Su carácter de mujer visionaria, emprendedora y abanderada de causas cívicas y gremiales por su región, la convirtió en una de las indiscutibles líderes del Valle del Cauca. Fue, además, una absoluta enamorada de su Cali natal y del gremio de los comerciantes: Fenalco.
Y aunque dedicó toda su vida a la actividad empresarial, Rosa Jaluf de Castro, siempre combinó esa tarea con uno de sus ideales: lograr que el Valle del Cauca recuperara el brillo de otros tiempos con la ejecución de grandes proyectos y obras.
Y así lo repitió en las entrevistas que concedía en su oficina de siempre en la Calle 12 con Carrera 6a en pleno centro de Cali. Un despacho muy particular —lleno de recuerdos familiares y detrás de vitrinas llenas de zapatos— el cual se comunicaba por un largo corredor con su restaurante “Kipes y Arekipes” sobre la Calle 11, y que surgió de otra de sus pasiones: la gastronomía.
Era tal su dedicación, que muchos la vieron ayudar a sus empleados a atender la barra. Y con sus famosos quibes, conquistó el paladar de los caleños conocedores de la cocina libanesa.
En el plano gremial siempre era franca y directa, pero respetuosa: decía que “más que buscar personas con la corona de líderes” prefería a quienes “habían sido gestores del desarrollo local porque transmitieron esa condición a la sociedad”.
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De allí que se mostrara decepcionada con algunos gobernantes locales porque, según decía, “se durmieron en los laureles” durante aquella época en la cual la ciudad y el Valle enfrentaron una crisis de gobernabilidad.
Aún así, recalcaba en muchos escenarios que “los caleños siempre seremos cívicos y simpáticos con la gente, aunque se diga lo contrario”.
Había nacido hace 85 años en un hogar de madre egipcia y padre libanés. Cursó estudios primarios en el Colegio La Sagrada Familia de Cali y muy pequeña viajó al Líbano donde continuó su educación en Beirut, ciudad donde se desempeñó como profesora de francés y cultivó sus habilidades artísticas.
A los 18 años regresó a Colombia con varios emprendimientos rondando su cabeza. De una de esas ideas de negocios creó en 1976 Versilia una empresa familiar especializada en calzado que tiene hoy 17 almacenes.
Conformó un hogar con Alfonso Castro O’byrne (Q.e.p.d), al lado de sus hijos Sonia, Antonio, Venus y Diana y sus nietos: Royi Cucalón, José Fernando del Corral, Carlos Michel Daccach, Juan José Salom, Rosa Castro, Juan Alfonso Castro, Manuel González, Antonia González, Laura Zarzur e Isabella Zarzur.
Por su compromiso y arraigado sentido de pertenencia al Valle del Cauca -que para ella siempre fue su tierra prometida-, en 1986 fue nombrada miembro de la Junta Directiva del Fondo Mixto de Promoción del Valle.
Desde ese tiempo gestó lo que la llevaría a convertirse en una de las dirigentes gremiales más reconocidas. Fue desde el año 1990 presidenta de la junta directiva de Fenalco, Valle, cargo que ocupó hasta el 2016.
Por su talante gremial ocupó la presidencia de la Junta Directiva nacional de Fenalco por dos periodos consecutivos: del 2000 al 2002, y del 2002 al 2004. En el 2002, la Cámara de Comercio de Cali la designó presidenta de su Junta Directiva.
Un legado
Son pocos los vallecaucanos que no conocen la trayectoria de Doña Rosita, como siempre la llamaban cariñosamente representantes del empresariado, el Gobierno y la política, lo mismo que ciudadanos del común.
Fue tal su papel de visionaria que en el año 2000 —cuando la ciudad atravesaba momentos difíciles— lanzó una idea que sonó utópica: crear una feria de moda, pero con proyección internacional, que luego se bautizó como Cali Exposhow.
En el 2001, junto a sus ‘fenalquistas’ y el apoyo de varios empresarios hizo el lanzamiento oficial del evento, que ya lleva 17 versiones, y que se convirtió en un referente de ese tipo de certámenes en Colombia.
Desde entonces con su talante luchó por mantener en alto ese evento. Diseñadores de talla mundial como Óscar de la Renta, Jean Paul Gaultier, Roberto Cavalli, Alberta Ferretti, Moschino y Victorio & Lucchino, entre otros, han desfilado con sus colecciones por esas pasarelas.
Y fue tal el éxito del Exposhow que en 2005, en otro de sus ‘chispazos’ propuso que la ciudad tuviera su propio Centro de Convenciones para llevar allí esa apuesta de moda. Muchos lo calificaron como un sueño.
De allí surgió entonces la construcción del Centro de Eventos Valle del Pacífico, que pese a los tropiezos del principio, se inauguró en 2007 en la autopista Cali-Yumbo.
No fue tarea fácil conseguir el lote donde se erige esa gigantesca infraestructura. Ella con su tesón conquistó a 550 donantes y recaudó US$70 millones para su construcción.
Julián Domínguez, en ese entonces presidente de la Cámara de Comercio de Cali, hoy presidente de Confecámaras, fue su gran aliado en ese esfuerzo en el que pocos creyeron.
“Con esa iniciativa del Esposhow y el Centro de Eventos puso a la vanguardia a un sector donde impulsó un clúster alrededor del diseño, la moda y las confecciones, que dinamizó muchísimo a la ciudad a través de la estética y el buen gusto”, señala.
Por ello, recuerda que “lo que más admiré de Doña Rosita fue su capacidad de trabajo y su visión, pues nunca dejó de persistir en sus propósitos”.
En el pasado (año 1997), lideró la construcción del edificio de Fenalco y luego de la Clínica de Comfenalco, en la Calle 5a, edificaciones que recuperaron esa zona de la ciudad.
Una líder como pocas
Desde sus diferentes cargos, Rosa Jaluf de Castro fue impulsora y faro de proyectos como el salvamento de las Empresas Municipales de Cali, Emcali, y el respaldo empresarial al Sistema de Transporte Masivo MÍO.
Fue soporte para las Fuerzas Militares y de Policía, y en especial para los soldados heridos en combate, para ayudarles en su rehabilitación.
Por ello recibió numerosas condecoraciones, exaltaciones y méritos del Ministerio de Defensa Nacional, de la Fuerza Aérea Colombiana, de la III División del Ejército, de la III Brigada del Ejército, la Gobernación del Valle y la Alcaldía de Cali. En el año 2004, la Cámara Junior Internacional la exaltó como Ejecutiva del año.
Era tal su poder de convocatoria que en su casa de la Hacienda San Marino, en el corregimiento La Dolores, a 15 minutos de Cali, recibió a varios presidentes de la República, ministros y altos dignatarios para enterarlos de la realidad caleña y para abogar por su apoyo a esta región del país.
Adoraba la vida del campo, y sobre todo a sus animales, a pesar del ajetreo gremial que le dejaba poco tiempo. flamingos rosados, gansos, guacamayas, perros y hasta caballos rondaban libres por su casa.
“Su amor por el Valle fue algo muy grande en ella”, puntualiza Octavio Quintero, presidente de la Junta de Fenalco Valle, quien reemplazó a doña Rosita el año pasado.