El atletismo colombiano de pista viene de hacer historia en Doha (Catar) en el campeonato Mundial. Tras la hazaña la mayoría de los reflectores han recaído, merecidamente, sobre la figura de Anthony Zambrano.
No obstante Zambrano fue medalla de plata en la prueba de los 400 metros, también figuró en el histórico cuarto puesto de los relevos 4x400 y ahí estuvo muy bien acompañado.
Dos atletas que corren por el Valle del Cauca se hicieron presentes en ese equipo: Jhon Alejandro Perlaza y Jhon Alexánder Solís.
El primero de ellos, oriundo de Cali, es el segundo más rápido del equipo y viene de llegar a las semifinales en la prueba individual.
Allí, finalmente, se llevó el decimoquinto puesto, que lo enorgullece y lo anima a buscar un cupo, de manera individual, en Tokio 2020.
Conozca quién es la otra gran carta colombiana en los 400 metros.
¿Cómo inició su camino en el atletismo?
Comencé a los 14 años en la Liga del Valle con el entrenador José Bernal. Fui Selección Colombia por primera vez en el 2011 y ahí empezó mi carrera como corredor profesional.
¿Antes intentó con otro deporte?
Siempre me gustó correr. Yo era el que más corría de mi barrio y del colegio. Empecé practicando fútbol, pero realmente me gustaba era correr, así que jugaba de lateral para correr de arriba abajo y no me cansaba. Sin embargo, mamá empezó a ver que siempre llegaba con medallas de atletismo y dijo que me iba a apoyar con ese deporte. Mi mamá dijo que me iba a apoyar en el atletismo.
¿Qué balance hace de los resultados obtenidos este año?
Me tienen muy feliz, tanto en lo individual como en lo colectivo. En los Nacionales Universitarios de Estados Unidos me fue muy bien. Luego está lo hecho en los Panamericanos y el Mundial de Doha, que me pone muy contento porque he visto cómo mis compañeros y yo luchamos diariamente por mejorar en la pista.
¿En qué condiciones se da su llegada a Estados Unidos?
Yo llegué acá hace dos años con una beca deportiva en la Delivery University de Virginia. Me gradué en mayo de profesional en deporte y manager deportivo. Eso me abrió muchas puertas, porque incluso mi entrenador es de acá y aquí me sigo preparando.
¿Cuál de las carreras-logros de este año le generó mayor emoción?
Fueron dos: las de los panamericanos y el Mundial de Doha en cuanto a relevos. En Lima sabíamos que teníamos cómo ganar y salimos a darlo todo. En el Mundial sabíamos que podíamos estar en el podio y no fue así, por lo que fue una victoria agridulce, pero tenemos la convicción de que el otro año va a llegar esa medalla.
Pareciera que solo ganar vale en los deportistas de alto rendimiento, pero ser quince en el mundo es impresionante...
No pensé que llegaría tan lejos. El deporte lo veía como algo de momento, pero pasando los años me di cuenta que mi potencial era mucho.
¿Cómo es su relación con Zambrano y los demás integrantes del equipo de 4x400?
Por Anthony me alegra mucho porque yo vi cómo ese loco estuvo tres años sin poder estar en el atletismo. Él regresó diciendo que puede ser el número uno. La relación entre nosotros, los del grupo, incluyendo los suplentes, es muy buena. Hay una buena comunicación y creo que es lo que ha fortalecido el grupo.
¿Cómo se comunican?
Tenemos un grupo de Whatsapp, hacemos videollamadas constantes. Nos escribimos porque queremos saber cómo está nuestro compañero. Si uno está mal, todos estamos mal; si uno gana, todos ganamos; si uno pierde, todos perdemos.
Usted tiene un ‘look’ muy particular. Pelo alto, piercings en sus orejas y gafas oscuras. ¿Siempre ha sido así o es para destacarse a la hora de correr?
Siempre me ha gustado. De hecho, entreno con gafas y mangas. Los compañeros me molestan porque siempre tengo el pelo largo, me dicen que me lo corte (risas). Ese soy yo, Alejandro Perlaza. A mí me gusta y las demás personas me aceptan tal como soy, y eso me hace feliz.
¿Se podría avecinar un cambio de look pronto?
Quizás para Tokio, por este año ya sigo con el mismo corte.
En noviembre va a representar al Valle en Juegos Nacionales, ¿qué expectativas tiene?
Va a estar difícil la lucha con Anthony, pero voy a darle guerra (risas). En cuanto a la preparación para Tokio, vengo entrenando muy fuerte con ganas de clasificar en individual, ese es mi enfoque.
¿Qué tan lejos está de la marca clasificatoria?
Estoy a 10 centésimas de conseguir la marca mínima. La marca oficial es 44.9 y este año terminé con 45.02.
¿Qué otras pasiones tiene?
Soy hincha del fútbol y me encanta ver cuando juega Colombia. Me gusta bailar y cocinar, por eso extraño tanto los platos colombianos.
¿Qué comida es la que más extraña de Colombia?
¡Uf! Un sancocho de gallina, hecho por mi abuela y mi mamá.
¿Qué rituales tiene antes de la carrera para tener un mejor rendimiento?
Pienso mucho en estrategias, caminando alrededor del hotel o de la Villa. Empiezo a formar mis tácticas mientras escucho música.
¿Usted le ha ganado a Zambrano?
Sí, y el ahora me está ganando a mí. Así son la vida y el atletismo.
¿Cómo se define usted como corredor?
Soy muy veloz. Sigo trabajando mi remate, que no es malo, pero que busco mejorar.
¿En qué parte de la carrera se siente más cómodo?
Al inicio me siento muy cómodo. Tengo una apertura muy rápida.
Las claves del buen momento en pista
Una década de ensueño vive el atletismo colombiano, la cual inició con la medalla de bronce de Caterine Ibargüen en el triple salto del Mundial de Daegu (Corea) en 2011.
Desde esa cita, Colombia ha celebrado medallas en las citas mundialistas de manera ininterrumpida.
El idilio deportivo se ha extendido recientemente al atletismo de pista, donde Colombia cuenta ahora con un atleta prodigio como Anthony Zambrano, subcampeón mundial en 400 metros, y un gran equipo en los 4x400.
Ramiro Varela, presidente de la Federación Colombiana de Atletismo, cree que ese gran momento tuvo un punto de quiebre: el Mundial de atletismo de menores de Cali, en 2015.
Con el apoyo de Coldeportes, ahora Ministerio del Deporte, se consiguió la sede del evento que hizo cambiar el chip de Colombia y nos hizo entender que podemos ser potencia”, analiza.
Varela recuerda que en ese Mundial fueron figuras cuatro atletas, incluido Anthony Zambrano.
“A partir de ahí se empiezan a realizar campamentos sub 18 con el apoyo de la Federación, que nunca se habían hecho y vamos al Mundial de la categoría, donde tenemos varios finalistas”, añade.
Cuenta el dirigente que ese proceso se consolida en los Olímpicos de Río 2016, donde participa un Anthony Zambrano muy joven.
Por otro lado, el presidente resalta la importancia del programa Talentos Colombianos y los Juegos Supérate, justas intercolegiales impulsadas por Coldeportes y los institutos departamentales, en “la formación de un grupo de atletas que se destaca en distintas modalidades”.
Tras este proceso, Varela acota que “los entrenadores en Colombia entendieron que hay que entrenar como lo hace un país desarrollado en atletismo”.
El dirigente deportivo no se guarda ningún agradecimiento con el Valle del Cauca. “El primer motor de este momento fue el Mundial de Atletismo de Cali. Cuatro años después llegaron las medallas en los 400 metros planos”.
A partir de ahí, Varela siente que se hizo posible que el logro de un atleta colombiano en pista no fuera un milagro.
“Lo de Ximena Restrepo en Barcelona 92 fue un milagro suyo. Ahora el atletismo tiene la mejor estructura pensando en medallas en Tokio 2020”.