El 22 de julio del año 2001, la banda italiana Rhapsody se presentó por primera vez en Colombia. El concierto se realizó en un hangar de Bogotá, aproximadamente 3000 personas asistieron, metaleros que desde diferentes ciudades, incluso de otros países de Suramérica, se reunieron esa noche para apreciar a una de las bandas más importantes de power metal, un género musical derivado del heavy metal y que experimentó su furor entre los años 90 y la primera década del 2000.

El power metal surgió en Europa a finales de los años 80, cuando bandas como Helloween descubrieron que mezclar ritmos veloces como los de Judas Priest y Accept, riffs melódicos como los de Richie Blackmore y el virtuosismo neoclásico de Ynwie Malmsteen, acompañados de coros épicos como los de Manowar y voces líricas como las de Rainbow, generaban un nuevo sonido del metal, que es a un mismo tiempo refinado y poderoso.

Para los años noventa serían toda una escuela, bandas como Blind Guardian, Gamma Ray, Rage, Stratovarius, Edguy, Sonata Arctica, Hammerfall, entre otras, convirtieron esta tendencia musical en todo un éxito a nivel mundial, entre el público rockero y metalero. Pero, entre todas estas bandas, sobresalía el sonido sinfónico y barroco de Rhapsody, una banda italiana cuyo primer álbum ‘Legendary tales’ se publicó en 1997, comprobando el alto nivel interpretativo, la riqueza musical y el poder narrativo que podía alcanzar el power metal.

En primer lugar, la música de Rhapsody tiene un componente sinfónico y de arreglos orquestales impresionantes, como de música cinematográfica, que otorgan una textura profunda a cada canción, casi siempre de atmósferas medievales. Así mismo integraron coros operísticos al mejor estilo wagneriano que, entre ritmos ultraveloces de batería doble bombo y guitarra de speed metal, narran una historia fantástica, la saga “Emerald Sword”, es decir, de la espada Esmeralda y el Guerreo de Hielo, personaje que protagoniza una aventura en las tierras de Algalord para liberarlas del tenebroso rey oscuro Akron.

Y, en medio de ello —como se espera en los cuentos fantásticos—, librará sangrientas batallas, montará en el poderoso dragón Tharos, y salvará a los príncipes Arwald y Airin de Ancelot. La saga es narrada por el mago Aresius a lo largo de cinco álbumes, entre ellos, los más importantes son: el ‘Symphony of Enchanted Lands’ (Sinfonía de las Tierras Encantadas) de 1998, el ‘Dawn of victory’ (Amanecer de la victoria) de 2000, y el ‘Power of the dragonflame’ (Poder de la llama del dragón) del 2002.

En 2011, la banda fundada en Trieste (Italia) por el guitarrista Luca Turilli y el tecladista Alex Staropoli se divide en dos proyectos paralelos bajo el mismo nombre, la formación de Staropoli conserva el de Rhapsody of Fire, y la otra se denominó Luca Turilli’s Rhapsody. En estas circunstancias, el cantante Fabio Lione decide permanecer con la primera formación hasta el 2016. Pero en 2018, Lione se reúne con Turilli para una gira internacional, al tiempo que graban nueva música juntos.

Para 2019, durante la pandemia, se publica el álbum ‘Zero gravity: rebirth and evolution’ bajo el nombre de Turilli-Lione Rhapsody, anunciando una gira de despedida que se aplazó hasta 2023. Hace pocos días, en México, empezó la gira de Turilli-Lione Rhapsody que, entre hoy y el domingo, pasará por cuatro ciudades de Colombia: Cali, Pereira, Medellín y Bogotá, respectivamente.

Fabio Lione nació el 19 de octubre del año 1973 en Pisa (Italia), a los 23 años fue invitado a ser vocalista de Rhapsody y grabó 11 de los 14 álbumes de la banda, convirtiéndose en uno de los cantantes de metal más reconocidos de la actualidad. Después de la división de la banda, se dedicó completamente a su trabajo con los brasileros de Angra, con quienes ya ha grabado dos álbumes ‘Secret garden’ (2015) y ‘Omnia’ (2018). 

A su paso por Cali, el cantante italiano que ha sido la voz de Aresius, el rapsoda de Algalord que narra las historias de ‘Land of the immortals’, ‘Wisdom of the kings’, ‘Holy thunderforce’ y el ‘Lamento Eroico’, entre otras canciones, habla de su trayectoria musical y sus nuevos proyectos.

—¿Qué particularidad tiene esta gira por Latinoamérica bajo el nombre de Turilli-Lione Rhapsody?

Esta es una gira única para nosotros, porque la verdad es la última que Luca y yo haremos como Rhapsody, ya no volveremos a utilizar este nombre. Para nosotros ya fue suficiente de toda esa división de la banda original y los diferentes proyectos bajo un mismo nombre, suficiente de todos los problemas con antiguos miembros, estamos cansados de esta situación. Aunque ya no necesitamos utilizar la marca, es posible que Luca y yo volvamos a trabajar juntos en nuevos proyectos, mas no como Rhapsody. Será otro estilo musical, más cercano a ‘Zero Gravity’, el último álbum de Turilli-Lione que grabamos. Queremos hacer algo más moderno y alejado de la fantasía medieval, un mundo que nuestros fans no asocien con Christopher Lee. A Luca y a mí nos pareció justo cerrar con esta gira la historia del Rhapsody original, ambos tenemos nuevos proyectos de metal en los que seguiremos trabajando.

En mi caso para 2023 tengo varios lanzamientos. A finales de año estaremos estrenando con Angra el nuevo álbum que grabamos, y además con mi primera banda, Athena, lanzaremos un nuevo trabajo discográfico bajo el sello Atomic Fire Records de Alemania, este último es una mixtura de metal progresivo, una música increíble. Creo que los fans van a amar este álbum.

Rhapsody se ha presentado tres veces
en Colombia, pasando por varias ciudades, dos de ellas en Cali.

—¿Cómo se presentó la oportunidad de grabar nuevamente con Athena?

Ocurrió cuando estábamos hablando del nuevo álbum de Luca con Atomic Fire y, entonces, por casualidad, mencioné que tenía cinco canciones en demo y me pidieron que se las enviara. A los días me dijeron que estaban interesados en grabar y por eso retomamos el proyecto de Athena. Pienso que las personas se llevarán una gran sorpresa con este álbum.

—¿Qué representó para usted haber participado en el Rhapsody original?

Lo que conseguimos con Rhapsody fue como un milagro, que una banda italiana de metal, o de power metal sinfónico, que no salió de Alemania, Inglaterra o Estados Unidos, hubiera logrado tanta popularidad fue increíble para nosotros. En aquellos años, era realmente difícil obtener reconocimiento en los escenarios del metal europeo, igual a lo que puede ser para una banda latinoamericana.

Creo que el estilo único de componer y cantar, esa visión propia que tenía la banda por el año 1997, fue el secreto para hacer canciones increíbles, incluso junto a Christopher Lee. Así que Rhapsody creó un sonido único en el power metal, que es una música donde el vocalista tiene que cantar alto y la banda ser muy rápida, pero nosotros hicimos una saga con orquestaciones y coros, y donde contamos una historia épica. Cuando la gente habla de power metal, quizá piensa en Freedom Call, Sonata Arctica, Stratovarius, pero cuando piensan en Rhapsody saben que es mucho más, porque esta banda tiene demasiados elementos y un estilo propio que marcó la diferencia.

—¿Qué opina del cambio musical que tuvo el Rhapsody original tras la salida de Luca Turilli?

Todos los álbumes de la banda son complejos a nivel musical, no hicimos nada simple. Hacia el final de mi carrera con Rhapsody grabamos el ‘Dark wings of steel’ y el ‘Into the legend’ que son un poco menos complicados, con menos orquestaciones, coros y arreglos de música clásica, y creo que fueron parte de una evolución musical, cuando una banda compone algo diferente a su propio estilo. Aunque, colectivamente los fans cuando piensan en Rhapsody piensan es en el estilo del ‘Symphony of enchanted lands’ o el ‘Dawn of victory’. Pero también tenemos esos otros álbumes un poco menos complejos, más directos y ruidosos, podría decirse más a lo Manowar.

—¿Por qué Rhapsody nunca llevó a un escenario en vivo toda complejidad orquestal y musical que lograron en el estudio?

Al principio muchas personas desconfiaban si podíamos tocar en vivo nuestras canciones, si se escucharía igual que en el disco, pero desde luego siempre hay una diferencia, es imposible reproducir lo hecho en estudio. Sin embargo, logramos interpretar con la mayor fidelidad a la música, porque al utilizar sampler y metrónomo para el baterista, no podemos equivocarnos. En particular, para el vocalista es un gran esfuerzo, porque debes cantar a tiempo y con una afinación perfecta, porque los coros son los originales. En ese sentido, Rhapsody es una de las bandas que siempre ha tocado en la afinación original de los álbumes, porque sabemos que otras bajan el tono en vivo.

No entiendo por qué las personas critican que usamos pistas pregrabadas, coros y orquesta, puesto que es una tecnología que muchas bandas utilizan sin detrimento de su interpretación, bandas como Nightwish lo hacen. Pero siempre hay algunos fans que nos juzgan por esto, especialmente los italianos, preguntan por qué no llevamos coros y orquesta en vivo. Pero, simplemente lo hacemos de una forma moderna al igual que muchas otras bandas. Además, para una banda como Rhapsody es imposible tocar en cada show con una orquesta sinfónica en pleno, un coro, tres tecladistas, etc. Y esto impediría que los fans canten las canciones de la banda, algo que nos gusta mucho de los conciertos, es una interacción muy emotiva.

Recuerdo el primer show de Rhapsody en Colombia, eran unas 3000 personas y el escenario no tenía protección, estábamos en la última canción y el tour mánager me gritó desde un lado: “Fabio, apenas acaben, a los cinco segundos salen directo a la van para que los lleve al hotel, porque no tenemos protección”. Nunca olvidaré mis años junto a Rhapsody.

—Su carrera como vocalista ha sido muy amplia, además de Rhapsody, lo hemos escuchado junto a Vision Divine, Labyrinth, Kamelot y Angra, entre otras bandas. ¿Cuáles son los cantantes que considera sus maestros?

Muchos me conocen como vocalista de power metal, pero la verdad no pienso que sea un cantante de metal clásico, porque mi estilo no es siempre el falsete, mi voz tiene una versatilidad que me gusta aprovechar. De hecho, soy un tenor que tengo casi todas las notas de un barítono, me faltan solo dos notas, y tengo una octava de bajo, que casi no se usa en el heavy metal. Pero, puedo decir que he aprendido mucho de Freddie Mercury, Bruce Dickinson, Ronnie James Dio, Geoff Tate, Luciano Pavarotti, David Coverdale, del cantante de A-ha, el vocalista de Marillion, incluso el de Depeche Mode, entonces son muchos cantantes de músicas diferentes. Pienso que es importante aprender de diferentes estilos, porque así tu propio estilo es más completo. Pero debo aclarar algo muy importante, que yo nunca intenté imitar o sonar como ninguno de ellos, porque para un vocalista es fundamental buscar un estilo de cantar propio, y si tú tienes la suerte de tener un timbre de voz único eso ayuda muchísimo.

Al principio no era muy afinado, no tenía mucha experiencia, pero ahora, con los años y el dominio de los idiomas, puedo tardarme hasta 20 minutos grabando una canción. Recuerdo que el primer álbum de Rhapsody me costó mucho trabajo de grabar, tenía 23 años y era la primera vez que estaba en un estudio.

Creo que he tenido buena fortuna, porque mi timbre de voz es fácil de reconocer, es como cuando tú escuchas a Dio o a Ozzy, después de 4 segundos lo reconoces, claro, te pueden gustar o no, pero son voces únicas. A mí me pasó que, cuando empecé a cantar, en el power metal habían muchos vocalistas muy buenos, pero a veces parecía que cantaban igual. Tengo una anécdota al respecto con mi mamá, ella no escucha metal, pero si tú le pones alguna canción de cualquier banda de metal, bien sea de Queensryche o Helloween, siempre dice: “Fabio, ese eres tú”. Ella no percibe las diferencias, quizá sí con Andre Matos, que tenía una voz muy fina, pero la mayoría de vocalistas le parecen lo mismo. Por eso es muy importante cultivar un estilo propio, el mío que es muy operístico quedó muy bien en Rhapsody.

—¿Y qué opina de los vocalistas nuevos de Rhapsody?

Cuando se dividió la banda, llegaron otros cantantes, Alessandro Conti con Luca Turilli’s Rhapsody, y Giacomo Voli con Rhapsody of Fire, ambos son técnicamente increíbles. Pero creo que ahora falta un color de ópera en la voz que era muy del estilo original de la banda, es como si tú escucharas a Michael Kiske en Manowar, sería impresionante, pero no tendría ese color épico de Eric Adams. Ese color épico y operístico fue muy importante para Rhapsody.  Y en un principio, como vocalista, yo encontré en Luca a un compositor y guitarrista genial, y él supo aprovechar mi voz para las canciones de la banda y, al mismo tiempo, Alex Staropoli, un tecladista virtuoso y gran narrador de historias, le imprimió ese otro elemento de fantasía que hicieron a Rhapsody único, fue una coincidencia espectacular.