista y compositor norteamericano se dio el lujo de grabar álbumes con artistas como Miles Davis, Bobby Mcferrin, Belá Fleck, entre otros.

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Su encuentro con Cali

Corea fue el invitado de lujo a la edición de Ajazzgo 2014 y fue su primer encuentro con el público caleño. En el escenario del Teatro Municipal Enrique Buenaventura lo acompañó The Vigil, agrupación integrada por Tim Garland (saxofón), Carlitos Del Puerto (bajo), Marcus Gilmore (tambores), Charles Altura (guitarra) y Luisito Quintero (percusión).

Chick Corea, a quien llamaban los expertos leyenda del jazz con justa razón, era un hombre sencillo, cálido, ávido de conocer y explorar cada país al que llegaba. Y en su visita a la capital del Valle, para participar en Ajazzgo, le dijo a El País: “Sobre Cali no tengo más expectativas que ir con mi música y pasar un buen momento. El concierto hace parte de un largo tour que realizo por toda Suramérica. No he tenido mucho tiempo para estudiar sobre Cali, pero estoy ávido de que me enseñen la ciudad, su música y sus costumbres”.

Conocía de antemano la fuerte influencia de la salsa en los caleños, y vino preparado para bailarla, porque la consideraba un género universal. “Soy todo oídos a sus influencias, ritmos y propuestas”, dijo este músico que desde los 4 años se familiarizó con el piano y desarrolló tempranamente su gusto por la música clásica, en especial por Mozart y Beethoven.

Para él era esencial realizar las llamadas clases maestras. “Me gusta ayudar a la gente, especialmente a los músicos. Creo que esos diálogos nos ayudan a crecer a todos. Ese el mejor aporte que uno puede dar a otros”. Precisamente, a su paso por Bogotá ofreció su taller Piensa Por Ti Mismo.

Del pianista fueron célebres sus colaboraciones con figuras como Herbie Hancock, Joe Farrell, Miles Davis. La gran muestra de su genialidad, desprovista de cualquier aire de grandeza, se reflejaba al admitir que así el público y los amantes de la música lo señalaran como la leyenda del jazz, eso poco o nada le importaba: “El mundo puede llamarme como quiera, así como también tiene la libertad de recordarme como lo desee”. Y quien estuvo aquel septiembre de 2014 en el Teatro Municipal, sin duda, lo recordará de manera especial: “Nadie que estuvo en ese concierto volvió a ser el mismo. Fue el más influyente músico del jazz moderno”, recalca Pombo y no es fábula.

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