A Barry Dávila las personas lo pueden encontrar en cualquier esquina de una ciudad latinoamericana. Quizás sea conocido bajo otro nombre, pero es fácilmente identificable, ha cruzado los 40 años de edad y no ha dejado de vestir como un metalero de los lejanos años ochenta, aferrado a los sueños inconclusos de la juventud cada vez más borrosa.

Es el personaje de la nueva novela del escritor mexicano Antonio Ortuño, quien se prepara para presentarla en la Feria Internacional del Libro de Bogotá (Filbo 2023), donde México es el País Invitado de Honor, y donde seguramente muchos Barrys se identificarán con esta historia.

El escritor, quien ha cultivado una verdadera legión de lectores con novelas como ‘El buscador de cabezas’, ‘Olinka’, ‘Matarratas’ y ‘Ánima’, regresa con una historia irreverente y con altas dosis de rock sobre una hermandad de músicos que en su juventud fueron promesas, aquellas que nunca fueron cumplidas, terminando inmersos en una vida rutinaria con el constante sabor en la boca a derrota.

“Yo crecí en una familia en la que se escuchaba rock siempre. Mi madre trabajaba todo el día y yo era el menor, así que mis hermanos colocaban rock todo el tiempo. La otra música, era la música de los demás, de los vecinos o del transporte público, pero no la mía. En realidad, con casi ninguna otra música que no sea el rock he desarrollado este tipo de identificación”, comentó Antonio Ortuño.

Con la famosa ‘crisis de los cuarenta’ a cuestas, Barry decide que llegó el momento de reunir a ‘La Armada Invencible’, el grupo de thrash y heavy con el que en su juventud pudo haber triunfado, pero que por las peleas internas y una sociedad que no estaba lista para su propuesta se lo impidieron.

En más de una oportunidad ha confesado que escribe sobre lo que le obsesiona, como su amor juvenil y vital que tiene por el género musical del metal, y que se encuentra en el ADN de esta nueva novela.

“La estética del rock siempre ha estado muy presente en mi formación como escritor. Siempre tuve la idea de escribir algo relacionado con la música que me gustaba, y de joven no pude hacerlo, supongo que porque la militancia encendida es un mal lugar para la literatura”, continuó el escritor mexicano.

Una novela autobiográfica

Él mismo tiene mucho de Barry Dávila, pues sigue reuniéndose con sus fieles escuderos de música, para ensayar en la complicidad de las noches y sentir que el sueño de hacer música aún sigue vivo, sin importar si son muchos o pocos quienes terminen escuchándolos.

Según Antonio Ortuño, “No me tocó escribir sobre la juventud del rock, pero qué tal hacerlo sobre la jubilación del rock, lo que me resultó plausible e interesante, más cuando yo mismo me voy acercando al medio siglo de vida, cuando sigo escuchando rock, cada vez más antiguo, verdaderas reliquias, lo que me faltó por escuchar de jóven, junto a una voluntaria desconexión con la música contemporánea”.

Y continuó: “Cuando me refiero a la jubilación del rock, me refiero a esa cultura popular que siempre la tuvimos a la mano y ya no lo está. Hay pocas bandas nuevas que estén en camino de alcanzar el estatus de culto de las bandas de cuando yo era joven. Cuando yo creía, iba a las emisoras de música joven para escuchar Nirvana, ahora, si quiero escuchar esta banda, tengo que sintonizar emisoras de música vieja”.

Es ese gremio pequeño pero vital de músicos de heavy metal que se pueden encontrar en países como México o Colombia, que le dio vida a esta nueva historia, es el corazón de la misma, presentando todo sobre el lenguaje de este agresivo género musical, con todo su ritmo, sus personajes y su propuesta narrativa.

“Una de las maravillas de la literatura es que no vive en la actualidad, siempre está uno o dos, incluso 500 pasos lejos del mundo presente, y esa distancia es lo que más me interesa de la narrativa misma”.

Lejos de ser una historia sobre el fracaso, es una novela sobre la resistencia, aunque en muchos momentos sus personajes coquetean con él.

“Envejecer significa rendirse ante muchas evidencias, porque el cuerpo ya no da para lo que daba. Es decir, no seremos campeones del mundo con un gol anotado por nosotros, que no seremos campeones de los cien metros planos. Renunciamos a cosas como esas, pero nos aferramos a otras, las que nos permiten mantenernos vivos”.

Y agregó, “El espíritu de la novela, que es el espíritu del metal, va por el lado de sentirse en minoría, atacado por todos los frentes, resistiendo los temporales con distintos amuletos, que en este caso es el rock”.

Precisamente, uno de los propósitos de Antonio Ortuño con esta novela es empezar a contar este tipo de historias que siente que aún no se han narrado en las últimas décadas.

“Hay un espacio inmenso en la literatura mexicana para el tipo de novelas sobre el rock. Curiosamente, la literatura que me llevó a escribir sobre rock, no es la literatura rockera, que en México es poca. Me interesó lo que hacen autores como Cabrera Infante, que sin ser yo aficionado a la guaracha, el son cubano o al bolero, me entusiasman sus referencias convertidas en literatura”, finalizó el autor mexicano.