Los escritores Andrew Maltés y Arturo Torres M. han trabajado a cuatro manos en libros de divulgación para niños y jóvenes como ‘Todos somos genios’ y ‘Todos somos oro’, en los que a partir de perfiles de personajes de las ciencias, las humanidades y el deporte, animan a sus lectores para que asuman los retos del presente y hagan historia. El dúo de escritores regresa ahora con el título ‘Episodios extraordinarios del ingenio humano’, que cambia el enfoque narrativo anterior, dejando las biografías para centrarse en los hechos, pero no como en una crónica histórica, sino tejiendo redes que conectan ideas y personas desde el pasado al presente, demostrando cómo los grandes descubrimientos e inventos moldearon nuestra vida en la actualidad.

De esta forma, por ejemplo, el lector puede entender cómo una mujer que vivió en Alejandría, durante el siglo I D.C., fue quien realizó los primeros experimentos químicos con condensadores y alambiques, en los que destiló aceites y descubrió el ácido clorhídrico. Que además, María la Judía —como se conoce esta mujer—, ideó el proceso de cocción uniforme que aún hoy se utiliza en restaurantes y laboratorios, llamado apropiadamente “el baño María”. Pero, en el relato de Maltés y Torres, su historia se enlaza con la de otra alejandrina, Hypatia, la filósofa que perfeccionó el astrolabio para observar las estrellas. De este modo, la química y la astronomía que ayudaron a desarrollar estas mujeres, determinaron que en el siglo XVIII, dos médicos españoles, una enfermera llamada Isabel Zendal, y 22 niños, hicieran la primera expedición médica internacional para llevar la vacuna contra la viruela a América. Y la historia que inició María la Judía, luego se conecta con la higiene y la teoría microbiana de Luis Pasteur en el siglo XIX, así como con las medidas de salubridad pública que hoy siguen en todo el mundo. Son en total 10 aventuras de la humanidad, cada una narrada en pocas páginas y con ilustraciones de Mónica Peña Herrera.

Andrew Maltés es el seudónimo de un escritor caleño, sociólogo de profesión y con larga experiencia en el sector editorial, viajero y bibliófilo que reúne datos y curiosidades que encuentra entre miles de páginas y lugares, para luego tejer sus relatos junto a Arturo Torres. Relatos que ningún niño y joven deberían perderse, y sobre todo que ningún adulto debería dejar de leer.

—¿Por qué Andrew Maltés?

Es un tributo a un personaje de novela gráfica del artista italiano Hugo Pratt, que se llama el Corto Maltés; y también por la Isla de Malta, un pequeño país independiente, con una gran historia y que conserva su propio idioma.

—¿Por qué decidieron escribir divulgación para el público infantil y juvenil?

Escritores de no ficción infantil y juvenil en Colombia hay pocos, ¿no sé por qué? Hay muchos desde la ficción, pero para escribir sobre hechos reales no se encuentran. Nosotros ya habíamos escrito no ficción en nuestros dos libros anteriores, hablamos de personas que ganaron los Premios Nobel y de otras que, aunque no lo ganaron, lo merecían. Así nos dimos cuenta de algo, que más allá de sus biografías, muchas ideas quedaban por fuera y que sus historias se comenzaban a entrelazar. Y, justamente nosotros estábamos buscando eso, contar la historia de otra manera.

—¿Y cuál fue esa forma?

Como decía Nietzsche, la historia se puede contar de tres formas y deben tener siempre un equilibrio: la primera es la épica, sobre los héroes y sus hazañas; la segunda es la historia de lo cotidiano, de las cosas y objetos; y la otra forma, es la crítica, desde las opiniones. Siento que en los últimos años se ha contado mucho desde la crítica, y también desde hechos como la guerra y las transformaciones políticas, pero muy poco desde lo cotidiano que son todas las cosas que nos afectan directamente y a diario.

Si vas a la tienda y compras un pan, allí tienes toda la historia humana desde la revolución agrícola. Fue cuando se nos ocurrió que podíamos contar la historia del ingenio humano, pero buscando que los hechos se mezclaran, algo como el “efecto colibrí”, según el cual una buena idea engendra muchas otras buenas ideas. Así que nos pusimos a analizar y encontramos que todo está conectado, solo es cuestión de contarlo de esa forma, por ejemplo, si no hubiera existido la imprenta, no tendríamos las vacunas, aunque no parezcan relacionados a primera vista. Pero hay que pensar lo siguiente, la imprenta produjo libros, lo que generó que después de los 40 años la gente no viera bien y se hicieron necesarias las lupas, con el desarrollo de lentes, de ahí los telescopios y luego los microscopios, lo que permitió acceder al mundo de las bacterias, gérmenes y virus. Nos pareció muy entretenido contar esas conexiones inesperadas entre buenas ideas.