Por: Juan Carlos Pamo Sánchez - Reportero de El País
Se llama Elson David Becerra, tiene 20 años, juega de delantero y acaba de llegar al Internacional F.C. de Palmira, escuadra en el Torneo de Ascenso en Colombia.
El ‘Chocolatín’, así fue conocido el habilidoso atacante que se dio a conocer en Deportes Tolima y con un paso por el Junior. Sus gambetas y goles lo llevaron a ser parte de la Selección Colombia que ganó la Copa América 2001. Militó en el exterior en Emiratos Árabes Unidos y cuando estaba listo para viajar a Arabia encontró la muerte en un sitio popular de la ‘Ciudad Heroica’.
Hoy su hijo menor es quien conserva el legado de Elson y quiere ser figura como lo fue su padre, a quien no recuerda porque cuando su progenitor falleció, él solo tenía dos años.
En la escuadra de la ‘Villa de las Palmas’, este cartagenero busca sumar experiencia y minutos para comenzar a escribir su propia historia en el fútbol.
¿Cómo ha sido su carrera?
Mi papá nos dejó un apellido para continuar con su legado. Comencé en escuelas de formación en Ibagué y luego un poco más grande, a los 15 años, ya pude llegar a las divisiones menores del Deportes Tolima.
¿Qué tipo de jugador es usted?
Por los videos que ha visto de su padre, ¿cómo lo describe en la cancha?
Mi papá era una ‘animal’. Era chiquitito, encarador, habilidoso, rapidito y no le daba miedo el uno contra uno. Yo veo todos esos videos de sus partidos, tomarlo como ejemplo y tratar de ser mejor.
Es duro crecer sin un recuerdo vivo de su padre...
Sin duda. Cuando él muere yo solo tenía dos añitos. Me hubiera gustado conservar al menos un pequeño recuerdo. Me quedo con las referencias que la gente me da de él, que era una gran persona, humilde, luchador, nunca dejó su familia atrás y fue su mayor motivación para salir adelante en su carrera. Gracias a Dios tuve una mujer al lado (mi mamá Mónica Aguilar) que fue madre y padre al mismo tiempo. Hasta cierto tiempo vivimos solo y luego apareció en nuestras vidas mi padrastro (Francisco), quien ha sido un ángel que mi papá nos envió y ocupó esa figura paternal que no tuve.
¿Se tiene presión por llevar en el fútbol el mismo nombre de su padre?
Es duro. Yo soy de Ibagué en una ciudad donde mi papá dejó la vara muy alta por lo que hizo. Han pasado 18 años de su muerte y la gente aún lo recuerda con cariño. Toca trabajar duro, con motivación para tratar de igualar o superar lo que él hizo.
¿Ha visto algún gol de su padre que lo haya dejado sorprendido?
Recuerdo un gol con Deportes Tolima que le hizo al Medellín. Fue un joya, una jugada acrobática de media volea donde agarró el balón en el aire y la clavó en todo el ángulo. Ese es el más recordado.
¿El caso de la investigación de la muerte de su padre se cerró?
¿Estaba a unos días de viajar a Medio Oriente?
Él era loco. Se quedó esos días en Cartagena, en su ambiente, con sus amigos, con su familia. Él tenía que estar un 3 de enero en Arabia, era el 8 y no se había ido. Ese fue el día que lo mataron. Así es la vida.
¿Usted ya tuvo la posibilidad de debutar en el profesionalismo?
Con el profesor Hernán Torres tuve la posibilidad de jugar un solo partido con la camiseta del Tolima.
¿Cómo fue la experiencia de jugar en España?
Tuve la posibilidad de jugar seis meses en el Real Zaragoza de la segunda división. Primera vez que salí del país y es otro mundo por su cultura, gente y estilo de juego. No me pude quedar por el tema de cupo de extranjeros. Fue un préstamo corto y Tolima, dueño de mis derechos, me pidió regresar.
¿Cómo toma ahora la chance de jugar en Internacional de Palmira?
Agradecido con el presidente del club de querer contar conmigo. Vengo trabajando duro para darle una mano al equipo. El grupo me ha recibido muy bien, es adaptarme a lo que quiere el cuerpo técnico y esperar la oportunidad para debutar.
El objetivo del club es el ascenso...
Esta institución tiene estructura de un equipo de la A desde que se llamaba Cortuluá y ahora como Internacional FC esa tiene que seguir siendo la meta.