El próximo 25 de enero se conmemora el centenario del natalicio de Luis Eduardo Lucho Bermúdez, quien proyectó las músicas regionales de la Costa Caribe a todo el país y buena parte del mundo. Con San Fernando, Calí se puso a sus pies. Su legado que hace parte de la banda sonora nacional.
¿Qué colombiano que se respete no se ha sentido, en algún momento de su vida, un buen bailarín al ritmo de Tolú (taararará taarará)? ¿Quién no se ha se ha dejado llevar por la cadencia de Carmen de Bolívar o, pañuelo en mano, se ha resistido a bailar con el rumoor de las palmeras, se siente el eco de música lejana ? ¿Qué caleño no ha gozado al son de San Fernando o no ha cantado con orgullo patrio Colombia tierra querida? Pocos. Muy pocos, sin duda. Y la razón es sencilla: todas estas canciones hacen parte de la banda sonora del país, cuyo creador no es otro que el genial Lucho Bermúdez, uno de los compositores más trascendentales de nuestra música popular y quien, desde la primera mitad del Siglo XX, lideró una generación de artistas que rompió los esquemas de la música al retomar los ritmos del Caribe colombiano como porros, cumbias o fandangos, para darle nuevas sonoridades a través de elaborados arreglos interpretados por orquestas de gran formato. Mestizo, pequeño y miope, pero sobretodo poseedor de un inagotable talento, el maestro Bermúdez fue llamado por algunos el Benny Goodman colombiano, al compararlo con el célebre rey del swing norteamericano que tuvo su época dorada en la década de 1930. Como Goodman, él fue clarinetista y dirigió una orquesta de formato Big Band, pero en vez de interpretar estilos jazzísticos, vistió de frac la cumbia, el porro y otros aires del Caribe colombiano y los trasladó de las plazas públicas a los grandes salones de baile del país, para generar un fenómeno que, a pesar de los cambios sociales y culturales, aún pervive en el imaginario colectivo de los colombianos.Prolífico compositor, Bermúdez no se limitó a crear sus obras al son de los aires del Caribe, sino que también compuso a ritmo de torbellinos, pasillos, joropos, hasta tangos, bossa novas, guarachas y chachá.Nace una leyendaLuis Eduardo Bermúdez Acosta nació el 25 de enero de 1912 en El Carmen de Bolívar. Sus padres fueron Luis Eduardo Bermúdez Pareja e Isabel Acosta, pero debido a que su madre enviudó y se casó por segunda vez, desde muy pequeño su crianza quedó a cargo de su abuela materna Concepción Montes.Autor del libro Carmen tierra mía, Lucho Bermúdez la vida y obra musical del gran maestro, el investigador José Portaccio aseguró que el músico fue un salido de serie. Ya a los 4 años sus inquietudes musicales lo desbordaban. Su abuela no sabía qué hacer con ese muchacho que no se podía quedar quieto y que cuanta cosa cogía, ya fueran las cucharas o la mesa del comedor, comenzaba a golpearlos para sacarles todo tipo de sonidos.De acuerdo con el biógrafo, fue su tío abuelo, José María Montes, quien a los 4 años le enseñó a tocar el flautín. Y es que sin duda fue un niño prodigio. El pequeño aprendió a leer y escribir a los 5 años, un año después hizo sus primeros versos y con 9 ya hacía parte de Banda Musical de su pueblo, dirigida por su tío abuelo. Ese mismo año, el pequeño y su familia se trasladaron a Santa Marta donde compuso sus primeras obras. A sus 14 años se enroló en la Banda Militar del Regimiento Córdoba a cargo del Maestro Leo Ricco. A los 15 era el director de la banda municipal de Chiriguaná y posteriormente dirigió la de Aracataca, señaló Orlando Montenegro, investigador y director de la revista Melómanos Documentos.Con 19 años el joven músico ingresó a la banda de la Base Naval de Cartagena , luego se vinculó a la naciente Emisora Fuentes, y poco después ingresó a la orquesta A No. 1 del maestro José Pianetta Pitalua.Para entonces el panorama musical del país era variado. Aún no estaba bien desarrollado el concepto del porro. Era un ritmo más bien adanzonado y lento que podía ser alegre, pero con un dejo de lamento. Pero lo que se imponía eran ritmos extranjeros como el fox, la polca y la mazurca y también los pasillos y valses andinos. Lucho en ese entonces estaba matriculado dentro de esa línea, explicó el biógrafo Portaccio.En opinión del coleccionista y difusor de las músicas del Caribe, Dorian Meza, en esos años Lucho sentó las bases de su estilo musical. Leo Ricco, quien era de ascendencia española le transmitió los fundamentos en armonía, composición. Otra influencia fue el descubrimiento de las Big Band y el sonido del jazz de Norteamérica ante la necesidad de montar repertorio para amenizar las reuniones de los clubes sociales. Lucho aprovechaba este aprendizaje y lo adaptaba a la música de su región, explicó Meza. A los 23 años el músico se casó en El Carmen de Bolívar con su prima Leda Rosa Montes, con quien tuvo un hijo, Luis Enrique Antonio Bermúdez Montes y en 1939 fundó en Cartagena la Orquesta del Caribe.Sabana tropicalConsagrado ya como músico, compositor y director de orquesta, en 1943 Lucho viajó a Bogotá.Acostumbrado a los sonidos locales como el pasillo, los torbellinos, los bambucos o la danza, el fox y el blues norteamericano, el público capitalino se sorprendió con esa banda musical dirigida por un virtuoso clarinetista. En ese tiempo la gaita, el porro o las cumbias eran mal vistos por la sociedad del interior. Pero lucho, sin permiso, se las llevó en este nuevo formato y los cautivó, agregó Portaccio.Debido a que los músicos de la orquesta se regresaron para la Costa, Lucho fundó de nuevo su agrupación con músicos del interior.Fue entonces cuando conoció a Matilde Díaz. A Lucho le llamó la atención la voz de aquella joven bien presentada y de buen cuerpo y esos argumentos fueron suficientes para querer tenerla en su orquesta. Pronto se enamoró de su bella cantante, quien se había casado en 1943 con el periodista Alberto Figueroa Navarro. Por iniciativa de un miembro de la familia de empresarios Glottman, que tenía la representación del sello discográfico RCA Víctor, el maestro viajó junto a Matilde a la ciudad de Buenos Aires para grabar su música. Allí formó una orquesta con músicos de los grupos de Eduardo Armani y Eugenio Nobile con la cual grabó unas 50 piezas musicales entre gaitas, cumbias, pasillos y boleros. A los seis meses Lucho regresó a Colombia no sin antes casarse con Matilde Díaz, a pesar de no haberse divorciado de su anterior mujer. De regreso en Colombia el maestro creó su propia banda, la Orquesta de Lucho Bermúdez, la cual hizo su debut en el Hotel Granada el 15 de julio de 1947. Él conformó una orquesta profesional con músicos que recibían su pago con los requisitos de Ley, además de darles bonificaciones por grabaciones y actividades extras. Él fue un defensor de su profesión, explicó Portaccio.En 1952 fue invitado a Cuba. Allí actuó en El Tropicana y dirigió las orquestas de Bebo Valdéz y Ernesto Lecuona, quien le cedió la batuta de su orquesta y se sentó al piano para ser dirigido por el músico colombiano. Luego continuó a México donde conformó una agrupación con músicos de la orquesta de Rafael de Paz y dejó también varias grabaciones. En 1955 nació su hija Gloria María, de su unión con Matilde, de quien se separó en 1963. La cantante se casó un año después con Alberto Lleras Puga, hijo del entonces presidente Alberto Lleras Camargo. Lucho quedó destrozado. Solo pudo reponerse cuando se casó con Elba Gallo, su tercera y última esposa en 1970. Con ella tuvo dos hijos: Luis Segundo y Patricia Bermúdez, quien ha intentado mantener la orquesta de su padre, dijo Portaccio.Pero los tiempos musicales fueron cambiando, la fuerza de los intereses comerciales en el ambiente musical trazaron otras rutas para las expresiones populares, sin embargo el maestro Bermúdez y su orquesta continuaron siendo un estandarte. En CaliLa relación de Lucho Bermúdez con Cali y el Valle del Cauca se extendió por varias décadas y sin duda el punto de partida fue la composición del porro San Fernando, en honor al recordado club social.En un artículo sobre el club caleño publicado en la revista cultural Papel de Colgadura, de la Universidad Icesi, el arquitecto Erick Abdel Figueroa Pereira reveló el origen del célebre porro: La orquesta de Lucho Bermúdez fue contratada para amenizar la temporada de diciembre de 1952. En vista del éxito alcanzado, se le contrató para una temporada más, pero una de las cláusulas del contrato le exigía al director de la orquesta componer una canción alusiva al club, a lo cual el músico inicialmente se negó. Superado el desacuerdo y retirada dicha cláusula, a los pocos días el compositor notificó al club desde Medellín la presentación radial del porro San Fernando.El empresario Eduardo Arango Vives, amigo personal del músico y quien hizo parte de la junta directiva del Club San Fernando recordó que fue el odontólogo Iván Rodríguez, quien trajo por primera vez al maestro Bermúdez al Club.Arango Vives recordó que el músico le compuso una cumbia con su nombre, y a su esposa, María Teresa, un porro. Las mejores fiestas de Cali se hicieron en el Club San Fernando amenizadas por Lucho y su orquesta. La ciudad se volcaba a verlo. Fue muy querendón, no solo de Cali, sino de todo el Valle. Era un amigo leal, nunca le oí hablar mal de nadie.El empresario evocó una anécdota vivida con el maestro en Bogotá. En una oportunidad me invitó con mi esposa a almorzar a un restaurante donde había un grupo de unos cincuenta músicos que tocaban bandolas y guitarras. De pronto, todos ellos rodearon la mesa dónde estábamos y le brindaron una serenata con varias de sus canciones, como muestra del cariño y respeto que había hacia él en el país, agregó Arango Vives. En Tuluá son recordados los bailes que Lucho Bermúdez amenizó en los clubes Campestre y Colonial. Ciro González, veterano periodista, e hijo de Nina González, quien fuera una matrona y líder cívica de esta ciudad, señaló que esos recuerdos están asociados a su propia existencia. Yo lo conocí en 1958, entonces tenía 15 años, y nuestra amistad surgió por una afinidad musical, pues yo tocaba el clarinete en la banda del municipio. Él se pegó una enamorada tremenda de Tuluá, a través de mi madre, Nina González, a quien él le compuso la gaita Nina. Además de hacerle una canción a Tuluá e interpretar obras del compositor tulueño, Aicardo Jimenez, Karaña, fue el padrino de mi hijo Juan Fernando. Podría decirse que desde esos años hasta la década de los 80 él visitó cada año la ciudad.La confianza con la familia González era tal que el músico se alojaba en casa de Nina. Recuerdo que un día me dijo: Compae, hay que estar renovando la música. Recordar el pasado es traicionar el presente. Los músicos nuevos van a tomar mis canciones y van a modernizarlas, agregó el periodista tulueño.Por su parte el odontólogo Eduardo Ayalde González, director del Club Rotario y quien disfrutó de las presentaciones de Lucho Bermúdez en esos años evocó una fiesta realizada en el Club Campestre, durante el cierre de una Feria de Tuluá. El estuvo allí tocando durante tres días, pero como esa era el último de la Feria, sólo estábamos unas seis parejas. Él se entusiasmó tanto con nosotros que seguimos de largo y terminamos bailando descalzos en la pista, señaló Ayalde.LegadoA partir de la década de 1980 su obra fue objeto de múltiples reconocimientos. Incluso a pesar de sus quebrantos de salud, el maestro continuó al frente de su orquesta.Finalmente, aquejado por dolencias cardiacas y renales, el músico falleció en la madrugada del 23 de abril de 1994, en la Clínica San Pedro Claver de Bogotá. El país estuvo de luto. No era para menos: el hijo de El Carmen de Bolívar no solo había escrito seis décadas de la historia musical de Colombia sino que la había proyectado internacionalmente. El músico y compositor Antonio Arnedo, quien dentro de su trabajo ha proyectado las músicas folclóricas del país hacia el jazz, señaló que la vida y obra de Lucho Bermúdez resulta totalmente vital para entender una parte importante de la música popular en el país. Lucho logró, a partir de un sonido local, establecer una propuesta universal. En piezas como Fiesta de negritos se plantean diálogos entres las secciones de instrumentos como si estuvieran dibujados de manera armónica, construyendo así la música, es un diálogo que no solo es complementario sino que cada una de las secciones tienen su propio espacio para sobresalir, eso hace de sus obras algo genial. Es una música que, además, refleja al colombiano de la época, expresó el jazzista.El también músico y crítico Óscar Acevedo, quien ha experimentado con ritmos como la cumbia en el jazz, señaló que no sólo allí radicaba su magia. También en su labor como director, en la interpretación del fraseo de los instrumentos ejecutados con una misma duración y con el mismo énfasis, lo cual le daba claridad a la música. Por su parte el escritor y crítico musical Juan Carlos Garay también señaló la incidencia de su legado. Encontramos piezas como Colombia tierra querida, que hoy por hoy es como el himno no oficial del país, pues suena cuando se gana un partido o hay un triunfo nacional de cualquier tipo. Pero no estamos hablando sólo de una canción sino de toda una trayectoria. Si él no hubiera salido de El Carmen de Bolívar, Colombia habría quedado privada de uno de sus genios musicales, agregó. Los expertos también coincidieron en que el legado del maestro Bermúdez no se extinguirá. En la actualidad, artistas de nuevas generaciones como María Mulata han seguido la senda del gran maestro. Recordemos que el cantante y compositor Cabas grabó Colombia tierra querida en uno de sus primeros trabajos, mientras que el grupo La mojarra eléctrica realizó una versión de Plinio Guzmán y la orquesta salsera La 33, también grabó una obra suya. Sin decir que es igual, la música cambia y se adapta a los nuevos contextos. Lucho dejó una obra que es fácilmente adaptable. Si llegara un grupo de latin jazz podría retomar sus partituras y sonaría con total vigencia, agregó Juan Carlos Garay.A esa misma conclusión llegó el maestro Arnedo. La música permanece viva mientras se ejecute y la de Lucho no ha muerto, pues aún existen muchas orquestas como las que él fundo. Y si me preguntan si sus obras tienen el derecho a proyectarse en nuevos contextos yo digo que sí y que de seguro eso va a pasar, pues los medios contemporáneos de creación y proyección que se tienen permite un desarrollo exponencial de nuestra música, no sólo la de Lucho.Por su parte, el músico Óscar Acevedo aclaró que los contextos han cambiado. Como en mi caso, hay varios músicos que estamos abordando algunos aspectos de nuestros ritmos para llevarlos a armonías más elaboradas de las que trabajó el propio Lucho Bermúdez. Pero sí tenemos con él esa parentela respecto a que él abrió ese camino para los músicos en Colombia, aseveró. La conmemoración del centenario del nacimiento de Lucho Bermúdez el próximo 25 de enero es una buena excusa para que los colombianos corran a desempolvar su vieja discoteca, y de este modo evoquen y disfruten las canciones de esta leyenda musical que en una ocasión dijo: Tres cosas he adorado en mi vida: la poesía, la música y las mujeres.