A los 18 años, Ryutaro Suzuki —un prodigio japonés del piano que a sus nueve años empezó su carrera como concertista— abandonó su natal Kamakura y se instaló en París, donde realizó estudios en el Conservatorio Nacional Superior de Música y Danza, graduándose con una maestría en las variaciones operísticas de Franz Liszt.
Con 34 años y radicado por completo en la “ciudad luz”, actualmente Ryutaro Suzuki es uno de los más importantes pianistas japoneses de la nueva generación, ha actuado en festivales europeos como Sommets Musicaux de Gstaad (Suiza), Festival de Nohant (Francia) y el Festival Chopin de París. También ha sido invitado como solista para conciertos con la Orquesta Filarmónica de Tokio, la Filarmónica de Málaga, la Orquesta de Valencia, la Filarmónica Nacional de Odessa, la Sinfónica Nacional de Colombia, la Orquesta del Conservatorio de París y la Filarmónica de Luisiana, entre otras.
El pianista nipón, que además dirige la Colección de Música Clásica de Japón y ha grabado discos con obras de Scarlatti, Mozart, Ravel, Liszt, Schumann, Debussy y Fauré, se presentará en Cali el próximo martes, 1 de octubre, en el Auditorio Carlos Ardila Lülle de la Fundación Valle del Lili. El evento será a las 5:30 p. m., de entrada gratuita con inscripción previa.
Su concierto hace parte de los eventos previos a la Feria Internacional del Libro de Cali, que este año tiene como país invitado de honor a Japón. Nada mejor para conocer esta refinada cultura que escuchar a uno de sus intérpretes de piano más reconocidos, quien llega por segunda vez a nuestra ciudad para compartir su talento con una serie de piezas japonesas, francesas y europeas.
Antes de su llegada, desde un hotel en la ciudad de Nagano, en el centro de la isla japonesa, Ryutaro Suzuki, habla de la gran diferencia que hay entre solo tocar el piano y transmitir emociones con la música.
—¿Cómo descubrió su amor por la música?
Mi primer contacto con la música fue con mis padres, aunque en mi casa nadie tocaba un instrumento, cuando yo tenía tres o cuatro años me llamaron mucho la atención visualmente los discos y cómo producían sonidos al ponerse en un equipo. Una vez les pregunté qué era lo que se escuchaba y me dijeron que era un piano. Entonces quise aprender a tocarlo, pero en ese momento no sabía que iba a ser músico profesional. Yo quería simplemente tocar y disfrutar, no sabía que podía hacer música yo también.
Después, cuando tenía 20 años y estudiaba en el Conservatorio de París, tuve un profesor que me enseñó cómo componer música de una manera totalmente autónoma, en ese segundo momento decidí que quería dedicarme a esto toda la vida.
—¿Y cómo entró en contacto con la música clásica?
Cada domingo, en la televisión, emitían un concierto de la Orquesta Nacional de Japón, y mis padres y yo los veíamos, era una costumbre que naturalmente me fue llevando por ese camino. Y luego, también de niño, tuve la oportunidad de viajar y asistir a unos conciertos muy grandes en Europa, durante las vacaciones, que me dejaron una honda impresión.
—¿Cómo aprendió a hablar español?
De hecho no sé, creo que aprendí bailando salsa. Tengo unos amigos aquí en París que hablan español y, poco a poco, de forma espontánea he terminado hablándolo yo también. Además, como hablo francés, me parece que tiene algunas similitudes con el español.
—¿Cuáles son sus compositores de piano favoritos?
Es muy difícil mencionar solo algunos, porque en la música clásica hay tantos compositores diferentes y maravillosos, que he conocido en cada momento de mi carrera, durante algún tiempo estuve focalizado en la música barroca, pero luego en música más contemporánea, y también, como vivo en Francia, normalmente toco más obras de la música francesa y de compositores extranjeros que vivieron en París.
—¿Hay alguna obra para piano que haya sido todo un reto interpretar?
La música para mí está determinada por las emociones, así que la dificultad depende también del momento de mi vida y los sentimientos que tengo, por ejemplo, cuando estoy pasando por un momento muy triste, hay obras más oscuras o fuertes con las que me identifico, o también si estoy muy feliz encuentro facilidad en obras que técnicamente son difíciles, pero expresan mucha alegría. Interpretar música es como una manera de leer literatura, hay obras, sean composiciones musicales o libros, para las que debes esperar el momento de tu vida y el estado de ánimo adecuado.
Pero sí, hay una obra para la que tuve que prepararme y alcanzar el momento, se llama Reminiscencias de Don Juan, de Franz Liszt. Es una obra que dura poco más de 15 minutos y está basada la ópera Don Juan o Don Giovanni, en italiano, de Mozart.
Don Giovanni es un hombre con mucha vitalidad, a quien le suceden muchas aventuras y desgracias, pero siempre conserva cierto ánimo, es muy fuerte, por lo que, emocionalmente resulta complejo transmitir estas emociones si no estás preparado. Es considerada como una de las obras las más difíciles que existen para piano.
Recuerdo que un día escuché esta composición tocada por pianista austriaco y desde ese momento siempre quise tocarla, tenía como 14 o 15 años, pero por fin cuando tenía 20 lo he logrado, después de un gran esfuerzo emocional y técnico.
—¿Cómo definiría la música?
La música para mí es una manera de expresar emociones que es indispensable para vivir. Como pianista yo solo toco teclados, algo que también puede hacer un gato, pero de verdad yo lo hago con emociones.
—¿Qué tiene preparado para su concierto en Cali?
El programa de la noche será una mezcla de música japonesa y música francesa, en particular de obras de los compositores que han vivido en París. Cuando preparo las obras de un concierto siempre pienso en cómo lo escuchará el público, en sentido global, un poco parecido a como un chef organiza una comida completa, si sirves primero un pollo frito y luego un sushi no hay sentido, aunque los dos sean muy ricos. Yo no quiero hacer esto, siempre busco que de principio a fin haya una coherencia como subiendo una montaña. Estoy seguro de que les va a gustar mucho.
—¿Cómo es su relación con la música japonesa?
Para mí la música japonesa es muy natural, yo la comparo con los paisajes, las montañas y bosques con riachuelos. Pero, debo decir que en Japón hay pocos compositores para piano, aunque los que tenemos han creado obras muy bellas, que he descubierto recién, porque cuando vivía en Japón no llegué a conocerlas. Curiosamente, fue en Francia donde conocí la música de mi país. Por ejemplo, una de las obras que voy a tocar en Cali es de Otaka, uno de los primeros compositores japoneses que escribió música para orquesta sinfónica y piano. Es una obra muy japonesa, pero con armonía muy europea.