Hoy Cali se une a la celebración del Día Internacional de la Danza, a ritmo del evento Yo También Bailo Currulao, a las 11:00 a.m., en la plazoleta del Centro de Danza y Coreografía del Valle La Licorera. Un espacio para disfrutar bailando y aprendiendo más de esta expresión artística.
Si existe una danza que representa por excelencia al litoral Pacífico Sur de Colombia es el currulao, patrimonio cultural. Además de ser danza, es ritmo musical, tradición y ancestralidad. Es la herencia africana de mujeres y hombres esclavizados que arribaron a nuestras tierras, hace ya más de 400 años.
Hoy, le rendimos tributo a esta manifestación y compartimos sus características, para que la aprenda a bailar y diga: #YoTambiénBailoCurrulao.
Conquista y galanteo
Con movimientos elegantes y cadenciosos, que evocan las olas del mar y de los ríos, el currulao cuenta una historia de enamoramiento y galanteo.
Se baila en pareja y descalzos, para conectar con la tierra. Al comenzar la música de marimba y cantos tradicionales, el hombre empieza su ritual de conquista, bailando y moviendo su pañuelo, símbolo de invitación. La mujer lo rechaza, no será fácil ganar su corazón. “Nuestras mujeres no son brindadas —como se dice popularmente—, somos muy recatadas”, anota Yaneth Riascos Góngora, cantaora e investigadora de la cultura del Pacífico.
El evento es organizado por el Centro de Danza y Coreografía del Valle La Licorera, el Ministerio de Cultura, Gobernación, Corfecali y la Bienal de Danza.
La mujer se queda muy seria en su puesto, el hombre va y viene, hace giros y contra giros, revolotea su pañuelo hasta que incorpora el zapateo, muestra de virilidad, destreza y hombría. “Este representa el interés d el hombre por la chica, es su manera de decir: aquí estoy yo y quiero algo contigo. Dependiendo de su contundencia, dice simbólicamente ‘quiero que seas más que una novia. Quiero que seas la madre de mis hijos’”, detalla Francisco Emerson Castañeda Ramírez, coreógrafo y director del Grupo de Danzas Carmen López de la Universidad del Valle.
Lentamente, la mujer accede y cambia su seriedad por una sonrisa. Ambos mueven permanentemente sus pañuelos y realizan juntos pasos en círculos u ochos, contra giros, cambios de puesto, o como popularmente se dice, “cambios de casa”. Aunque sea un baile de conquista y amorío, la pareja nunca se toca. Luciendo una falda amplia y ancha, ella baila con cadencia y elegancia, hasta parece que flotara.
“Al currulao le decían el baile de las olas”, cuenta a la maestra Yaneth, “ la falda simboliza el vaivén de las olas del mar Pacífico o de fluviales del territorio como el imponente río Guapi, que sube a determinadas horas y luego vuelve a bajar hacia el mar. Eso es lo que representa el currulao”.
“En Nariño (Tumaco), la falda puede ir arriba de los hombros, porque el golpe de la marea es fuerte, ahí al pie del mar. En cambio, en Guapi (Cauca), hay más influencia de río y la falda hace alusión a pequeños remolinos, se sostiene más abajo, a la altura del ombligo, haciendo un movimiento más profundo atrás”, describe Aura Hurtado Urrutia, maestra de danzas, coreógrafa y directora del Colectivo Artístico Contragiro. En a Buenaventura, “la falda se sostiene de manera más frontal, pareciera que navegara entre olas”.
Otro elemento característico del currulao, representativo del Pacífico, es el sombrero de ala ancha. Tanto el hombre como la mujer lo lucen; el de ella es más grande y adornado, con calados; el del parejo es más pequeño y sencillo.
El vestuario varía dependiendo de la zona de la región. En Valle del Cauca y Nariño, el hombre y la mujer visten de blanco. La dama de blusa con cuello de bandeja y falda larga, el hombre con pantalón recto y camisa manga larga o corta. Este patrón fue establecido por uno de los padres del currulao, el maestro y erudito Teófilo Roberto Potes, oriundo de Anchicayá, distrito de Buenaventura. En Cauca llevan vestidos coloridos, de un tono como naranja, amarillo o verde. El pañuelo de mano siempre es blanco.
¡Qué suenen la marimba, los bombos, cununos y guasás para bailar un currulao! Un conjunto de marimba y cantos tradicionales da vida al ritmo que lleva el mismo nombre de la danza. Suenan las notas armoniosas de la marimba de chonta, comparables al sonido de las gotas de lluvia al caer sobre el agua. Este instrumento es conocido como el piano de la selva colombiana y su origen es de África. Ancestros afrodescendientes lo reprodujeron con elementos que encontraron en el territorio, así como sus tambores de madera y cuero de animal. A la marimba la acompañan los golpes del bombo, tambor con dos parches de cuero —hay dos: macho y hembra—, el cununo, tambor cónico con un parche de cuero (macho y hembra). El zapateo del hombre va acorde a los repiques del cununo que él elija seguir.
El conjunto se destaca por sus voces, por lo menos tres, —pueden ser muchas más—. El juego de voces es de gran versatilidad y una armonía impecable. Las cantadoras y cantadores tocan los guasás (instrumento de percusión ideófono, de guadua hueca y llena de semillas), mientras entonan versos o coros. Una voz líder lleva la línea melódica y en las secciones responsoriales, le contesta al coro.
Orígenes y coreografía
Hay múltiples investigaciones acerca del origen del currulao. Muchos estudiosos coinciden en que su raíz es africana. En el emporio minero de Barbacoas, “surgió la primera manifestación de bambuco, ni siquiera se llamaba así”, relata la maestra Aura. La población afro que huyó las minas o que hizo parte del proceso de abolición de la esclavitud, bajó por el río Barbacoas y se fue asentando en las desembocaduras de los fluviales.
Otros subieron por el mar hacia Ecuador, Tumaco, Cauca, Guapi, hasta ríos que desembocan en Timbiquí. En Buenaventura, a medida que se abrió el ferrocarril y se consolidó el puerto, llegó migración del Chocó, Cauca y Nariño.
Aunque cada departamento tenía una característica en la instrumentación y en la forma de tocar, su esencia musical y dancística era la misma. Los maestros le llamaron a esa manifestación festiva, bambuco viejo. “Por tradición, se daba en las fiestas un baile de salón que no podía, ni puede faltar, en nuestros territorios”, agrega el maestro Francisco Emerson.
En los años 50, el maestro y folclorista Teófilo R. Potes recorrió las veredas ribereñas del Pacífico centro-sur y observó similitudes entre la música y las danzas. Recogió la información, la organizó y creó una de las coreografías de currulao predominantes, en especial la que se baila en Buenaventura. Esta muestra la vida del hombre del Pacífico, incluyendo movimientos al ritmo de la marea que reflejan el fluir del agua, el entrar y salir de una canoa, la forma de navegar, incorporó el galanteo. Desde esa época, el currulao empezó a presentarse en tarimas como se sigue haciendo hoy.
La danza se ha ido adaptando a las nuevas generaciones, con cambios sutiles pero la misma esencia. “Nuestras abuelas no la bailaban con el movimiento seguido del pie sino con el paso de cambio, parecido al sanjuanero antiguo. Vemos la evolución de nuestras danzas en el sentido del paso, pero su coreografía y su contenido sigue igual”, corrobora la maestra Yaneth. “Cambia el territorio y la forma de caminar, de saludar, de transportarse, la postura del cuerpo, ya no usan casi las canoas. El contexto me da otra forma de moverme”, dice la maestra Aura, quien ve que “los muchachos lo están incorporando desde su sentir. Proponen otro zapateo, las chicas mueven la falda de otra forma, pero se sigue bailando en los 15 años, en los matrimonios, tanto los viejos como los muchachos”.
Referentes
Otras referentes del currulao son los maestros Oliva Árboleda Cuero y Samuel Caicedo, profesores de la Universidad Libre, quienes mostraron la majestuosidad de la danza no solo a nivel nacional sino por el mundo.
Ambos fueron gestores culturales incansables, defensores de la tradición y de la danza en Cali durante largas décadas.
La maestra y gestora cultural Aurelia Carvajal y el profesor Juan Pablo Moreno dirigen la agrupación Herencia Africana y enaltecen el currulao y las tradiciones del Pacífico en Aguablanca (Cali).