Luis Hurtado se fue en silencio para Estados Unidos en busca de un nuevo aire para él y su familia, y desde entonces afronta una experiencia totalmente distinta en lo deportivo y en lo laboral, lo que le ha permitido compartir más tiempo con sus seres queridos.
El exarquero del Deportivo Cali y de otros clubes nacionales trabaja en una empresa de mantenimiento en Nueva York; en las noches entrena con un equipo de tercera división, y algunos fines de semana atiende los partidos de su equipo, el Nueva York Bravehearts.
Hurtado está tranquilo con su nueva vida, feliz porque - dice - tiene más tiempo para estar con su esposa e hijo; asegura que el fútbol colombiano lo distanció de su familia y por eso decidió que había que recuperar el tiempo perdido.
Así le dio un vuelco a su vida; de los estadios colombianos y de los reflectores de la Liga, pasó a hacer lo que nunca pensó que haría: limpiar oficinas y organizar salones en un colegio de Nueva York. También está más tiempo con su familia, lo que el fútbol no le permitió mientras fue jugador profesional.
A propósito del fútbol colombiano, el arquero vallecaucano se fue muy fastidiado por tantos manejos indecentes que vio, especialmente en la última parte de su carrera.
¿Usted se retiró del fútbol?
Es difícil decir si me retiré porque acá estoy jugando no profesionalmente en la MLS o USL (Segunda división), pero estoy en un equipo de tercera división; el fútbol sigue siendo mi mayor fuente de ingreso. En ese sentido han cambiado las cosas porque no es tan profesional, no entrenamos todos los días, no concentramos, se viaja poco... entonces no sé si estoy retirado o si sigo siendo futbolista activo.
¿Cuánto hace que se fue para Estados Unidos y por qué?
Estoy viviendo en Nueva York desde hace un año y medio. Me vine básicamente por cuestiones personales; me cansé del fútbol colombiano, me cansé de los directivos, de los empresarios, de la deshonestidad, de lo desleal en que se convirtió el fútbol colombiano... me cansé de todo eso; lastimosamente el fútbol siempre ha sido un negocio, pero ahora prevalece más ese negocio que el jugador, incluso que la persona. Además fue una decisión muy fuerte, por mi familia, mi esposa, mi hijo. El fútbol me los estaba quitando. Suena contradictorio, pero lo que era mi sueño que es el fútbol, me estaba dejando sin familia. Por eso nos vinimos en busca de una mejor oportunidad para mi, para mi hijo, para mi esposa, por una mejor calidad de vida.
¿Qué fue exactamente lo que pasó que quedó tan aburrido del fútbol colombiano?
El fútbol siempre ha sido un negocio; lo que pasa es que de hace unos años para acá, se pasaron; prima más el valor del empresario o del dinero que pongan encima, que la calidad del jugador, y eso se está viendo en el fútbol colombiano. Hay empresarios y directivos descarados que arreglan un contrato, pero quieren que se les de parte del contrato, entonces al final uno no se gana 10 pesos sino 5 porque hay que untar a todo el mundo.
¿Le pasó a usted exactamente eso?
Gracias a Dios en mi carrera nunca lo hice, nunca acepté eso, pero últimamente eso es así y es desleal; hasta los jugadores dañamos el negocio por decirlo así. Uno entiende a los dueños de los equipos, ellos quieren hacer su dinero, quieren ganar más; pero, un ejemplo, me llamaba un equipo y yo le pedía 15 pesos de sueldo, entonces de una me respondían que no porque tenían a Pedrito Pérez que les cobraba 5. Muchas veces arreglé con equipos y al final del día todo se caía porque no accedía a darle comisión a determinada persona. Eso no es raro hoy en el fútbol colombiano y se ve en muchos equipos, y más en la B, se aprovechan de los jugadores, de las oportunidades; a los jóvenes les ofrecen un salario mínimo con el cuento de que va a tener la oportunidad de mostrarse.
El tema de las apuestas está de moda en el fútbol colombiano. ¿A usted le ofrecieron algo parecido?
Sí. muchas veces y estando en varios equipos; últimamente, jugando para Patriotas, se me acercó mucha gente para ofrecerme una muy buena cantidad de dinero... era tan grande la suma que yo me quedaba aterrado. Pero mis principios, lo que me enseñaron en la casa, el ejemplo de mi papá y los valores que me inculcaron, me impedían aceptar una propuesta de esas. Eso sería jugar con el diablo.
¿Esos ofrecimientos para torcer el resultado de un partido cómo le llegaron?
A mi me escribía por whatsapp gente desconocida, no sé de dónde conseguían mi número... fueron muchos mensajes, pero nunca contesté ni acepté nada.
¿Denunció en su momento esa situación?
No, porque eso era un arma de doble filo; por ejemplo, si yo exponía eso ante los directivos y, Dios no lo quiera me iba mal en un partido, entonces comenzaban a decir que había algo.
¿Conoció casos de compañeros?
Sí, hubo un compañero que de inmediato denunció una situación de esas, dijo que le estaban ofreciendo plata, y de una lo sacaron del equipo; comenzaron a decir que había arreglado un partido. Por eso muchas veces es mejor el silencio.
Además de su familia y de los manejos turbios del fútbol colombiano, ¿hubo otra situación que lo obligó a irse del país?
El secuestro de mi papá que fue en el 2021, me pidieron plata. Nosotros teníamos unos taxis y él manejaba uno; le pidieron un servicio de recoja y entregue, de Cali a Jamundí; cuando llegó a la zona de entrega en Jamundí, lo encañonaron y lo subieron a otro carro, quemaron el taxi y se lo llevaron para esas montañas cercanas. Sabían que era mi papá porque no llamaron a mi mamá ni a mis hermanos, si no que me llamaron directamente a mi para pedirme la plata. Estuvo una semana secuestrado.
¿Tuvo chances de seguir jugando en Colombia?
Sí, podía haber seguido, pero no quise y no quiero; estaba aburrido del fútbol profesional, de sus manejos; además estaba el tema familiar, estaba alejado de mi familia, estaba viendo crecer a mi hijo de lejos, no estaba en días especiales como los cumpleaños, me perdí la graduación de mi hijo... muchas cosas que llegó un momento en que dije que lo primero era la familia.
Primero sacrificó a su familia y después decidió sacrificar el fútbol...
Sí, el dinero va y viene, se consigue trabajando, pero lo primero era mi familia. Y la Liga acá en Estados Unidos me da la oportunidad de estar con ellos; levantarme un domingo y compartir con mi esposa y mi hijo, tenerlos al lado, no tiene precio; y esas cosas el fútbol profesional las quita. Yo recojo a mi hijo en el colegio y me acompaña al entrenamiento.
¿Fue fácil tomar esa decisión?
Mi sueño que era jugar fútbol profesional, ya lo viví; quedé campeón y lo disfruté, pero ahora no me mata esa opción. Estoy disfrutando otra etapa de mi vida y haciendo cosas que nunca pensé hacer. Salí de la burbuja del fútbol y fue un cambio drástico, pero ha sido la mejor decisión respecto a mi vida. Suena extraño, pero acá estoy mejor económicamente que cuando jugaba fútbol profesional en Colombia.
¿Cómo es el torneo de tercera división y en qué equipo está?
El equipo se llama Nueva York Bravehearts; no se viaja mucho porque como es tercera división, se juega primero un torneo estatal, en Nueva York y estados cercanos como Nueva Jersey, Pensilvania y otros; cuando uno va pasando de ronda, se va enfrentando a los equipos de los otros estados; en la final se encuentra con equipos de California y de otras zonas. Por eso viajamos poco, porque jugamos en Nueva York, Pensilvania y Nueva Jersey.
¿Qué otra actividad desarrolla en Estados Unidos?
Acá entrenamos después de las ocho de la noche, entonces eso me permite hacer otras cosas para generar ingresos; también trabajo en una empresa de mantenimiento que tiene un contrato con un colegio y me toca hacer de todo, limpiar, organizar una mesa, unas sillas, un escritorio, llevar un televisor a otra oficina si lo necesitan, si hay un evento hay que organizar todo... y también soy ‘couching’ en una academia de fútbol, tengo mis clientes para trabajo especializado.