Con un trasfondo que los lectores colombianos podrán identificar, e infame por el estigma que ha dejado, los relatos del libro ‘Los otros siempre tienen la razón’ de Natalia Maya (Rey Naranjo Editores, 2019) transitan por la Medellín de los años 80 y 90, justo cuando el narcotráfico y la mafia estaban en su época más gloriosa e impune.
Sin embargo, lo interesante es que la autora, en lugar de adentrarse en los lugares comunes de la cultura mafiosa que ya resultan desgastados y aburridos (la jerga de los sicarios, las mulas, las prepagos, etcétera), crea personajes que están en la periferia de esa sociedad, unos ‘outsiders’ si se quiere, y que contemplan en lo que se ha convertido su ciudad con tristeza, asco y una apatía gigante en muchos casos.

Más interesante aún es que todos estos outsiders sean mujeres jóvenes. Ellas tratan de soportar su existencia en medio de ese mundo viciado de narcos y traquetos, a veces intersectando en sus devenires con elementos de esa calaña y, en otras, solo siendo testigos de su corrosiva influencia.

La chica con un defecto físico (displasia de cadera) que en el colegio veía cómo muchos de sus compañeros abandonaban los estudios para entrar al negocio, deslumbrados por la ostentación y el lujo fácil (solo para terminar muertos poco después).

La joven que, por más que no quiera defraudar a su madre y desee conservar un trabajo que le brinde bienestar, no puede evitar recaer en la adicción que la esclaviza. La niña huérfana que debe irse a vivir con las tías solteronas que la desprecian y que, en medio de -y quizá a causa de- la desidia que le producen, hace un curioso descubrimiento en el patio de la casa que las horroriza.

La llamada de esperanza que podría haber impedido un suicidio pero que llega unos minutos demasiado tarde y no logra evitar nada. Un profesor universitario retirado tiene un contrato para escribir un libro pero una sensación de fracaso, un error y un miedo antiguo que carga, más una adicción que siempre vuelve, le hacen difícil finalizar el proyecto.

Como lo afirma uno de los personajes: “La depresión, el alcohol, las drogas y la pobreza son enfermedades pasivas que terminan por acabar con las vidas de quienes las padecen”. Historias como estas son las que van a encontrar los lectores en el libro de Natalia Maya, quien había aportado previamente un relato a la antología ‘Puñalada Trapera: Antología de cuento colombiano’. Varios Autores (Rey Naranjo Editores, 2017).

Lo curioso de estos nueve relatos, aparte de la voz narrativa, las descripciones precisas, la manera como son retratados el alcoholismo, la adicción y la soledad, es la ausencia de figuras masculinas importantes en la configuración del entorno de los personajes. Mujeres jóvenes que viven con sus madres, el padre siempre ausente o muerto ya, las tías solteronas, las amigas de la madre y algún animal de compañía se convierten en la cotidianidad de estas mujeres. Los novios, amigos y amantes son circunstanciales, accesorios; a veces cumplen una función, pero en la mayoría de las ocasiones solo dejan un vacío y su influencia en la vida de las protagonistas es escasa o nula. Esta peculiaridad brinda una sensibilidad interesante al conjunto de cuentos, da fuerza a la narración y la hace diferente, fresca y hasta necesaria por la particularidad de la visión que nos brinda.

Los mejores cuentos son ‘Cementerio de perritos’, ‘Los otros siempre tienen la razón’, ‘Razones mal dadas’, ‘El cuarto oscuro’ y ‘Take a walk on the wild side’ (dato curioso: la mujer alcohólica de ‘El cuarto oscuro’ podría ser la misma que luego aparece en ‘Take a walk on the wild side”’ alcanzando algo parecido a una curiosa -y no exenta de humor negro- redención).

Para los lectores que siempre están en la búsqueda de más y mejor literatura, que quieren descubrir voces nuevas y diferentes, vale la pena pasearse por las páginas de ‘Los otros siempre tienen la razón’.