La adolescencia es la época dorada en la vida de muchas personas: los primeros amores, los amigos verdaderos, las fiestas y paseos inolvidables, el primer contacto con el sexo y el descubrimiento de lo que se quiere ser en la vida. Unos años que después, en la insatisfacción de la adultez, se miran con nostalgia y un afecto a veces doloroso. Existe también la otra cara de la misma moneda, un porcentaje de personas para las cuales la adolescencia es la peor época de sus vidas, no solo algo que quisieran olvidar, sino que desearían que nunca hubiera pasado y que no querrían repetir por ningún motivo. Años que borrarían de la existencia de ser posible. Algo similar a esto último le sucede al protagonista de ‘La manada’ (Temas de Hoy, 2021), la primera novela de la escritora y feminista colombiana María del Mar Ramón.
Hache, el desdichado personaje que por querer encajar con sus nuevos compañeros de un colegio masculino acaba destruyendo varias vidas sin llegar a entender cómo y, cuando logra algo cercano al entendimiento, ya es demasiado tarde para cambiar cualquier cosa. La novela explora y disecciona los motivos por los cuales se comete un homicidio involuntario por parte de un grupo de muchachos de un colegio masculino y religioso durante su último año de secundaria. “Era una idea que tenía desde hace tiempo. Supongo que de ver tantos casos iguales, tenía una obsesión con imaginarme los instantes en los que se toman esas decisiones grupales. Una curiosidad feroz por saber qué piensan, cómo se ponen de acuerdo, cuál es el lenguaje que usan personas que yo intuía tenían valores distintos, para dejarlos de lado y ser capaces de lastimarse a ellos mismos o a alguien más motivados por la presión de los otros. No me interesaban tanto las explicaciones teóricas, sino imaginarme ese instante decisivo: el sonido, la imagen, las emociones que suceden ahí”, señala la escritora.
‘La manada’ empieza de forma desconcertante, fuerte, y luego va retrocediendo, a veces unos días, en ocasiones años o décadas, para luego regresar al presente. Siempre persistiendo una sensación de suspenso, de querer saber cómo se va a llegar al capítulo con el que iniciamos; parece tan increíble lo que nos han mostrado, que se genera una intriga por conocer el desarrollo de los eventos, el porqué de la desgracia. ¿La catástrofe/caos tiene acaso una explicación racional?, ¿algo que logre satisfacer y calmar las ansias de entendimiento?
María del Mar siempre concibió su obra con saltos temporales y rompiendo la linealidad. “Yo quería contar otras cosas del contexto de esa época (2004), y las familias me servían para narrar otras realidades, otras dificultades, otros mundos y geografías diferentes a las de los muchachos. Además, me interesaba mucho contar esas historias, que a veces parecen etnografías, desde las perspectivas de las mamás de ellos. Otra razón es que cuando escribía sentía una necesidad por darle cierto aire a la historia, me daba la sensación de que los momentos entre ellos eran tan angustiantes, tensos y opresivos, que como escritora (y también como lectora) me pareció inevitable romper la linealidad para darles aire tanto a los personajes como a quien lea la historia”.
María del Mar Ramón será una de las invitadas presenciales a la Feria Internacional del Libro de Cali 2021, que se realizará entre el 21 y 31 de octubre.
En ‘La manada’, el lector se va a encontrar con un abanico de personajes, la mayoría de familias de la clase alta bogotana que de una u otra forma acaban pagando un costo muy alto por mantener las apariencias de estatus y que siempre cargan desdichas e infelicidad por vivir en una sociedad depredadora. Por brutal que pueda parecer, ¿es realmente así la clase alta colombiana? “Es muchísimo peor. No creo que haya una élite más endogámica, brutal, mezquina, tonta y cruel que la colombiana. Que además administra el gobierno y el estado sin dejarle la oportunidad a nadie de otra extracción de sentarse en esa mesa de toma de decisión. Una clase social dedicada a vaciar y erradicar lo público, y a vaciar de sentido la demanda popular. Me preocupa que, de hecho, cada vez pensemos más la diversidad en términos de orientación sexual e identidad de género, pero que eso nos distraiga de pensar en la diversidad de clases en los espacios donde llevan sus vidas las personas colombianas”, afirma la escritora.
La novela muestra un panorama gris e insatisfactorio, repleto de deseos y ambiciones no satisfechas, inseguridad, abuso, violencia emocional y física, apariencias sostenidas a toda costa y un vacío enorme que muchas veces parece a punto de tragarse a los personajes.
Violaciones en grupo, identidad sexual no reconocida, la promiscuidad como forma de aceptación social, la falta de dirección y de metas. El miedo a no encajar en los patrones y roles establecidos y dictados por una sociedad heterogénea. La carga emocional de vivir con una máscara todo el tiempo. El terror al rechazo. Los errores estúpidos que se cometen en la adolescencia, la mayoría de las veces sin entender cómo ni por qué; errores con los que a veces toca cargar el resto de la vida. No todo lo que sucede en la juventud pasa o se supera, no todo tiene solución, en especial la muerte.
En lo que respecta a la escritura de María del Mar Ramón, se aprecia un cambio de registro muy interesante entre el cuento “El deseo es una cicatriz”, incluido en la antología ‘Cuerpos: veinte formas de habitar el mundo’ (Seix Barral, 2019) y ‘La manada’, aun cuando en ambos se explora el deseo insatisfecho y el hecho injusto de mantener una postura para poder ser aceptado. En el relato de Cuerpos, el registro era mucho más íntimo y con una voz femenina; en ‘La manada’, el narrador deja entrever algo de ese desconcierto, nostalgia y tristeza ante las acciones que nos va mostrando. “Son temas que a mí me interesan muchísimo, y me parece que les damos menos importancia de la que tienen. Creemos que la necesidad de pertenencia es algo menor, que puede ser acallada de otra manera, y yo creo que esa urgencia es súper vital. Tan vital como odiosa y mezquina, pero es una pulsión humana que, aunque no nos gusta reconocer y aunque nos venden y promocionan que “hagas tu vida sin importar lo que piensen de ti”, la verdad es que a todos y todas nos importa y nos preocupa eso en distintos niveles. Tanto en la novela como en el cuento hay una razón que transversaliza esa urgencia por aceptación: la clase social. Yo creo que ese sistema de castas colombiano, que es la clase, es tan inflexible e implacable y tan importante para la gente, que están (estamos) dispuestos a muchas cosas con tal de no sacrificarlo o ponerlo en riesgo. Además de eso, en la novela se profundiza la validación de los pares varones para los hombres adolescentes. Aunque yo creo que se da de una forma diferente y que es potencialmente violenta, no creo que nadie (ni varones, ni mujeres, ni adultos, ni niños) estemos exentos de esa presión social de lo que piensen los demás”, dice la autora.
Es notable cómo María del Mar Ramón va hilando la historia en medio de estos personajes desdichados, que han tenido que conformarse con existencias que nunca imaginaron y de las que quisieran salir, pasando por la lástima y el asco que se siente ante un grupo de adolescentes que, de manera poco sorprendente, no tienen idea de lo que están haciendo ni a dónde van a llegar. Asimismo, la forma cómo la escritora se desenvuelve entrando en la psique masculina y narrando desde ese punto de vista. “Yo intenté escribir personajes complejos, llenos de matices, de emociones, de motivaciones y de temores distintos. Intenté evitar los lugares comunes y juicios morales desde la escritura. Creo que al imaginarme que era una experiencia tan distinta a la mía me fue más divertido y estimulante describirla, esa alteridad. Al mismo tiempo, me parece que hay una constante en la vulnerabilidad identitaria de la juventud. Es muy difícil ser adolescente, pero también es un momento muy egoísta de la gente, más de la gente de clases altas. Eso nos resulta chistoso cuando somos adultos, pero es una experiencia muy tortuosa para todas y todos”.
Aunque los lectores pueden llegar a sentir rabia y pena por los adolescentes de ‘La manada’, también es posible que les despierten otras emociones. “A mí me interesa que la gente también se incomode mientras lee, no sólo por las escenas o los personajes, sino por sentir cosas que comúnmente no pensó que sentiría ante narraciones violentas. Espero lograr eso: que los lectores se sientan sorprendidos ante sus propios sentimientos por estos muchachos”, dice María del Mar.
‘La manada’ es una novela que está en comunión, en palabras de su autora, con obras como ‘Los estratos’ de Juan Cárdenas, ‘Crimen y Castigo’ de Fiódor Dostoyevski, ‘¡Que viva la música!’ de Andrés Caicedo, ‘Tengo miedo torero’ de Pedro Lemebel y ‘Las chicas’ de Emma Cline.
“Para mí fue muy importante escribir a estos personajes y esas situaciones; para poder entenderlos, para simpatizar con ellos y de alguna forma para perdonar a todos los chicos que han sido ellos”.
María del Mar Ramón