En el quirófano, donde el palpitar del corazón y el zumbido de las máquinas se entrelazan, la fe y la esperanza se convierten en aliados invaluables. Ante el umbral de la incertidumbre que representa una cirugía, muchos recurren a la oración como un recurso para encontrar consuelo, fortaleza y, en ocasiones, hasta sanación. Es en ese espacio entre la ciencia y la espiritualidad donde se gesta una de las prácticas más arraigadas en diversas culturas y religiones: la oración previa a la cirugía.
Un vínculo entre lo terrenal y lo divino
En hospitales de todo el mundo, desde los más modestos hasta los más sofisticados, es común presenciar momentos de recogimiento antes de que comience una intervención quirúrgica.
Entre el bullicio de los pasillos y el trajín de los profesionales de la salud, pacientes y familiares encuentran refugio en la fe. No importa la religión que profesen, la oración se convierte en un puente que une lo terrenal con lo divino, ofreciendo un atisbo de esperanza en medio de la vulnerabilidad.
La oración que guía el camino hacia la sanación
“Señor, en este momento de vulnerabilidad y temor, me postro ante ti con humildad y confianza. Reconozco mi fragilidad y dependencia de tu amorosa providencia. Te ruego, Padre misericordioso, que guíes las manos de los cirujanos y todo el equipo médico que estarán a cargo de mi cuidado. Concédeles sabiduría, destreza y discernimiento en cada paso de la intervención quirúrgica.
Fortaléceme, Señor, con tu paz que sobrepasa todo entendimiento. Permíteme sentir tu presencia reconfortante en medio de la incertidumbre. Llena mi corazón de confianza y esperanza, sabiendo que estás a mi lado en este camino hacia la sanación.
Te entrego mi vida y pongo mi confianza en tus manos poderosas. Que tu voluntad soberana se cumpla en mí, ya sea a través de la recuperación completa o a través de los medios que tú consideres mejores para mi bienestar eterno.
Te doy gracias, Señor, por el regalo precioso de la vida y por la oportunidad de recibir cuidados médicos que pueden restaurar mi salud. Que mi experiencia en el quirófano sea un testimonio vivo de tu poder sanador y de tu gracia redentora.
Encomiendo mi vida y mi futuro a tu santa voluntad, confiando en que todo obra para bien de aquellos que te aman. Amén”
*Este artículo fue creado con ayuda de una inteligencia artificial que utiliza machine learning para producir texto similar al humano, y curado por un periodista especializado de El País.