La postal es de 1974. La típica pose del equipo formado en el centro del campo para la foto. En ella se ve a Zape, Contreras, Calero, Caicedo, Cardacci, Castro, Arboleda, Da Graca, Del Puerto, Colman y Torres. Un Deportivo Cali de ensueño. Y detrás de esa pléyade, a unos cuatro metros, aparece un niño flacuchento, de pantalón corto, medias recogidas hasta los tobillos y con las manos descansando en la cintura.
Absorto en sus ilusiones, el chico se deja llevar por la emoción que baja a gritos desde las gradas del estadio Pascual Guerrero y se imagina allí, en la foto, en la formación de los once jugadores, no detrás de ellos.
Ese muchachito es Sergio Angulo Bolaños. Tenía entonces 14 años. Era recogebolas y jugaba en las divisiones menores del club azucarero. El propio ‘Checho’, como fue conocido tiempo después en el balompié colombiano, publicó la foto, inédita para muchos, el pasado 2 de mayo en Twitter. Se la envió su amigo de la vida y del fútbol Diego Barragán.
Hasta este miércoles, la imagen tenía cerca de 1300 ‘likes’, había sido compartida 150 veces y le escribieron 120 comentarios. Inevitable no devolver el casete y hablar con uno de los delanteros más goleadores del fútbol nacional, que dejó la huella de su potente zurda en el Cali, América, Santa Fe y otros tantos equipos.
¿En qué pensaba en esa foto?
En el sueño de cualquier chico canterano de verse algún día posando allí con el equipo titular.
Y ser recogebolas ya era un paso…
Don Humberto Palacios, el gerente del Cali y a quien consideré como mi segundo padre, además de don Julián Sinisterra y don Alex Gorayeb, me quisieron siempre en el fútbol, y aparte de entrenar con las inferiores, me permitían ser recogebolas. Me hacía detrás del arco contrario para ver los movimientos de los delanteros, eso me ayudó mucho en mi carrera.
¿Cómo llegó al fútbol, ‘Checho’?
Nací en Ibagué y mi papá, Eulalio Angulo, que en paz descanse, era un maestro de cocina panameño. Se vino a buscar trabajo a Cali y acá llegamos con mi madre, María Jesús, y mis hermanos. Nos radicamos en el barrio Marco Fidel Suárez y a los 9 años me inscribí en el equipo Sport Boys. Luego pasé al Olaya Herrera, marcaba muchos goles y me dijeron que me fuera para el Gema (General Metálica), un equipo de la empresa de don Alex Gorayeb.
Se conectó donde era…
La primera vez que fui a entrenar, allá en el Edificio Venezolano, no tenía guayos. Me preguntaron de qué jugaba, dije que de 9, pero me dijeron que no, que el 9 era el hijo de don Julián Sinisterra, directivo del Cali y quien después me acogió con gran aprecio en su casa, entonces contesté que también era 10 (risas).
¿Qué tan cercana fue esa relación?
Dormía a veces en su casa antes de los partidos, su familia me enseñó a sentarme en la mesa, etiqueta con los cubiertos. Mi crianza fue muy dura. Vendí periódico y chatarra, recogía huesos, si desayunaba un café negro con un tostado no almorzaba ni comía.
De Gema era más fácil dar el salto al Cali...
Me fui a probar, el entrenador era el profesor Mario Desiderio, al lado de Diego Barragán. Hice la prueba y el ‘profe’ Desiderio nos dijo que compráramos El País del domingo para ver los nombres de los 50 seleccionados. Yo vendí El País, El Pueblo y Occidente, pero no tenía para comprar un periódico, entonces fui adonde un vecino y vi la noticia. Me puse feliz. Era el año de 1973.
¿Qué recuerda de esos primeros entrenamientos?
Entrenábamos en El Limonar y a veces el técnico del plantel profesional, Eduardo Luján Manera, nos dejaba ir en el bus del equipo con una condición, que nos fuéramos de pie. Él decía que nos sentábamos en el bus el día que nos ganáramos el puesto.
¿Cómo fue el debut?
Un sábado, en el entrenamiento, el ‘profe’ Luján me dijo que concentrara con el equipo. Me puse muy nervioso. En la noche de la concentración me comí como tres platos, no dormí. El debut fue el 27 de abril de 1979, ingresé al campo y jugué 20 minutos, le ganamos 2-1 al Quindío.
¿Cuándo llegó el primer gol?
En agosto de 1980. El ‘profe’ me dijo que iba de titular contra Millonarios y que si había un penal, lo cobraba yo. Efectivamente, me lo cometieron a mí y Benítez agarró la pelota, pero yo se la quité. Me miraban aterrados todos. Navarro era el arquero de Millos, se movía como asustándome, pero cobré a un lado y gol. Ganamos 3-2.
Y desde entonces no pararon los goles…
Estuve un año sin ser trascendental, hasta que me llevaron al Atanasio a un partido contra Nacional. El estadio estaba lleno y peleábamos la clasificación al hexagonal final. Le marqué a Carrabs y empatamos 1-1. Con ese gol clasificamos. Pero en el 82 volví a salir, me fui al Cúcuta, y el Cali me repatrió en el 83.
Era un ir y venir constantes…
Sí, pero en el 83 me encontré con Nadal, Del Río, Centurión, Janio, ‘Musaraña’ Mosquera, un equipazo, y yo estaba en buen nivel. El profesor Eduardo Retat me decía que yo tenía físico de pajarito, que solo me alcanzaba para medio tiempo, pero cada que jugaba marcaba gol. Y jugando con Redín y Valderrama era mucho más fácil.
Pero se va nuevamente para el Santa Fe…
Cali me prestó de nuevo. Y una vez estaba en casa de mi suegra, cuando recibí una llamada de Juan José Bellini, presidente del América, para decirme que debía presentarme al club porque me habían comprado. Me quedé frío, pensando, sobre todo, que iba a jugar en el rival de mi equipo amado. Pero bueno, siempre fui muy profesional.
Eso fue en el 89, todavía estaba el médico Ochoa. ¿Qué le dijo él?
Me dijo que tenía un camerino fuerte, pero yo tenía una ventaja, que marcaba goles. Era un hombre muy táctico, amante del video, y las dos cosas siempre me han seducido.
¿Por qué no jugó nunca en el exterior?
En esa época poco venían los empresarios por estos lados. Si lo hubieran hecho antes, se habrían llevado no solo a Valderrama, sino a Willington, Umaña, Arboleda, Arango, Brand. Pero hubo una posibilidad en el 91 para ir al Logroñés de España. Nos llamó al ‘Pipa’ de Ávila y a mí el médico, nos dijo que existía esa oferta, pero que él nos dejaba ir si le contrataban otros dos jugadores que le garantizaran 50 goles en la temporada. Hasta ahí llegó la película (risas).
¿Quién soñaba ser en esa foto donde está de recogebolas?
Cuando era niño, en la puerta de mi cuarto pegué una fotico de Jorge Gallego y me prometí marcar más goles que él, pero no pude. Anote 177 en la liga colombiana, me quedé a 24 de ‘Gallegol’. Una lesión de ligamento cruzado de rodilla me sacó un año y medio de las canchas.
Hubo gente que reaccionó a su trino de Twitter poniendo fotos suyas con América...
Yo tengo agradecimiento para todos los equipos donde jugué. Solo quise mostrar la foto de un niño que soñaba vestirse de verde y lo logró.