En el segundo piso de un edificio, ubicado en el barrio Granada de Cali, puede verse un grupo de casi 8 mil abejas —muy pequeñas—, volando alrededor del balcón y un palo de mango. En años anteriores esta imagen provocaría la alarma de los vecinos, alguno llamaría a los bomberos para evitar un posible ataque o, peor aún, intentaría ahuyentarlas con humo o rociándoles gasolina y prendiéndoles fuego. Pero los tiempos están cambiando, y en el sector, todos saben que esos insectos son las mascotas de Vladimir Martínez, un activista ambiental que toda su vida ha trabajado por la conservación de las abejas y la sensibilización de la comunidad sobre su importancia como polinizadores para los ecosistemas y la seguridad alimentaria del mundo.
Basta saber, como afirma el entomólogo Juan Carlos Otero en ‘La vida secreta de los insectos’: “que tres de cada cuatro alimentos que consumimos se lo debemos a los insectos”, y agrega que: “más de cuatro mil variedades vegetales existen gracias a la polinización de las abejas, entre las que se encuentran frutas y verduras como melones, sandías, calabazas, calabacines, almendras, manzanas, peras, moras, albaricoques, melocotones, cerezas, aguacates, frambuesas, pepinos, fresas, kiwis, girasoles, habas, colza, soja y algodón. La fina trama alimenticia está sustentada en gran parte por estos invertebrados. Sin ellos el paisaje sería otro: los sonidos, los olores, los colores y las formas de la naturaleza cambiarían”.
Cultivo urbano de abejas
Conscientes de esta realidad, y debido a que Vladimir se encargó de explicarles que sus abejas son de la especie melipona nativa de Colombia, que no tienen aguijón y son de carácter pacífico, en su edificio están tranquilos. De hecho, los vecinos colaboran teniendo plantas en sus casas para que las abejas puedan alimentarse, garantizando la reproducción de sus flores y frutos.
“Uno de mis objetivos es que las personas sean conscientes y conozcan mejor las abejas, así cuando se encuentren con un enjambre que solo está de paso en algún lugar, no las ataquen, que puedan distinguirlas y no las confundan con moscas o zancudos, y eviten echarles insecticida o candela. Lo ideal sería que se comprometieran con su conservación, porque uno puede cultivar abejas meliponas en su casa, no para comercializar su miel, sino de la forma cotidiana como antes se tenían aves, de esta forma les garantizamos un hábitat seguro, promovemos conciencia ambiental y contribuimos a que las zonas verdes sean polinizadas”, expresa Vladimir.
Algo parecido ocurre en el barrio El Caney, donde Jorge Andrés Jaramillo López tiene más de 40 colmenas de meliponas en su terraza, y también en Salomia, donde se encuentra su amigo Freddy que cultiva en su patio otras 15 colmenas. Aunque no hay una cifra exacta de cuántos meliponarios urbanos existen en Cali y el Valle, hay dos organizaciones con impacto local: la Asociación Protectora de Abejas de Colombia (Apacol) y la Asociación de Activistas Protectores de Polinizadores (Asodeapol), esta última creada por Vladimir y que cuenta con 16 asociados de Cali y la región.
A través de estas organizaciones y otros grupos de entusiastas protectores de abejas, se está generando una tendencia de impacto ambiental, particularmente a nivel urbano, que coincide con las diferentes amenazas que tienen estos insectos, y otros polinizadores como picaflores y mariposas, en el mundo. Algunos estudios han demostrado que las abejas y otros polinizadores han reducido sus poblaciones como consecuencia del uso irresponsable de insecticidas y fertilizantes tóxicos, sobre todo en la agricultura, a esto se suma el incremento de la deforestación y uso de grandes extensiones de terreno para ganadería, que dejan sin hogar a muchas especies de animales, incluidas las abejas. En este sentido, las ciudades con importantes zonas verdes como Cali, se han convertido en refugio de las abejas nativas, y el activismo de personas comprometidas como Vladimir y otras organizaciones ambientales, buscan que los ciudadanos contribuyan con este noble objetivo.
En términos de apicultura, es decir el cultivo de apis mellifera para la producción de miel y derivados, según las cifras de un estudio realizado entre la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sostenible, de la Gobernación del Valle, en articulación con las estrategias AgroSena y Ser Sena Emprende Rural: en el Valle del Cauca se han identificado 642 apicultores, con un total de 13.805 colmenas de apis mellifera. En 2019, el Valle produjo 180 toneladas de miel, siendo el sexto departamento con más producción de miel en Colombia, sin embargo, según estimaciones de estas entidades, si se mejoran las condiciones para su cultivo se podrían llegar a producir hasta 345 toneladas de miel.
Rescate y protección apícola
En coherencia con esta cultura ecológica, en el Dagma se han implementado estrategias y prácticas para contribuir al cuidado de las abejas. Como explica Juan Carlos Moreno Benavides, ecólogo y coordinador de Gestión de Fauna Silvestre en esta entidad, “atendemos solicitudes para rescate de himenópteros, entre los que se encuentran las abejas, principalmente la apis mellifera africanizada, que tiene aguijón y representa un riesgo, nosotros acudimos al lugar donde se han formado los enjambres y con trajes especiales y un porta núcleo las retiramos del lugar sin causarles daño”.
El destino de estas abejas, que se rescatan entre 4 y 5 veces por semana, son los diferentes apiarios que existen en zonas rurales de Cali. A través de un convenio entre el Dagma y Apacol se coordina para que se entreguen estos enjambres a apicultores locales, garantizando su conservación. Para esta tarea los operarios de riesgos ambientales, tanto de fauna como flora, fueron capacitados por expertos de Apacol. Igualmente, el Dagma también instaló un meliponario para el cultivo de abejas meliponas rescatadas, en el Vivero Municipal.
“En este momento se está buscando implementar otros meliponarios en los ecoparques municipales como Las garzas, en Pance, también en ecobarrios como San Antonio están desarrollando meliponarios urbanos, porque estas abejas pueden polinizar sus zonas arbóreas y florales en un radio de 5 kilómetros”.
Estímulos para la apicultura
Por otro lado, en la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sostenible del departamento, también se viene desarrollando desde el 2020, un programa de estímulo a la apicultura en zonas rurales y de impacto ambiental en el Valle del Cauca, como asegura la secretaria de esta entidad, Nasly Fernanda Vidales González, “a través de una iniciativa productivo ambiental estamos promoviendo unidades apícolas en zonas de interés para la conservación y áreas protegidas, así les permitimos a familias no solamente generar un sustento económico, sino aportar a la sostenibilidad del ecosistema”.
Actualmente, el programa de Incentivo para la Conservación PSA (Pagos por Servicios Ambientales) está beneficiando a 40 familias campesinas de los corregimientos de Pance, Villacarmelo y Pichindé, en los Farallones de Cali, a quienes se les capacitó y acompañó en sus emprendimientos de apicultura, y además se les entregaron 61 colmenas de apis mellifera para la producción orgánica de miel, jalea real, polen, propóleo y cera.
Como aclara la secretaria Nasly Fernanda, este programa ha logrado importantes cambios sociales, como que algunas familias, “que antes se dedicaban a actividades de impacto negativo para el ambiente como la minería, ahora contribuyen a él y de forma legal”.
Las reinas verdes
La proyección apícola del Valle en cuanto potencia de producción de miel y sus derivados, así como de conservación de otras especies de abejas, es alentadora. Este optimismo se fortalece con los aportes científicos realizados desde Cali por parte de biólogos e investigadores que estudian las abejas y su comportamiento, entre ellos está el reciente descubrimiento de dos especies de abejas especializadas en polinizar una orquídea nativa de Colombia.
Se trata de las especies de abejas neotropicales: Euglossa deceptrix y Euglosa licopoda, que se pueden identificar por su hermoso color verde metalizado. Los machos de estas especies son los encargados de polinizar a la orquídea Catasetum ochraceum, una flor terrestre que se puede encontrar en el sector de La vorágine, entre otras zonas rurales de Cali y el Valle. Así lo demuestra un estudio realizado por el Grupo de Investigación en Orquídeas, Ecología y Sistemática Vegetal, de la Universidad Nacional de Colombia (sede Palmira), dirigido por el profesor Joel Tupac Otero Ospina, biólogo doctorado en Ecología.
“Nosotros hicimos un trabajo de observación en la zona para determinar cuál era el polinizador de esta orquídea, sospechábamos que era una abeja, pero hasta ahora no sabíamos de qué especie”, comenta el profesor.
Los resultados de esta investigación, realizada entre 2015 y 2019, serán publicados muy pronto en la revista científica de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nueva Granada.
Cuidar a las abejas
Cuando se encuentren enjambres de abejas en zonas urbanas:
-Evitar ahuyentarlas bien sea con candela, gasolina o aplicándoles humos de quema de papel periódico.
-No lanzar agua, piedras u otros objetos. No solo las dispersa sino que atacan.
-No hacer ruidos fuertes, ya que esto las molesta. (sirenas, pitos, campanas, torpedos, entre otros).
-No encerrarlas.
-Acudir al Cuerpo de Bomberos en la línea 119 o al Dagma, a las líneas, telefónica: 653 08 69, y el WhatsApp: 3505834596.
-También se puede descargar la app Línea Eco y seguir las instrucciones para solicitar una visita de inspección.