"En Cali decir ‘jovitesco’ es como decir ‘quijotesco’ en España, porque ella tiene las mismas dimensiones para nosotros. Era una mujer soñadora y mientras unas personas trataban de burlarse de ella, otras la exaltaban como si fuera el Quijote de la Mancha”, comenta Javier Tafur sobre Jovita Feijoo, esa mujer de ojos claros y piel trigueña que recorría las calles de la Cali de los años 50, ataviada de collares y flores, como si se tratara del patio privado de su reino. Esa mujer que lo embrujó con su historia y lo hizo escribir, en 1970, su biografía novelada, que publicó en el 76 bajo el título ‘Jovita o la biografía de las ilusiones’.
Desde ese momento hasta la actualidad, la novela ha sido reeditada unas 14 veces, en un acto de persistencia y empeño del escritor Tafur por hacer permanecer en el tiempo la imagen de Jovita, que en este 2020 está cumpliendo 110 años de nacida y 50 años de muerta.
“Lo que ha hecho Javier es admirable”, comenta Raúl Fernández De Soto, editor de la última versión de la novela, que se lanzó en el marco de la Feria Internacional del Libro de Cali y se postula como una de las ediciones más bellas, porque narra esta historia de Jovita en compañía de imágenes, fotos y esculturas, que muestran la importancia de su presencia en la historia de la capital del Valle.
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“En la novela se narra la calle 15 o la avenida Colombia y ahora los lectores podrán ver el espacio y a las personas ahí con ella (Jovita) en las calles. Se ve a Jovita junto a Rodrigo Lloreda Caicedo en un balcón del barrio Belalcázar, en una reunión de la junta de acción comunal o se ve a Jovita con el presidente Gustavo Rojas Pinilla”, comenta Tafur, quien considera que las fotografías le dan más vida a la obra, porque permite que los lectores sigan el mundo que Jovita conoció, al paso que ella lo recorrió.
“Yo creo que la suma del relato de Javier con todo este tema de las fotografías, de las obras plásticas que se presentan y de las imágenes del Cali de la época, hacen que este sea un libro demasiado apetecido y sobre todo evocativo”, opina Fernández de Soto, quien recuerda que en la obra se pueden apreciar pinturas de Pombo, de Tejada, de Antonio Patiño, de Óscar Esteban Martínez, de María Esperanza Londoño, de Pilar Zea, de Carlos Alberto Zuluaga o las imágenes que inmortalizaron a Jovita, del fotógrafo Fernell Franco.
Sin embargo, cabe recordar que muchas de las fotos que aparecen en el libro vienen del gran archivo fotográfico, “que es patrimonio de todos”, que posee Raúl, donde hay imágenes de la Cali que recorrió.
Jovita, y de la misma Jovita.
Para el editor la importancia de ‘la reina eterna’ recae en que ella “es tal vez el último vestigio de una ciudad que no estaba fracturada socialmente. Lo digo porque Jovita, a pesar de ser una ciudadana del pueblo, una mujer humilde, cuando recorría las calles tenía acceso a todos los estamentos sociales y económicos de Cali; por eso digo que la ciudad no estaba fracturada. Jovita era una mujer humilde que no despertaba reacciones contrarias en la clase social preponderante, hasta el punto en que todos esos vestidos pomposos, esos collares, pavas, pañoletas y faldas, llegaban a sus manos, porque la gente de Cali se las regalaba”.
A él lo que más le impresionaba de Jovita ere su personalidad, que rompía con todos los esquemas y destrozaba las etiquetas. Fernández de Soto recuerda que algunos la consideraban una loca, pero ella no era tal cosa, solo se consideraba la reina, pero no por su belleza, sino que se veía, con seguridad, como la reina de un imperio llamado Cali.
Fernández de Soto, que de joven llegó a conocer a Jovita, recuerda un día en que el río Cali se estaba grabando una película y que ‘la reina’ llegó al sitio, se acercó al encargado y le dijo que ella podría actuar en esa película. El señor rechazó la oferta y ella se fue, tranquila y solo le dijo que se estaba perdiendo de una gran oportunidad.
“Ella no peleaba, no confrontaba como algunos otros personajes típicos de Cali que echaban madres en la calle. Ella no, ella era amable, se hacía respetar con su forma de ser”, comenta Raúl, quien recuerda que Jovita hacía parar el tráfico para cruzar la calle e incluso llegó a conocer y charlar con Rojas Pinilla, cuando era presidente, en una de sus visitas a Cali.
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“Hoy sería impensable que un personaje típico de la ciudad se pudiera acercar al Presidente. Era otra ciudad, otro mundo, los tiempos han cambiado, pero creo que por eso Jovita despierta este sentimiento de simpatía y de carisma en todos los caleños”, comenta Raúl.
Por su parte, Tafur cuenta que lo que más le impresionó de la historia de Jovita, cuando tuvo que investigarla, fue sin duda alguna su entierro multitudinario.
“Su entierro fue extraordinario. Nunca ha habido en la historia de Cali, desde 1536 hasta el 2020, nada tan maravilloso como el acompañamiento que le hicieron a Jovita cuando murió. Cuando ella falleció la encontró una persona, luego llegaron otras dos para llevarla a la funeraria Gaviria, allí la estuvieron velando unas cien personas, cuando llegaron a la iglesia ya eran 300, cuando salieron había 400 y cuando fueron al cementerio eran miles. Fue algo extraordinario. Nadie, ni un personaje del público, ni una celebridad, ella fue la única; es una cosa muy misteriosa, esa adoración por una mujer que era una soñadora”, comenta Tafur.
Fernández de Soto explica que los interesados en conseguir el libro, que llegará dentro de poco a la Librería Nacional, pueden solicitarlo escribiendo a revistaepocas_secretaria@hotmail.com, raulfernandezdesoto@gmail.com o llamando a los celulares 311 6343375, 310 3896909, 312 2573726 o al fijo: 3799449.