La balada de los bandoleros baladíes (como alguien podía pensar por su título) no es un libro para niños. En el mejor de los casos es un libro para dejar de ser niño.
Si a usted le asusta la sangre, no lea esta novela.
Si a usted le asusta (o le molesta) el lenguaje altisonante, no lea esta novela.
Si usted es un mojigato, un espantado, un snob, un tiquismiquis, no lea esta novela.
Si usted es un militar, un narco, un secuestrador, un camello, un yonqui (falso/verdadero), no lea esta novela.
Si usted es de los acuden a las presentaciones de libros pero nunca los compra, entonces sí, usted debería leer esta novela (y comprarla).
La balada de los bandoleros baladíes es una enorme flor del mal que, en su laberíntica arquitectura, poco a poco, va devorando todo: la esperanza, la dignidad, la belleza, el tremendismo, la ternura. Todo.
Si usted es un persignado, no lea esta novela.
Si usted es de los que se solaza leyendo la nota roja, no lea esta novela.
Si usted es de los que se solaza leyendo la nota de sociales (donde se canta la belleza de quinceañeras y de novias -lo cual es peor que leer la nota roja-), no lea esta novela.
Si usted es un lector cosmopolita, un exquisito, un perseguidor de modas y un devorador de solapas (para estar al día), no lea esta novela.
La Balada de los Bandoleros Baladíes es un libro inmisericorde que, como la realidad, de la cual se nutre, no tiene contemplaciones. Pocos libros como éste dispuesto a perder a sus lectores con tal de seguir fiel al mundo que inventa (no al que copia). Si usted es de los que cree que la literatura debe conservarse lo más lejos de la realidad, no lea esta novela.
Si usted es de los que cree que en una novela todo debe ser inventado, tampoco la lea.
Si a usted le gustan las historias lineales y simplonas, no lea esta novela.
La Balada de los Bandoleros Baladíes recibió el Premio de Primera Novela Sergio Galindo en 2010, siendo publicada al año siguiente en México por la editorial de la Universidad Veracruzana. En 2014 también fue publicada en Cuba, pero estas ediciones se agotaron.
Un laberinto
La Balada de los Bandoleros Baladíes es un laberinto donde el Minotauro (de la violencia) acosa y es acosado por el Perseo de las ilusiones perdidas.
Porque si algo nos enseña esta inquietante novela, es que quien pierde la esperanza, quien no posee ternura, quien pierde las ilusiones está muy cerca de convertirse en un monstruo capaz de todo.
La Balada de los Bandoleros Baladíes es, o asume, la forma de un laberinto, porque en ella todo está roto, disperso e incompleto; lo mismo las historias que los personajes. A todos la vida (o la violencia) les ha dado o quitado algo que los hace diferentes, monstruos, minotauros en búsqueda de constantes víctimas. Si usted es de los pedantes que bajo cualquier pretexto quiere equiparar el pasado colombiano con el presente mexicano (como si se tratara de dos cosas diferentes), no lea esta novela.
La balada de los bandoleros baladíes es, o asume, ya lo dije, la forma de un laberinto en el que a medida que avanza el lector va teniendo una idea más clara y aterradora de la historia, y todo aquello que parecía suelto empieza a unirse y a cobrar un más hondo sentido.
De estremecimiento en estremecimiento, de horror en horror, la novela es a un tiempo un descarnado testimonio y una muestra de lo mucho que puede hacer la literatura con cualquier material (incluso cuando, como en esta ocasión, su autor haya decidido jugársela y trabajar con la violencia y la muerte).
Si usted entiende por “balada” los cursis berridos que suenan por la radio, no lea esta novela.
Pero si usted desea aventurarse por el mundo interior de un asesino (de mentiras) como tienen que ser los personajes de una novela (pero que parecen de verdad), si usted desea recorrer las sendas que lo llevaron a convertirse en alguien capaz de todo; si usted desea leer una novela donde no hay sitio para la piedad, porque tampoco parece haberlo en el mundo, una novela rica en invenciones (que simulan la realidad en sus más brutales expresiones), entonces no lo dude y lea La balada de los bandoleros baladíes de Daniel Ferreira, estoy seguro que no habrá de decepcionarle.