A punto de cumplir 36 años, Lionel Messi podría haber colgado las botas tras una gloriosa etapa en el fútbol europeo y la coronación con Argentina en el Mundial de Catar, pero el capitán albiceleste ha decidido darse una prórroga en su carrera con su fichaje por el Inter de Miami de la liga estadounidense.
Pero Messi aún tiene hambre de fútbol, pese a que su estancia de dos años en el París SG no haya sido todo lo fructífera que pensó en su momento, al menos por lo que se refiere a los títulos y el fiasco de no haber dado a los franceses su primera Liga de Campeones.
Su marcha del PSG dio paso a todo tipo de especulaciones sobre su futuro. Casi todos los aspirantes a la Champions estarían encantados de poder contar incluso con un Messi en el inicio de su declive, pero su salario en París (unos 32 millones de dólares libres de impuestos) reducía al mínimo las posibilidades.
El romántico regreso a Newell’s Old Boys, su club de niño en su Rosario natal, tendrá que esperar y el deseo del Barcelona de recuperarle para reiniciar la historia de amor que se rompió hace dos años, también.
Pero en el momento en el que parecía inevitable su marcha al emergente y sobre todo riquísimo fútbol saudita, Messi no resistió a la llamada de Miami y de la Major League Soccer.
Con su marcha a Estados Unidos, la ‘Pulga’ sigue los pasos que dieron antes otras estrellas hace unas décadas como Pele, Beckenbauer y otro icono del barcelonismo, Johan Cruyff.
Icono global
El último futbolista que trascendió el deporte y se marchó a Estados Unidos como icono global fue el inglés David Beckham, que fichó a los 32 años por LA Galaxy en 2007 y que, curiosamente, ahora es propietario del Inter de Miami.
Fue en la época en la que un adolescente Messi comenzaba a hacerse un hueco en el fútbol después de haber debutado en el Barça en 2004 con solo 17 años.
Messi llegó a jugar contra Beckham en dos ‘Clásicos’ y en uno de ellos anotó un triplete contra el Real Madrid en marzo de 2007.
El fútbol se transformó en los años posteriores, en los que Messi se convirtió, para muchos, en el mejor futbolista de la historia.
La influencia y el interés de los países del Golfo han tenido un papel central en esta transformación y de hecho fueron los millones de Catar los que llevaron a Messi a dejar Barcelona en 2021 por el París SG, de propiedad catar, cuando el equipo catalán ya no pudo proponer un nuevo contrato a la altura del siete veces ganador del Balón de Oro.
También fue como jugador del PSG y capitán de Argentina cuando levantó la Copa del Mundo al cielo de Doha en diciembre pasado, vistiendo el ‘bisht’, la tradicional capa árabe que le puso el emir de Catar.
Pero finalmente, Messi no seguirá los pasos de Cristiano Ronaldo, su gran rival durante dos décadas, que tras el Mundial se marchó a Arabia Saudita, país que aspira a organizar la Copa del Mundo en 2030.
Finalmente, el próximo destino de su carrera, probablemente el último, será el país que junto a Canadá y México, albergará el próximo Mundial, en 2026, una motivación más para alargar su carrera hasta entonces.
‘Mejor jugador de la historia’
Si en Catar Messi igualó lo que hizo Maradona en 1986, nadie puede igualar lo realizado por la ‘Pulga’ en Barcelona: 672 goles en 778 partidos, cuatro títulos de Champions y diez Ligas, entre otros muchos.
El rápido extremo propenso a las lesiones, que necesitó que el Barça le pagara el tratamiento hormonal de crecimiento cuando era un niño, se convirtió en un devastador ‘falso 9′ y, en su época final, en un organizador de juego sin parangón y en un maestro en el lanzamiento de golpes francos.
Pero en sus últimos años también destacó por jugar caminando, a veces incluso ausente del juego. “Lo he dicho muchas veces: para mí es el mejor, aunque no ganara el Mundial”, le defendió en diciembre Pep Guardiola, su entrenador en el Barcelona en la época más gloriosa de los catalanes.
Si bien el mejor Messi fue un futbolista descomunal, sus últimos dos años en París fueron decepcionantes, con 32 goles en 75 partidos con el PSG y dos títulos de la Ligue 1.
Pero también dos dolorosas eliminaciones en octavos de la Champions, el gran objetivo cuando fichó por los galos.
Y su familia nunca pareció adaptarse a la capital francesa.
“He tenido el privilegio de entrenar al mejor jugador de la historia del fútbol”, dijo, pese a todo, el entrenador del PSG Christophe Galtier la semana pasada.
Con información de la AFP.