A pesar de los gratificantes resultados que dejó la versión número 21 del Festival Internacional de Poesía en Cali, es evidente la necesidad de espacios para la construcción de paz y tolerancia en la ciudad.
El pasado lunes 6 septiembre Betsimar Sepúlveda, directora de dicho Festival, recibió fuertes amenazas con contenido violento y xenofóbico, por ser venezolana y por invitar a comunidades indígenas y afro al encuentro.
“Me causo mucho temor, inmediatamente nos activamos con las denuncias y le pedimos a la autoridades que se avance en la investigación porque aún no se ha podido dar con el paradero de quien esté haciendo esto”, comentó Sepúlveda.
A pesar de las investigaciones y las denuncias viralizadas en redes sociales, las amenazas siguen aumentando en contra de la integridad de la Directora. Hasta ahora se ha podido establecer que la foto del perfil de quien está cometiendo las amenazas es falsa, ya que utilizan la fotografía del empresario Andrés García, quien se reunió en la tarde de ayer con Sepúlveda manifestando su preocupación por lo sucedido y aclarando que el perfil no le pertenece.
La versión 21 del Festival Internacional de Poesía de Cali contó con la participación de 15 poetas nacionales y 5 invitados internacionales de países como México y Ecuador.
Un caso que no es nuevo para García, ya que desde el pasado mes de noviembre ha denunciado en la Fiscalía por usurpación de identidad en la red social Facebook.
“Siento mucho dolor por tanto odio, hay mucho trabajo por hacer para tratar de cambiar el lenguaje y generar conciencia para llegar a construir la paz”, manifestó Sepúlveda.
Durante cinco días en la ciudad se respiró arte y poesía, los versos y estrofas llegaron al corazón de los caleños buscando construir una ciudad más incluyente con espacios para que las diversas culturas y conocimientos se vean relacionados y crear nuevos espacios multiculturales y diversos.
La versión número 21 del Festival pasará a la historia por transformar a la ciudad en un escenario para hablar de la realidad del país y las situaciones coyunturales por las que está pasando Cali. Con la participación de militares procesados por la JEP, población LGBTIQ, pueblos originarios como los Misak, Muiscas, Ingas; víctimas de desplazamientos, entre otros, se abrieron espacios de participación para hacer una lectura crítica y conversatorios donde los jóvenes de diferentes territorios pudieron expresar sus opiniones por medio del arte.
El secretario de Cultura de Cali, Ronald Mayorga, resaltó que el festival cumplió con el objetivo de crear espacios para la participación y construcción social en comunidad: “Este Festival de Poesía fue un bálsamo que nos recordó que sí podemos encontrarnos en torno al diálogo y sí podemos tener conversaciones en medio de las diferencias. Fue un festival acogido por todos los caleños y los líderes de opinión del país, que vinieron a Cali y encontraron en Cali una ciudad que los abraza y los acoge”.
La participación de la población caleña dejó gratamente sorprendidos a los organizadores de la ciudad, ya que superó las expectativas que se tenían respetando los niveles de aforo permitidos y con el cuidado necesario, el Festival contó con gran cantidad de participantes tanto en los teatros como en los barrios donde se presentaron los talleres, como Siloé.
“En los territorios fuimos recibidos por una gran cantidad de personas, no esperábamos tanto impacto positivo que estábamos generando a través de las acciones, con cada actividad del Festival”, comentó Betsimar Sepúlveda, directora del Festival.
Los contrastes agridulces que deja esta versión del Festival reflejan por un lado el aporte de la cultura a los problemas sociales de la ciudad, pero también la necesidad de seguir crecieno en estos espacios: “hay una gran urgencia, una gran necesidad por tener este tipo de actividades que restauran el tejido social, nos convocan a la expresión de las emociones, del pensamiento, a dialogar. De manera que lo que hemos vivido representa una urgencia por encontrar un lenguaje alejado de la violencia”, concluye Sepúlveda.