A ochenta y seis años del día trágico en que la muerte abrazó al Zorzal Criollo, Carlos Gardel, su historia musical e imagen fresca de caballero romántico y elegante con pinceladas de arrabal, se mantiene intacta. Moría el hombre…Nacía la leyenda. Su voz, dentro del corazón de los que lo escuchamos cantar en las grabaciones que dejó para la posteridad, decimos que definitivamente, cada día canta mejor.
Que nació en Francia o en Uruguay, sus seguidores no terminan de ponerse de acuerdo, aunque si hubiera nacido en Uruguay, hubiera sido en el pueblo que en ese momento se llamaba San Fructuoso, el mismo que 22 años después pasaría a llamarse Tacuarembó.
De ‘El Mago’, Carlos Gardel, la historia tanguera conoce mucho. Por ejemplo, inicialmente cantó opera, teniendo como maestro al tenor italiano Tito Schipa. En 1916, en los primeros dos meses de haber grabado la interpretación de la letra autoría de Pascual Contursi sobre la melodía ‘Lita’ compuesta por Samuel Castriota, que llamarían ‘Mi Noche Triste’ y que sería el primer tango cantado, vendió más de cien mil copias. Isabelita del Valle fue su novia oficial, aunque siempre se rumoró que había tenido un largo romance con Azucena Maizani ‘La Ñata Gaucha’. Su gran amigo de adolescencia, Ceferino Namuncurá, ‘El Indiecito Santo’, del colegio Salesiano Pio IX, su compañero en el coro y de habitación, fue declarado beato por el papa Benedicto XVI, el 11 de noviembre de 2007. Otro de sus grandes amigos, Alfredo Deferrari, murió el 4 de junio de 1935, 20 días antes de morir Gardel.
Sobre su filmografía se tiene el siguiente registro: ‘Flor de Durazno’ grabada por él en 1917. Entre 1930 y 1931, adelantándose 90 años en el tiempo, Gardel graba en cine sonoro, en sistema Movietone, diez de sus canciones: ‘Mano a Mano’, ‘Viejo Smoking’, ‘Rosa de Otoño’, ‘Tengo Miedo’, ‘Padrino Pelado’, ‘Yira, Yira’, ‘Añoranzas’, ‘Canchero’, ‘Enfundá la Mandolina’ y ‘El Carretero’. Estos cortometrajes eran como los videos que hoy los artistas utilizan para promoción de cada una sus canciones. En 1931 participa en ‘Luces de Buenos Aires’, además de ‘Melodía de Arrabal’ en 1932, ‘Espérame’ en 1932, ‘La Casa es Seria’ en 1932, ‘Cuesta Abajo’ en 1934 y ‘El Tango en Broadway’ en 1934. En 1935, año de su fallecimiento, participa en los films ‘El Día que me Quieras’, ‘Tango Bar’ y ‘Cazadores de Estrellas’. Es el compositor de 82 canciones. Su voz fue declarada por la UNESCO como patrimonio de la humanidad. Se le recuerda como ‘El morocho del abasto’, ‘El zorzal criollo’, ‘La Voz’, ‘El mago’, ‘El Jilguero’, ‘El Brujo’, ‘El patrimonio que sonríe’, ‘El Francesito’ y’“El pájaro cantor de Buenos Aires’. Interpretó seis canciones colombianas: cuatro Bambucos, un Pasillo y un Tango, así: En 1919 grabó con el Dúo Gardel-Razzano, del Morocho y El Oriental, dos bambucos, ‘Mis Perros’, letra del poeta Federico Rivas Frade y ‘El Vagabundo’, canción del folclor andino colombiano. Luego, en 1920, Gardel-Razzano graba el bambuco ‘Rumores’, que se conoce también como ‘Tras de las verdes colinas’ ó ‘Las aguas del Magdalena’, composición de Alejandro Wills y autoría de Francisco Restrepo Gómez. En el mismo año, Gardel, pero en solitario, graba ‘Asómate a la ventana’ o ‘Serenata’ como se le conoce en algunos países a esta obra de Alejandro Flores, hermano del poeta de Chiquinquirá, Julio Flores Roa. De este último, una de sus grandes obras. En 1926, graba el tango “El Brujo”, del poeta bogotano Enrique Carrasquilla Mallarino y autoría del clarinetista argentino Juan Carlos Bazán, contando con las guitarras de Ricardo y Barbieri.
La última noche
En la noche del 23 de junio de 1935, noche que antecedió al trágico accidente, Gardel se presentó en La Voz de la Víctor en Bogotá. Más de cuatro mil personas atiburraron el frontis de la edificación para oír cantar al Zorzal Criollo. Comenzó a eso de las 11 de la noche. Posteriormente le habló al público diciéndoles que sentía profunda nostalgia de partir. Terminando de hablar sus guitarristas José María Aguilar, Angel Domingo Riverol y Guillermo Desiderio Barbieri empezaron a tocar. Se escuchó su voz interpretando ‘Cuesta abajo’, después ‘Tengo miedo de tus ojos’, ‘El carretero’, ‘Catamarca’, ‘Melodía de arrabal’, ‘Las Aguas del Magdalena’ y ‘Agarrala si podés’. El público grita eufórico que cante ‘Silencio’, Carlitos los complace. Luego con ademán gentil relata su discurso de despedida, sin saber que ésta sería para siempre. Dijo: "Antes de cantar mi última canción quiero decirles que he sentido grandes emociones en Colombia. Gracias por tanta amabilidad. Encuentro en la sonrisa de los niños, las miradas de las mujeres y la bondad de los colombianos, un cariñoso afecto para mí. La emoción no me deja hablar. Gracias y hasta siempre".
La gente llora, aplaude, lo vitorea. Ha pasado la media noche y el frenesí del público no se detiene. Sólo hasta que las guitarras pulsan las primeras notas, el público en reverente silencio le da la entrada a la voz de Carlitos para que entone el que sería el último tango de su vida… ‘Tomo y Obligo’.
Al día siguiente de la presentación en La Voz de la Víctor en Bogotá, Gardel junto a su letrista de cabecera Alfredo Lepera, su secretario e intérprete de inglés, el catalán José Plaja y sus guitarristas Guillermo Barbieri, Ángel Domingo Riverol y José María Aguilar, el empresario chileno Celedonio Palacios y el promotor de espectáculos Henry Swartz, además de la tripulación el avión, abordaron el F-3, de propiedad de la Sociedad Aérea Colombiana, Saco, que había sido fletado para su servicio y que era piloteado por el capitán Ernesto Samper Mendoza.
El avión despegó de Bogotá rumbo a la escala programada en la ciudad de Medellín. Faltando 14 minutos para las tres de la tarde, aterrizaba el F-31 en el aeródromo Enrique Olaya Herrera. El avión hizo su carreteo para detenerse en los hangares de la compañía de aviación donde lo esperaba una gran multitud. Están allí por cerca de 15 minutos, abastecen de combustible al F-31 para reiniciar el viaje al destino final en la ciudad de Cali, donde se presentaría en el Jorge Isaacs con sus guitarristas y previo, su película ‘La Casa es Seria’. Mientras el Trimotor Ford F-31 de la empresa Servicio Aéreo Colombiano, SACO, piloteada por el capitán Ernesto Samper Mendoza iniciaba su carreteo de despegue, otro avión esperaba su turno en la pista para despegar hacia Bogotá. Era la aeronave bautizada como Manizales, otro Ford F-31, pero de la Sociedad Colombo Alemana de Transportes SCADTA, piloteada por el alemán Hans Ulrich Thoms. Cuando el avión de Samper estaba despegando, un fuerte golpe de viento le dio de costado, lanzando el Ford en el que iba Gardel, contra el Manizales, ocasionándose la lamentable tragedia que aún hoy, después de 86 años, el mundo no olvida.
En el accidente perdieron la vida las siete personas que viajaban en el Manizales. En el avión de SACO murieron en forma instantánea Carlos Gardel, Guillermo Barbieri, Alfredo Le Pera, José Corpas Moreno, el piloto de la nave Ernesto Samper, el radio operador Willis Foster, el empresario chileno Celedonio Palacios y el promotor de espectáculos Henry Swartz. Salieron con vida cinco personas: Alfonso Azzaf, quien murió días después, Ángel Domingo Riverol, quien falleció a los dos días, Grant Flynn jefe de tráfico de la empresa SACO, José Plaja y el guitarrista José María ‘El Indio’ Aguilar.
Sobre las causas del accidente se han tejido varias hipótesis: Una, que el piloto Ernesto Samper Mendoza, quien además era el dueño de la aerolínea SACO, estaba en estado de embriaguez, y que envalentonado quiso hacer un vuelo intimidatorio pasando cerca del avión de una empresa rival y que se excedió en la maniobra. Esta hipótesis nunca se pudo corroborar. La otra, es que se presentó un tiroteo en el avión, pues en la autopsia encontraron una bala alojada en el pulmón izquierdo de Gardel, pero se desvirtuó porque ‘El Morocho’ había recibido un balazo en una pelea, el 11 de diciembre de 1915, y el médico que lo atendió decidió no extraerle el proyectil. Vivió 20 años con una bala alojada en su pulmón la cual le fue extraída en la necropsia de rigor. La teoría que se tiene como cierta es la que dieron en su momento las autoridades aeronáuticas, aduciendo las causas a una fuerte ráfaga de viento que desvió el avión de la pista y causó el choque con la otra aeronave que estaba estacionada en la distancia. El guitarrista José María Aguilar, sobreviviente del siniestro, nunca quiso hablar sobre lo realmente sucedido esa tarde, en el aeródromo Olaya Herrera.
El cadáver de Gardel fue velado en Medellín, siendo inhumado el 26 de junio en el Cementerio San Pedro Claver. Finalmente, Gardel sí vino a Cali, pero lo hizo en un ataúd y de paso hacia Buenaventura, pues seis meses después, el 18 de diciembre, se autorizó la exhumación del cadáver para llevarlo a tierras argentinas.
El traslado se hizo por medios terrestres y fluviales y en algunas ocasiones a lomo de mula para atravesar las montañas. El 29 de diciembre de 1935, embarcan con los restos de Gardel, en el Vapor Santa Mónica, que los llevaría a Buenos Aires. La ruta fue tortuosa y larga. Fueron primero a Panamá, donde hicieron transbordo al vapor Santa Rita, que los conduciría a Nueva York. “Se hizo el transbordo del féretro por medio de una grúa y poco faltó para que se desprendiera y cayera al mar. Fueron cuatro o cinco minutos de zozobra que a nosotros nos parecieron años”, manifestaba Defino. Llegaron el 7 de enero a Nueva York y por medidas de la autoridad de higiene, el cadáver de Gardel se veló en una funeraria del barrio latino, estando en cámara ardiente por ocho días, hasta cuando se pudo llevar a puerto nuevamente para partir. De puerto americano partieron hacia Brasil, llegando el 31 de enero de 1936 a Río de Janeiro. De ahí partirían al puerto de Montevideo, en el que Defino pidió que se le permitiera bajar el ataúd de Gardel para que el pueblo uruguayo rindiera sus honores. Así sucedió y durante toda una noche, en las instalaciones de la aduana, fue velado recibiendo el ultimo adiós de sus seguidores en la República Oriental del Uruguay. Finalmente, el 5 de febrero de 1936, Carlitos volvió a su Buenos Aires querido, siendo llevado en una hermosa carroza fúnebre, acompañados de varias berlinas dispuestas para llevar los arreglos floreales, hasta el Palacio de los Deportes, el Luna Park, donde fue velado por una noche. De allí, la carroza fúnebre con los restos de Carlos Gardel, seguida por una muchedumbre de más de 30 mil personas, se dirigió por la Calle Corrientes hasta el Cementerio de la Chacarita, donde finalmente, después de toda la peripecia de su vida, encontró el descanso eterno.