Claudia Ximena Calero Cifuentes, presidenta de la Asociación de Cultivadores de Caña de Azúcar, Asocaña, se muestra positiva frente al comportamiento del sector en lo que va corrido del año.
Asegura que las perspectivas para el 2023 también son buenas, aunque es consciente de que todo va a depender de la volatilidad de los precios en el mercado.
La líder gremial habló con El País de la nueva marca Corazón de Caña y del propósito que tiene el sector de mostrar otra cara más cercana a los territorios.
Este 2022 ha sido un año movido y con muchos cambios. ¿Cómo ha sido para la agroindustria de la caña de azúcar?
Ha sido un año positivo. En lo corrido del 2022 la demanda nacional de azúcar viene creciendo a buen ritmo en respuesta a la recuperación de la economía nacional. Se estima que entre enero y septiembre los ingenios vendieron en el mercado 1,1 millones de toneladas de azúcar, registrando un aumento del 4% frente al mismo periodo del 2021 y 3,2% por encima del 2019, año previo a la pandemia. Si bien, hemos tenido unas limitaciones por temas climáticos, hasta ahora las hemos podido solventar, aunque en estos últimos días hemos tenido un incremento del 30% en las precipitaciones frente al mismo periodo del año anterior.
Esto lo que hace es limitar la cosecha de la caña, principalmente. Tenemos algunas zonas anegadas, pero insisto, hemos podido solventarlas.
El invierno ha estado fuerte en el último mes. ¿Se han registrado pérdidas por causa del clima?
Hasta el momento no hemos registrado pérdidas. Hay cosechas inundadas, pero no podemos decir que la producción de caña se ha perdido. Nosotros somos un producto agrícola que está expuesto al cambio climático. Entonces cuando digo que en esta época hemos podido solventarlo, quiere decir que a pesar de las vicisitudes no hemos parado y la producción de azúcar se ha mantenido. Igualmente, dentro de nuestra estrategia, hemos podido cosechar en esas zonas donde el clima no ha sido tan inclemente.
¿Cuáles han sido las zonas más afectadas por el clima?
La zona del sur de Risaralda, norte del Cauca y norte del Valle del Cauca, son zonas con precipitaciones bastante altas.
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En este momento ¿cómo está el tema de las exportaciones y las importaciones en el sector?
Tenemos unas exportaciones en promedio al año de 700.000 toneladas que llegan a más de 60 países, entre ellos Perú, Chile y Estados Unidos. Entre enero y agosto de este año hemos importado 131.000 toneladas, cifra que se redujo en un 11% frente al año anterior. Bolivia es el país de donde más importamos.
Lo cierto es que nosotros somos una agroindustria superavitaria, es decir, que producimos el azúcar necesaria para poder suplir las necesidades de Colombia.
Si eso es así, ¿por qué se sigue importando azúcar?
Estamos en un libre mercado y por supuesto aquí llega azúcar de Brasil y países de Centroamérica, principalmente.
¿En este 2022 el sector ha cumplido con las proyecciones que se fijaron al comienzo del año?
Afortunadamente en este momento estamos conforme a lo proyectado, tanto en cifras de azúcar como de etanol. Con el etanol hemos tenido una reducción del 6% en las ventas frente al mismo periodo del año anterior. Esto se debe a que el etanol se mueve teniendo en cuenta el clima. Nosotros tenemos en la producción de azúcar unos agotamientos de las mieles y esto, en la medida en que no tengamos buenas calidades, esas mieles tienden a reducirse y en ese sentido impacta en las ventas.
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¿Qué opinión le merece la reforma tributaria, principalmente en el tema de impuestos a las bebidas azucaradas?
Primero voy a hablar de lo positivo (risas). Consideramos que hay que reconocer que el incremento de la base de contribuyentes fue importante, aunque se pudo hacer un esfuerzo mayor. Vemos muy positivo que se haya dejado un recaudo para la construcción de vías terciarias. Eso lo celebramos en todo el agro colombiano, porque entre más vías terciarias tengamos, habrá más desarrollo y competitividad para los productos del campo.
En cuanto al impuesto a las bebidas azucaradas tenemos un mal sabor porque no vemos una equidad por el tema de los edulcorantes. Creemos que este ha debido ser un tributo para todos los productos que se utilizan como endulzantes.
Somos el sector que más obras por impuestos realizamos. Hemos construido dos etapas de vía entre Corinto y Toribío y vamos a comenzar con 22 kilómetros de la tercera etapa (inversión de $22.000 millones). Hemos hecho alianzas público-privadas para la construcción de vías terciarias en Florida y Guacarí ($5.500 millones).
El dólar está atravesando un momento histórico, donde ya sobrepasa los $5.000. ¿ Esto cómo beneficia o perjudica al sector?
La subida del dólar afecta la compra de insumos agrícolas como el potasio y la urea, pero también puede generar a largo plazo dificultades para los procesos de reconversión y modernización productiva, que se hacen con maquinaria y otros insumos importados.
¿Cómo va el programa Compromiso Rural. Cuántas familias han beneficiado. Qué zonas se han visto respaldadas?
Este programa nació el año pasado con el fin de generar empleo de calidad de largo plazo y por supuesto en el marco de la ley. La idea es apoyar emprendimientos de la región, de manera que se puedan dinamizar las economías locales. En ese momento nos comprometimos a generar 1.500 empleos y hoy hemos generado 1.750 a través de los ingenios azucareros y las industrias asociadas. Hemos venido apoyando a más de 320 emprendimientos que dinamizan las economías locales y apoyan el clúster de la caña, ayudando así al crecimiento de la región.
Esto nos tiene muy contentos porque ha sido un programa que nos ha conectado con la comunidad. Nos hizo llegar aún más a los territorios. Nos metimos en el corazón de la gente, pensamos con la gente y por supuesto, hemos podido apoyarlos en el desarrollo de sus iniciativas.
El programa funciona en todo el Valle del Cauca y el norte del Cauca. Por ejemplo, tenemos emprendimientos en La Virginia, en Balboa, con productos derivados del café. En el norte del Cauca hay emprendimientos de bebidas ancestrales como el arrechón y el viche.
Este trabajo ha generado otra cara en el sector y ojalá podamos hacer mucho más. Hoy no trabajamos desde los escritorios, sino visitando los territorios. Tenemos un equipo de trabajo muy grande metido en las casas de la gente, participando de sus actividades.
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Acaban de lanzar la marca Corazón de Caña. ¿Tuvo un propósito especial lanzarla en el final del año?
No hubo un propósito en especial. Llevábamos trabajando en ella desde el año pasado en conjunto con los ingenios y los cultivadores. Es una apuesta con el fin de mostrar una cara más cercana a la comunidad y con fundamentos lo estamos demostrando, con la realización de otros programas como el de La Caña nos Une con el que mensualmente llegamos a algún municipio o vereda y en alianza con la Fuerza Aérea Colombiana, con entidades médicas de la región y las alcaldías y ofrecemos servicios de salud especializados. En una jornada se atienden alrededor de 1.500 personas. Son más de 300 especialistas en salud que cada mes van a los territorios a ofrecer sus servicios de manera gratuita. Nosotros apoyamos con la logística.
Otro de nuestros programas es Agua por la Vida y la Sostenibilidad, a través del cual conservamos y protegemos más de 26 cuencas en un trabajo mancomunado con la comunidad.
¿Por qué la marca fue lanzada en la Costa y no acá en la región?
Quisimos aprovechar el certamen de publicidad en Cartagena que fue indicado para darla a conocer en ese gremio y de los medios de comunicación. Esto significó el lanzamiento de una marca en un espacio, pero en la región lo estamos haciendo de forma continua en cada ingenio, porque Corazón de Caña no es solo una marca, sino lo que hay detrás de ella.
Los economistas dicen que el 2023 va a ser un año difícil. ¿Ustedes qué esperan del próximo año. Qué proyecciones tienen?
Nosotros somos tomadores de precio. Representamos el 1,4% del mercado mundial, es decir, que no formamos precios, sino que los tomamos y esto está precisamente al vaivén de esas cotizaciones. Hasta ahora hemos tenido unos buenos precios, pero esto es un comodity y por eso estamos sujetos a esa volatilidad. Todavía es muy incierto saber cómo vendrán esos precios el próximo año. Lo cierto es que necesitamos unas condiciones que nos generen seguridad económica.
Esperamos continuar exportando las 700.000 toneladas de caña de azúcar al año y por supuesto que no se reduzca la producción y molienda de caña de azúcar al estar sujetos al clima.