1. Proemio
Telones abajo, las luces apagadas y cientos de sillas vacías. Así lucen hoy las quince salas de teatro de Cali, que ya completaron 120 días cerradas al público. Debido a la pandemia del Covid-19, en su interior dejaron de oírse las ruidosas carcajadas y susurrados llantos, ya no ocurre más ese milagro del aplauso, razón de ser de los artistas dramáticos. Desde que a mediados de marzo el gobierno nacional decretara que, previniendo los riesgos de contagio masivos por coronavirus, no podrían realizarse eventos con aglomeraciones de personas, entonces, como en una obra dentro de una obra, las instituciones teatrales nacionales entraron en un proceso de espera angustiante que cada día se alarga más.
Ante las desalentadoras noticias diarias del incremento de contagiados y fallecidos en Colombia por Covid-19, todas las personas (artistas, gestores y equipos administrativos) que integran las 15 salas de teatro caleñas viven en una permanente incertidumbre, ya que su regreso a los escenarios y el anhelado reencuentro con el público se aleja con cada nuevo comunicado sobre la pandemia. El 15 de marzo cuando todas las salas de teatro en Cali ya habían cerrado, solo se habían diagnosticado 39 casos de Covid-19 en el país, a la fecha la cifra supera los 106.000 contagiados, de los cuales la mitad aún siguen activos. De modo que como los personajes de Samuel Beckett en esa obra del absurdo llamada ‘Esperando a Godot’, las más de 250 personas de este gremio cultural no optaron por el pesimismo de Estragón: “No hagamos nada, es lo más prudente. Es inútil esforzarse”, y escogieron la esperanza de Vladimir: “Aún no lo has intentado todo. Vuelve a la lucha. Tardará en llegar, pero valdrá la pena”.
De hecho, no es la primera vez en la historia que los teatros han debido detener sus actividades por una pandemia. Entre el siglo XVI y XVII, cuando William Shakespeare y los dramaturgos isabelinos escribían y presentaban sus obras en los teatros de Londres, hubo al menos 5 brotes de peste bubónica, la última de ellas en 1665. Se sabe que durante la cuarentena que padeció en 1605, Shakespeare escribió ‘Rey Lear’, ‘Macbeth’ y ‘Antonio y Cleopatra’, apenas. No obstante, los teatros se resienten económicamente durante estos periodos alejados del público, incluso el legendario Teatro Globo, originalmente fundado por la compañía de actores de Shakespeare en el siglo XVI, y que fue reconstruido en el siglo XX, recibía más de un millón de asistentes al año hasta que inició la pandemia del Covid-19. Solo resistió dos meses al aislamiento. El 18 de mayo pasado los directivos de El Globo anunciaron al mundo del arte que: “no seremos capaces de superar esta crisis”, de paso enviaron una carta al parlamento donde solicitaban un auxilio de al menos 5 millones de libras (5,6 millones de euros) para mantenerse con vida, ya que habían perdido más del 20% de sus sustento debido a la cancelación de sus funciones.
“Covid-19 es una amenaza existencial para los teatros de Gran Bretaña. Deben sobrevivir con poco o ningún ingreso hasta que el público regrese”, publicó The Economist el pasado 22 de junio, en una nota titulada con cierto humor negro: ‘¿Continuará el espectáculo?’. De acuerdo a esto, para las más de 200 salas de teatro que existen en Colombia, el escenario es de inminente tragedia. Solo en Bogotá, con más de 70 salas de teatro, la mayoría de ellas para sobrevivir tienen como única opción salvavidas aplicar a las convocatorias nacionales y distritales, aunque no hay posibilidad para todas, por ello algunas salas que arriendan sus espacios están a punto de entregarlos. Hace poco se conoció que La Casa del Silencio, teatro gestual creado por Juan Carlos Agudelo, discípulo de Marcel Marceau, no pudo resistir la pandemia y tuvo que clausurar su proyecto de más de 20 años. En Medellín con cerca de 40 salas de artes escénicas, algunas de las principales como el Teatro Pablo Tobón Uribe redujeron a la mitad el sueldo de sus empleados, mientras que el Teatro El Prado cuyos propietarios son la compañía ‘El Águila Descalza’, despidió a parte de sus colaboradores. , Cristina Toro, actriz y directora de este teatro, expresó en su momento una verdad de su arte, “el teatro no puede reinventarse ni adaptarse a la virtualidad. El teatro es una tradición milenaria que requiere de contacto entre actores y público”.
Ahora bien, la ciudad de Cali fue antaño cuna del teatro nacional, desde donde se conocieron figuras irremplazables como Enrique Buenaventura y Fanny Mikey, cuyos legados trascendieron el ámbito local y nacional de la cultura escénica, definiendo los paradigmas modernos de su arte, en el caso de Buenaventura, y estableciendo las bases una industria teatral estable, en el caso de Mikey. De esa época de esplendor teatral hoy Cali conserva un pequeño circuito de 15 salas de teatro, entre las que se encuentran: Cali Teatro, Teatro La Concha, Espacio T, Teatro de Títeres Castillo Sol y Luna, Casa de los Títeres, Colectivo Teatral Infinito (CTI), Teatro El Telón, Fundación Teatral AESCENA, Domus Teatro, Teatro El Presagio, Teatro Casa Naranja y Teatro La Máscara, que conforman la Red de Teatro Independiente Cali. A este circuito teatral también pertenecen tres instituciones fundamentales como son: Teatro Esquina Latina, Teatro Salamandra y el Teatro Experimental de Cali (TEC). Excepto El Telón que no tiene un espacio propio, todas son salas concertadas. En conjunto, estas 15 salas de teatro que hoy aguardan a su público, son uno de los gremios con más impacto a nivel social y artístico en Cali en los últimos 50 años, que mantienen viva una tradición teatral que sabe reponerse a casi cualquier dificultad que se le presente, salvo que sea una pandemia de proporción planetaria como la del SARS-Cov-2 que actualmente tiene en riesgo de desaparecer a algunas de estas instituciones, afectando los proyectos de vida de personas comprometidas con su arte y su ciudad, para quienes el teatro no es un negocio sino un componente para la convivencia sana de una sociedad.
Ellos han dado lo mejor de sí mismos para dejar en alto la dignidad cultural de Cali. Por eso este también es un drama individual, el de cada director y directora, de sus actores, gestores, técnicos, comunicadores y administradores, luchando desde su cotidianidad, sobreponiéndose a una permanente angustia del futuro inmediato. Son ellos quienes nunca han trabajado en un medio propicio para el arte teatral, en una ciudad que cada vez abandona más su sensibilidad a espectáculos irreflexivos y estériles. Ellos y ellas en su aislamiento son los actores de un drama real, uno que solo tendrá fin el día que el público regrese a sus teatros. Pero, mientras llega el esperado Godot, solo con el apoyo de las instituciones públicas y de los fieles amantes del teatro, estas 15 salas caleñas sobrevivirán a la pandemia.
2. Dramatis personae
(Donde los personajes de diferentes generaciones cuentan el momento en que fueron convertidos al arte escénico y describen el camino abierto por un maestro común).
Orlando Cajamarca, 66 años. Director y fundador del Teatro Esquina Latina, institución con 35 empleados. En 1973 llegó a Cali para estudiar medicina en la Universidad del Valle, “yo soy de origen campesino y tuve la fortuna de llegar a una ciudad cosmopolita, que era la Cali de los 70. Esa efervescencia política, filosófica y cultural de entonces me atrapó y me cambió la vida para bien, aunque yo igualmente me formé como médico, algo que sería fundamental para mí, sin embargo yo decidí dedicarme al teatro. La responsable de eso fue Cali y su impresionante fuerza cultural. Si yo hubiera llegado a Cali el día de hoy, no me hubiera pasado lo mismo. Seguramente estaría dedicado a la cirugía plástica”.
Beatriz Monsalve, 57 años. Directora y fundadora del Teatro Salamandra, que cuenta con 12 empleados. A sus 12 años vio por primera vez la obra ‘Los papeles del infierno’ de Enrique Buenaventura, realizada por el Teatro Experimental de Cali (TEC). “Entonces tuve conciencia de que el teatro es un arte para representar la vida, para decir lo que muchas veces tenemos que callar, para mover fibras y conmover corazones. Mi amor por el teatro floreció en el TEC, allí aprendí lo que es la disciplina del oficio, el rigor, la investigación, el estudio. Allí recibí grandes enseñanzas de mis maestros Enrique Buenaventura y Jacqueline Vidal. Para ellos todo mi reconocimiento y agradecimiento eterno”.
Álvaro Arcos, 74 años. Director y fundador de Cali Teatro, tiene 19 colaboradores entre artistas y equipo administrativo. En 1964, cuando tenía 18 años asistió a una función de Edipo Rey de Sófocles en el Teatro Municipal, desde entonces supo que el teatro puede ser “el alimento espiritual de todo un pueblo”. Por lo que él decidió dedicar su vida a proveer de ese alimento a su ciudad y en 1989 fundó su propia compañía
de teatro “con el horizonte puesto en los habitantes caleños”.
Leandro Fernández Trochez, 54 años. Director de la fundación teatral Espacio T, con 13 personas vinculadas laboralmente. Pertenece a una familia con larga tradición artística, de sus siete hermanos cinco son artistas: pintores, músicos y teatreros. “Desde que tengo uso de razón voy al TEC. Mis hermanos y una cuñada, junto con Enrique Buenaventura y su grupo del TEC, construyeron con sus propias manos la sala del TEC, así que mi vida ha transcurrido en el teatro. Recuerdo que a veces llegaba del colegio y mi casa estaba sin sala o sin comedor, era que mis hermanos la necesitaban como escenografía”.
John Jairo Perdomo Restrepo, 52 años. Director y creador de la Corporación Teatral Casa Naranja, 14 artistas y docentes dependen de esta institución. “Mi primera experiencia en una sala de teatro caleña fue de niño en el Teatro Experimental de Cali (TEC), viendo las Aventuras del Pícaro Conejo, fue una experiencia de magia viva ante mis ojos”, recuerda. Ese amor por la magia escénica lo llevó en 1996 a fundar la Casa Naranja en el oriente de Cali, con el objetivo de crear procesos de paz y convivencia a través del arte con niños, niñas y jóvenes del distrito de Aguablanca. “Mi amor por el teatro viene de las amplias posibilidades para construir una sociedad que piensa con el otro, porque me permite ser para servir y soñar para crear”.
Jorge Luis Zabaraín Castillo, 47 años. Director de la Fundación de Teatro y Artes ‘Yolanda García Reina’ (Teatro La Concha), tiene 5 empleados de planta y 10 artistas colaboradores. En los años 90, Jorge conoció al maestro Buenaventura y su obra teatral en el TEC, esto lo motivó a incursionar en la escena caleña, pero con una propuesta propia. Entonces, en 2007 abrió su sala de teatro, cuyo nombre, se refiere a que “la concha es un resguardo que conserva dentro de sí lo más preciado. Y esta sala de teatro busca conservar el ejercicio sagrado de las artes escénicas”.
Camilo Capote, 33 años. Director de la Fundación de Arte Escénico Nacional (AESCENA), que con sus actividades provee sustento a 15 artistas locales. En los años 90 asistió, en la sala del Teatro Salamandra de Beatriz Monsalve, a una función de ‘El enano’ de la compañía teatral Tierra de Carlos Mayolo, toda una revelación. “La sensibilidad que desarrolla el artista para poder estar con otros y compartir, de generar consciencia en uno mismo y en otros, es lo que buscamos lograr con
nuestra fundación a través del arte y la pedagogía”, expresa Camilo.
Gerardo Potes López y Leonor Amelia Pérez Muriel, 64 y 58 años. Directores de La Casa de los Títeres, único teatro en Cali dedicado a las marionetas desde 1998. Hasta el inicio de la pandemia contaban con un equipo de 9 colaboradores, pero 2 se han retirado para buscar otro medio de sustento. “Mi primera obra de teatro fue en mi infancia, cuando vi ‘La lámpara de Aladino’, en el coliseo cubierto Evangelista Mora, y de joven me impactó ‘La ópera de los tres centavos’, que vi en el Teatro Municipal”, Gerardo. “Yo vi muy joven ‘A la diestra de Dios Padre’ de Tomás Carrasquilla en el Teatro al aire libre Los Cristales”, Leonor. Para ambos, el teatro de títeres es “el arte que permite sublimar y exorcizar los sentimientos más puros y demonios más terribles, entrar en catarsis para purgar penas en ese estado de comunión tan particular que permite el títere”.
Melisa Osorio García, 29 años. Gestora cultural del teatro de títeres ‘Castillo Sol y Luna’, hija del director y fundador Reynel Osorio. La institución trabaja con el apoyo de 8 personas vinculadas por prestación de servicios. “El Castillo Sol y Luna nace cuando mi padre, que era docente, se jubiló del Instituto Popular de Cultura (IPC) y decidió invertir todos sus ahorros en la construcción de lo que hoy es este teatro con fachada de castillo, ubicado en la vereda Los limones de Cali”, cuenta Melisa.
Yuly Alexandra Marín, 32 años. Actriz y gestora de la Fundación Domus Teatro, en total su fundación tiene 10 personas empleadas. “Fue en el Teatro Municipal viendo una obra del maestro Enrique Buenaventura que me enamoré de este arte”, dice Yuly, quien desde su adolescencia se involucró en el mundo teatral caleño. “Mi pasión y amor por el teatro es la posibilidad de expresar con gestos y palabras emociones, personajes y pensamientos diversos, porque el teatro te da la posibilidad de ser otros”, afirma.
Harold Molina, 52 años. Director del Colectivo Teatral Infinito (CTI), cuyo equipo cuenta con 20 empleados. “Cuando tuve la oportunidad de pensar en lo que quería hacer el resto de mi vida me inscribí en el Instituto Popular de Cultura (IPC) institución que me dio las bases de este oficio y después de eso siempre he seguido en continuo desarrollo de este arte, ya que me gusta escribir mis propias obras”. Harold, quien trabajó varios junto a Enrique Buenaventura y después estuvo vinculado al Teatro Salamandra, fundó su teatro en 2005, enfocándose en la formación como actores de personas con Síndrome de Down.
Carlos Riveros, 62 años. Director del Teatro El Telón que se compone de 10 artistas escénicos. La primera obra que vio en Cali fue ‘La orgía’ del TEC, aunque ya tenía interés por las artes escénica, en esta ciudad encontró el ambiente propicio para desarrollar su talento. “Cuando estudiaba Economía, en la Universidad Nacional en Bogotá, comencé a enamorarme del teatro en el Auditorio León de Greiff montando obras de García Lorca. Después me trasladé a Cali en el 1987, aquí trabajé en Esquina Latina, y en el TEC como Secretario, mientras estudiaba en Univalle, después de graduarme fundé El Telón, en 1994”.
Ingrid Osorio, 33 años. Directora del Teatro El Presagio de cuyas actividades dependen 20 actores y 6 empleados administrativos. Encontró su vocación en el colegio donde se graduó como bachiller artística, en aquella época asistía a obras y foros en TEC donde recibió las enseñanzas del maestro Buenaventura, recuerda el impacto que le causó ver allí ‘Guinnaru’, una de las obras de la Trilogía del Pacífico. En 2005 decidió crear un espacio de investigación, creación, producción y circulación de las artes escénicas, con el objetivo de construir cultura ciudadana, así nace Teatro El Presagio.
Susana Uribe Bolaños, 43 años. Directora del Teatro La Máscara, con 8 personas a su cargo. “Mi padre era actor del TEC, por lo que desde muy pequeña estuve en contacto con el teatro, y después mi madre fundó en 1972 esta compañía de teatro que ahora dirijo yo. Tal vez de mis primeros recuerdos viendo una obra en Cali, son precisamente en el TEC, en una función de ‘Ópera bufa’, interpretada por mi padre”.
3. Acto Único (Escena I)
(Cuando los personajes expresan cuán difícil es vivir sin su público, aunque no por eso dejarán de estar a la espera del reencuentro).
Álvaro: “Dentro de las dificultades actuales la más difícil de sortear es la ausencia de nuestro elenco de planta y sus rutinarios ensayos, la presencia física de nuestro público, amigos, visitantes y alumnos que son el semillero de futuros actores de este país. En Cali Teatro los ingresos bajaron un 100% y hemos llegado a tal punto que escasamente estamos cumpliendo con el pago de los servicios públicos. El teatro y oficinas están en abandono total”.
Ingrid: “La situación es crítica, sin programación, sin acceso al inmueble, un grave bajón de clientes empresariales, sin recursos económicos, dependiendo de los recursos concursables. Actualmente de los proyectos que estaban vendidos por más 30 millones de pesos, todos se aplazaron, porque las empresas destinaron los recursos de bienestar a sus nóminas”.
John Jairo: “Pasamos por un momento crítico, pues las cuentas siguen llegando y nosotros no hemos podido trabajar por las disposiciones del estado, apenas esta semana nos permitieron reunirnos de manera presencial para realizar las labores de producción de espectáculos virtuales y así articular a las redes de trabajo a las que pertenecemos. Todas las personas de la Corporación Casa Naranja, aunque donamos nuestra labor a este espacio, para poder hacerlo nos empleamos realizando tareas relacionadas con el arte, como talleres, conferencias, asesorías, presentaciones, y esto se detuvo completamente y de manera abrupta”.
Leandro: “Espacio T cerró sus puertas por la pandemia el 14 de marzo, fue nuestra última función con público. Estábamos en la temporada #38, que agrupaba tres obras de teatro: Ajuste de Cuentas, Tic Tac y Ese Dedo, en la que participaban 13 artistas, entre dramaturgos, directores, productores y actores, más los siete que regularmente trabajan en Espacio T como apoyo logístico, habíamos iniciado el año muy bien, con buena asistencia, buenas ventas de taquilla. Pero en este momento, todos, artistas, personal logístico, aseo, oficios varios, estamos sin trabajo y sin un salario. Las funciones de Espacio T eran el trabajo que nos proveía el sustento para sobrevivir, hay varios de nosotros que tienen familia, a quienes pudimos ayudar los dos primeros meses, ahora solo, estamos podemos apoyar a la persona que se encarga del aseo que tiene 4 hijos. Estamos en crisis económica extrema, y sin saber cuánto tiempo pasará para que se nos permita volver a abrir a público. Fuimos los primeros en ser cerrados y los últimos en las prioridades del gobierno nacional”.
Melisa: “En estos momentos sufrimos una situación difícil ya que nuestro arte es especialmente un arte presencial y el aislamiento preventivo nos ha bloqueado un elemento fundamental de nuestro quehacer. Se nos ha dificultado reinventarnos. Estamos esperando que algunos protocolos de bioseguridad que hemos propuesto sean aprobados para poder reabrir nuestra sala. La última función la tuvimos el 15 de marzo, con la obra ‘Las Aventuras de Juan Sin Miedo’ el mismo día que declararon el aislamiento, a pesar de ello tuvimos 2 familias presentes”.
Carlos: “Para el Teatro El Telón es muy difícil, porque en 2016 fuimos desalojados de un espacio por orden judicial, ya que la dueña quiso dedicar su propiedad a un negocio más lucrativo, desde entonces nuestra sede de transición, hasta que logremos adquirir una sala propia, es el Salón Cultural LA MEZQUITA en la urbanización Aguacatal. Actualmente, estamos en una situación muy compleja, en nuestro caso, requerimos cubrir los gastos de arriendo, de servicios públicos, internet, seguridad social, pago de artistas y personal técnico y administrativo, teniendo en cuenta que como no somos una sala concertada no podemos acceder a algunos recursos del estado, es por eso que nos unimos al llamado de un plan de emergencia YA”.
Orlando: “En este momento, hoy a 5 de julio de 2020, no hemos recibido el primer peso de lo público, ni de la Gobernación, ni de Alcaldía, ni del Ministerio de Cultura. Por fortuna nosotros tenemos un buen manejo financiero, hemos accedido a créditos que nos han permitido mantenernos en esta situación, es el único oxígeno que tenemos por ahora a mediano plazo. Si no resuelve esta situación en los próximos 2 meses, tendríamos que cerrar el chuzo. Estamos avanzando con mucha dificultad, y si la administración pública no responde con prontitud, esto se va a volver absolutamente insoportable para todos”.
Álvaro: “Aún no ha salido la convocatoria de salas concertadas que desde junio estamos esperando y nada, para nosotros la sala es importante porque de eso depende nuestro funcionamiento y que no tengamos que cerrar, a estas alturas aún no nos dan respuesta de cuando sale la convocatoria”.
Beatriz: “Igualmente, debemos reconocer que la Secretaría de Cultura Distrital, sus nuevos secretario y subsecretaria, han sido conciliadores, nos han escuchado. Y hemos logrado trabajar en una mesa concertando las políticas para la salas este año. Eso no había ocurrido en otras administraciones. Sabemos que pronto saldrá la convocatoria municipal la cual ha sido concertada con todas las salas de teatro locales. Pero, esto no nos impide hacer un llamado al Concejo de Cali, ya que el presupuesto de cultura para este año fue recortado y disminuido notablemente. El secretario tiene toda la disposición, pero con tan pocos recursos es muy difícil. Lo que tenemos que hacer es rodearlo y solicitar al Concejo no sólo que para 2021 se devuelvan los recursos recortados a cultura, sino que se incremente haciendo honor a ese título de Cali Distrito Cultural y Deportivo. Si miras los presupuestos de todas las dependencias del distrito y los comparas con el presupuesto de cultura, verás la gran diferencia, ahí es donde está el verdadero debate”.
Gerardo Potes: “Creemos que esta situación que bien podría llamarse ‘la época del terror’, a duras penas permite que cada quien solucione a su manera las diferentes falencias que han llegado con la pandemia, desde cómo abastecer su alacena hasta como recrearse para no entrar en angustia y depresión. Los artistas también se han visto sometidos a todo tipo de reuniones y gestiones para tratar de sobrevivir, dejando a un lado a su público por el momento. Con esto está en riesgo de morir la cultura como la conocemos, y en nuestro caso es muy triste, porque principalmente las niñas y los niños, perderán el arte de los títeres”.
Álvaro: El no poder estar ejerciendo nuestra profesión públicamente y el futuro es tan incierto como la aniquilación de la misma pandemia. Es complicada la situación, pero hemos aprendido a sobreponernos recurriendo a nuestro oficio teatral, en ningún momento hemos dudado de seguir con nuestro arte, además nuestro público ha estado pendiente y con muchos mensajes de apoyo, no ven la hora de que volvamos a abrir las puertas”.
Leandro: “En abril, mi esposa ayudó a repartir los 296 bonos solidarios que dio la gobernación y la alcaldía a los artistas, así nos enteramos de personas que no tenían ni para el bus para ir recoger un bono de 75.000$, llegaban a pie. Si la situación de los artistas en este país es precaria en tiempos normales, imagínese como estarán ahora sin poder vivir de su arte. Pero los artistas somos expertos en vivir en crisis, siempre estamos es crisis, siempre nos estamos jugando la vida no solo nuestra si no de nuestros proyectos, estamos acostumbrados a tener hoy y mañana no. Hemos sabido de salas cerradas, eso deprime, da miedo, pero en nuestro caso pues resistiremos hasta donde podamos y la verdad somos bastante resistentes”.
Melisa: “Sin bien es verdad que no poder realizar las actividades que queremos nos conmueve emocionalmente, que nosotros sepamos aquí nadie está de psiquiatra. Por el contrario, nos alegra mucho la solidaridad que ha tenido el sector cultural que frente a esta situación se unió para apoyarnos mutuamente y tener un solo frente como gremio”.
Jorge: “La falta de ejecución del oficio teatral, la situación económica, la demora o ausencia en las ayudas gubernamentales y los altos costos que debemos seguir manteniendo han sumido al sector en la depresión económica y sicológica. Los gobiernos locales y nacionales tienen buenas intenciones pero les falta celeridad en los procesos. Estamos en estado de emergencia. No hay tiempo para la burocracia. Sin embargo, esta pandemia no me ha hecho dudar de mi oficio, lo que ha puesto en duda es la forma como procedemos los terrícolas”.
Escena II
(Del teatro virtual que dicen los personajes no es teatro, pero cuando el público más lo necesita llegan virtualmente con su arte).
Beatriz: “El teatro es un ‘Arte Vivo’ cuya energía se mueve y manifiesta mediante la presencia y relación con el público. El teatro no podría ser virtual, como si lo podrían ser otras artes vivas como la música, la danza, y tal vez los títeres. Pienso que a las proyecciones virtuales de obras de teatro no se les debe llamar Teatro, sino representaciones escénicas virtuales de emergencia”.
Álvaro: “De seguir así, vamos a terminar asfixiados ya que nuestro estilo de oficio cambió por completo y nuestra profesión no se puede desempeñar como debe ser, por más de que tengamos ‘Teatro virtual’ no es lo mismo porque lo nuestro no son programas de telenovelas, esto es un arte vivo. Sin embargo, nosotros no podemos abandonar al público, por eso desde Cali Teatro estamos produciendo cuentos infantiles, narrados por nuestros actores, estos los estamos transmitiendo todos los domingos por la emisora Clásica 88.5 F.M. sin ninguna remuneración, también por nuestro canal de YouTube y por canal de podcasts”.
Jorge: “No hay noticias aún de ingreso de público, así que los planes no pueden ir más allá de la virtualidad, lo cual no es exactamente nuestro oficio. En el Teatro La Concha habilitamos la primera plataforma web en Cali para monetizar nuestras obras, a través de nuestra página www.teatrolaconcha.com, a partir del sábado 27 de junio y hasta el 15 de octubre, iniciamos nuestra primera temporada virtual. En la grabación de algunas obras, en el diseño de la página, en la compra de plataformas de ‘En vivo’, en un plan de comunicaciones y en insumos de bioseguridad para el personal administrativo, hemos hecho una gran inversión. Por ahora estamos cobrando una taquilla virtual diferencial que va de $10.000 a $30.000 que, sin embargo, no equivale ni al 30% de la inversión en tecnología, cobros de Sayco y Acimpro, y honorarios del personal operativo. Pero hasta ahora es la única opción”.
Melisa: “Entre las medidas que se tomaron para el Castillo Sol y Luna fue la de ofrecer y vender nuestras obras de títeres en formatos Video HD, y también participar con proyectos en las convocatorias que el estado ofreció frente a esta situación. Hasta ahora, nos hemos podido mantener gracias a que la fundación tenía ahorros. Pero la verdad es que digitalizar nuestras obras de forma que impacten como impacta de manera presencial también tiene un costo monetario y operativo que debemos suplir”.
Orlando: “En Esquina Latina nos hemos esforzado por seguir llevando nuestro programa ‘Jóvenes, teatro y comunidad’ a 13 grupos de teatro comunitarios en Cali, Valle y el Cauca, lo hemos logrado a través de plataformas virtuales como Zoom, Teams y Skype. De esta forma seguimos impactando a 500 personas al mes, manteniendo pese a las condiciones de pandemia un fuer vínculo con nuestros grupos de bases en las comunidades. Además, algo positivo de esta difícil realidad, es que nuestro programa Radio Esquina que teníamos desde el año 2014, y a través del cual realizamos radioteatro, cobró plena vigencia en estos tiempos de aislamiento. Ahora nuestra actividad se ha concentrado en el radioteatro, logrando crear una programación permanente en nuestra plataforma radioteatro.esquinalatina.org y ya instituimos una transmisión en vivo de radioteatro, todos los viernes a las 5:00 p.m. por nuestro perfil de Facebook. Durante esta pandemia ya hemos realizado 14 programas de radioteatro en vivo, alcanzando hasta 1000 personas conectadas".
TEC: "Ante la imposibilidad, en estos momentos, de reunirnos para expresarnos por medio del teatro, lo mejor que podemos hacer es reflexionar acerca del mismo. Consideramos que las herramientas que nos brindan estos espacios virtuales son necesarias para mantener viva la relación con los espectadores. Por eso desde el mes de mayo venimos realizando encuentros, charlas virtuales, cuadros experimentales con cámara y video performance que se pueden encontrar en nuestra página web www.enriquebuenaventura.org".
Gerardo Potes: “Algunos pocos se han sometido a las lógicas virtuales que el sistema impone como única solución, circunstancias que como institución no nos interesan. Aunque para estar en contacto con nuestro público empezaremos a transmitir obras en este mes. Pero no dejaremos de trabajar por este sueño que tanto bien le hace a nuestra ciudad, ya que una niña, un niño que van a los títeres, serán los espectadores de las diferentes actividades artísticas del futuro, hombres y mujeres sensibles que amen a sus iguales y que respeten el planeta. Somos titiriteros que amamos verdaderamente nuestro oficio y nunca, pese a las adversidades económicas nos venderemos a un patrón o a un jefe para encontrar nuestro sustento”.
Escena III
(Donde se escuchan promesas que llegan desde lo alto).
Secretaría de Cultura de Cali: “Desde la Alcaldía y en conjunto con las salas de teatro caleñas hemos creado una iniciativa que se llama Pasabordo Cultural, a través del cual las salas puedan reabrir y que el arte escénico reviva en Cali. El 16 de junio el Gobierno Nacional permitió la reapertura para la creación y producción artística sin público, igualmente en conjunto con la Secretaría de Salud seguimos revisando y viabilizando los protocolos de bioseguridad para lograr una reapertura en julio, para ello el alcalde Jorge Iván Ospina firmará un pacto por la vida para que los museos, las bibliotecas y los teatros puedan abrir sus puertas atendiendo a los exigencias de bioseguridad, según lo permita el Ministerio de Salud. También continuaremos nuestro apoyo a las salas concertadas con las que venimos trabajando desde enero de 2020, para esto proyectamos una bolsa de 1.100 millones anuales que esperamos seguir manteniendo, y en este mismo mes abriremos la convocatoria de recursos para las salas de teatro”, expresó Diana Marcela Ledesma, subsecretaria de Artes, Creación y Promoción Cultural.
Coro: Desde la Secretaría de Cultura de Cali informaron que la convocatoria está lista para publicarse, puesto que el Certificado de Disponibilidad Presupuestal será firmado esta semana.
Secretaría de Cultura del Valle: “Desde la Secretaría de Cultura Departamental, se ha diseñado una estrategia de apoyo al sector a través del proyecto ‘Domingos infantiles’ que iniciaremos con obras en algunas salas de Cali, Palmira, El Cerrito y Jamundí. Con este programa se apoyarán estos espacios de dramaturgia y a su vez, se continuará con la estrategia de formación de públicos para el arte teatral, dirigido a los niños, niñas, jóvenes y familias del departamento. Este programa se iniciará el 12 de julio en algunas salas de teatro con las cuales se han venido desarrollando procesos anteriormente. Es importante destacar que la Gobernación del Valle del Cauca desde el mes de marzo apertura la convocatoria departamental de estímulos de formación públicos 2020, en la que creadores y gestores de las artes escénicas pudieron participar, y que sacaremos una nueva convocatoria a partir del 15 de julio de 2020, para apoyar a nuestros artistas y gestores Vallecaucanos”.