La fe y las creencias en muchas ocasiones son claves de protección para las personas cuando atraviesan momentos de tristeza y desesperanza. Esto se da porque es evidente que cada ser humano, cada familia y cada pueblo desean tener felicidad.
Uno de los más conocidos es el Salmo 42: 3, el cual es una exclamación del salmista hacia Dios que dice: “¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera a Dios, porque aún le he alabar. ¡Él es la salvación de mi ser!”
Por otro lado, en la misma biblia hay un pasaje del libro del apóstol Santiago que es como considerado como una clave para superar la tristeza: “¡Él es la salvación de mi ser!” (Salmo 42, 3).
Reflexión de San Francisco de Sales
“El demonio aprovecha la tristeza para tentar a los buenos, intentando hacer que estén tristes en la virtud, igual que intenta que los malos se alegren de sus pecados. Del mismo modo que sólo puede tentarnos para que hagamos el mal consiguiendo que ese mal parezca atractivo, solo puede tentarnos para que nos apartemos del bien consiguiendo que ese bien carezca de atractivo. Le encanta vernos tristes y desesperanzados, porque él está triste y desesperanzado por toda la eternidad y querría que todo el mundo fuese como él”. (Introducción a la vida devota)
Oración para sanar la tristeza
El portal web católico pildorasdefe.net comparte una oración del sacerdote católico argentino Gustavo Jamut que tiene como propósito ayudar a curar la tristeza por la que esté atravesando cada persona:
“Señor Jesús, tú conoces mi tristeza que ahoga mi corazón y sabes el origen de ella. Hoy me presento ante ti y te pido, Señor, que me ayudes, pues ya no puedo seguir así.
Sé que tú me llamas a vivir en paz, con serenidad, gozo y alegría, incluso en medio de las dificultades cotidianas. Por eso hoy te pido que pongas tus benditas manos en las llagas de mi psiquis que me hacen tan sensible a los problemas y me liberes de la tendencia a la tristeza y a la melancolía que anida en mí.
Hoy te pido que tu gracia vaya restaurando mi historia, a fin de no vivir esclavizado por el recuerdo amargo de los acontecimientos dolorosos del pasado. Como ellos han pasado, ya no existen, te entrego lo que pasé y lo que pasaron las personas amadas; lo vivido y lo sufrido por nosotros.
Quiero perdonarme y perdonar, a fin de que tu gozo comience a fluir en mí.
Te entrego las tristezas unidas a las preocupaciones o a los temores del mañana. Ese mañana tampoco ha llegado, por lo tanto sólo existe en mi imaginación. Sólo hoy debo vivir y sólo hoy debo caminar en tu alegría. Aumenta mi confianza en ti, para que aumente en mi alma el regocijo. Tú eres Dios y Señor de la historia y de la vida, de nuestras vidas. Por eso toma mi existencia y la de las personas amadas, con todos nuestros quebrantos, con todas nuestras necesidades y que con la ayuda de tu poderoso amor se desarrolle en nosotros la virtud de la alegría. Amén”.
Consejos para orar
- Encuentre un lugar tranquilo: para orar, lo ideal es hacerlo en silencio y sin interrupciones. Puede hacerlo en espacios de su casa como un jardín o una habitación alejada de las zonas sociales, o tal vez, podría preferir una iglesia.
- Establezca un tiempo: busque el mejor espacio del día para orar. Esto dependerá de sus preferencias y agenda. Por ejemplo, hay aquellos que gustan de hacerlo en la mañana, pues es una buena manera de empezar en el día. En cambio, hay otros que lo hacen en la noche, pues quieren dar gracias o reflexionar sobre lo que pasó durante la jornada.
- Exprese gratitud: lo mejor que se puede hacer al comenzar la oración, es dar gracias por todo lo bueno que se tiene.
- Hable desde el corazón y escuche: cuando ore, sea sincero y muestre todo lo que siente, tanto sus alegrías como frustraciones. Luego de eso, tómese el tiempo de escuchar sus pensamientos. A veces, la respuesta puede venir en forma de intuición, inspiración o simplemente un sentimiento de paz.
- Sea constante: la oración es una práctica que puede fortalecerse con la constancia. Establezca un horario y mantenga esa rutina.