Priyas Shakti es un cómic indio que busca combatir la violencia contra la mujer y en el que Natalia Ponce figura como personaje.
Natalia Ponce, la mujer que el 27 de marzo de 2014 fue víctima de un ataque con ácido en su cara y que se convirtió en ícono de la lucha contra este tipo de agresiones es, además, una heroína de cómic. Sí, de cómic.
Natalia es uno de los personajes de la historieta india Priya's Shakti creada por varios artistas indios como una forma de lucha contra la violencia de género en la India, uno de los países con mayores índices de maltrato, violaciones sexuales y homicidios contra las mujeres.
Natalia y otras tres mujeres de todo el mundo, junto a Priya, la heroína principal, enfrentan a hombres, a dioses, a sociedades enteras para defender a las mujeres agredidas, devolverles su dignidad y, sobre todo, eliminar la violencia de género que, como dice uno de los creadores del cómic, se ha convertido en un rasgo cultural de muchos países.
En la historieta abundan las alegorías: un dios que no les permite a las mujeres atacadas con ácido mirarse al espejo; otros dioses cuya furia se manifiesta con convulsiones en la tierra; deidades del amor, de la violencia, de la fuerza. La violencia, en cambio, está allí de un modo brutal: mujeres violadas, rechazadas por sus familias, atacadas por grupos de hombres.
En ese paisaje, la presencia de Priya, de Natalia y de las demás heroínas, se erige como una luz, como la posibilidad de la esperanza para las cientos de mujeres que han compartido el destino del abuso y la violencia.
El cómic fue financiado por por el Banco Mundial, diseñado por artistas indios y estadounidenses, presentado en el Festival de Cine de New York y premiado por la ONU como campeón de la igualdad de género.
La historiaIndia, días recientes.
Una jovencita de nombre Priya sueña con ir a la escuela y estudiar para ser profesora. Su padre decide, por otra parte, que su futuro debe ser en la casa ayudando a sus hermanos y, de cuando en cuando, trabajando con él.
En el mercado de la pequeña aldea en la que vive, varias veces es acosada por los hombres que acuden a comprar comida. Algunos, de hecho, intentan tocarla. Un día, luego de tardarse para llegar a casa, uno de los hombres que ya había intentado agredirla la reduce, la golpea y la abusa.
Priya acude a su casa pidiendo auxilio. Su padre le responde que ahora se ha convertido en la vergüenza de la familia y que debe huir y relegarse al ostracismo. La Policía, por otro lado, dice que la violación debió haber sido su culpa por caminar sola en la calle en horas de la noche o por haber incitado al violador.
Priya llora. Ruega a la deidad Parvati, que habita en la montaña Kailash junto a su esposo Lord Shiva, otra deida hindú.
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Parvati la oye, comenta lo que sucedió con Lord Shiva y éste entra en una arrebatadora cólera que se traduce en la destrucción del mundo. Parvati intercede ante Shiva por la humanidad y decide encarnarse en el cuerpo de Priya para convertirse en la heroína que buscará resarcir el daño, castigar a los responsables y eliminar toda forma de violencia contra la mujer.
Este ese es, a grandes rasgos, el argumento del primer capítulo del cómic. Aunque se trata de una historieta, la historia es tan cruda como lo es la realidad de India: un país en el que culturalmente se tiende a creer que las responsables de las violaciones son las propias mujeres por usar ropas cortas o por, como lo dice la historia, caminar en la noche fuera de casa.
El segundo capítulo, llamado 'El Espejo de Priya', empieza cuando Priya descubre que en un castillo, en medio de un desierto, la deidad Ahankar mantiene casi esclavas a varias mujeres que han sido víctimas de ataques con ácido en sus rostros.
El castillo y el propio dios hacen parte de una alegoría: India es el país con mayor número de ataques con ácido contra mujeres y allí las víctimas suelen caer en una especie de ostracismo para no ser avergonzadas ante la sociedad, que las rechaza por las heridas en su rostro.
Priya usa el espejo del amor para que las mujeres que están bajo el yugo de Ahankar se vean en él y entiendad que son mucho más que un rostro. No puedes permitir que un hombre te reduzca a tu rostro. Tú eres mucho más que eso. Mírate y ámate como estás, le enseña Priya a una de las esclavas de Ahankar.
Luego de luchar contra el dios, Priya libera a las mujeres. Aquí aparecen Mónica, Laxmi, Sonia y Natalia, todas ellas víctimas de ataques con ácido ocurridos en diversos lugares del mundo.
Mediante una aplicación de realidad aumentada que tiene el cómic en su versión digital, los lectores pueden escuchar los testimonios de cada una de esas mujeres y conocer no solo su historia sino su lucha contra la violencia de género, pues cada uno de ellas se ha convertido en una activista de los derechos de las mujeres en todo el planeta.
[[nid:599140;http://contenidos.elpais.com.co/elpais/sites/default/files/imagecache/563x/2016/12/priya.jpg;full;{La heroína Priya que se pasea en un tigre por la India. Especial para El País}]]
Ellas, junto a Priya, forman Priya and the Last Girls (Priya y las últimas chicas), las heroínas del capítulo tercero del cómic que aún no se ha estrenado.
La historia de la historiaLa violencia contra la mujer en India ya había tocado muchos fondos. Pero aquel se convirtió en un estremecimiento mundial. El 16 de diciembre de 2012 una mujer de 23 años que viajaba junto a su novio en un autobús urbano en el sur de Nueva Delhi, India, fue violada por seis hombres que estaban en el vehículo. Su novio fue golpeado y amordazado y a ella las heridas causadas por la violación y los golpes dados por los agresores le causaron la muerte trece días después. El caso fue cubierto por medios internacionales y convocó a manifestaciones en toda la India en rechazo a los hechos. Se trataba probablemente del antecedente más brutal, pero no el único: en India, para esos años, se presentaban alrededor de 34.000 casos anuales de violación sexual a mujeres, de los cuales solo una quinta parte terminaba en juicio. En una de las protestas contra la agresión en Delhi, Ram Devineni, cocreador de Priya's Shakti, le preguntó a un oficial de la Policía su opinión sobre lo que había pasado. La respuesta del oficial fue: Las chicas buenas no andan fuera de casa a esas horas de la noche, queriendo decir que probablemente la culpable del ataque fue la mujer, que merecía lo que le sucedió o, al menos, había sido la provocadora, dijo Devinemi en una entrevista dada a la BBC. Allí me convencí de que el problema de la violencia contra las mujeres en mi país es ante todo un asunto cultural. Para cambiarlo, primero es necesario un cambio de pensamiento respecto al rol que tienen ellas en las sociedades modernas. Ahí surgió la idea de crear este cómic, continuó. La historieta, con su cosmogonía hindú, con la riqueza visual y cultural de la India, no deja de hablarle a nuestra sociedad o, más bien, es un espejo descarnado de la violencia y las agresiones de las que las mujeres son víctimas a diario en Colombia. En el país en el que Dora Lilia sufre en una clínica luego de haber sido violada y empalada en Buga hace menos de dos semanas; en el país de Rosa Elvira Cely (violada, empalada y asesinada en Bogotá en 2012), de Natalia Ponce (víctima de ataque con ácido), de Yolima Sánchez (atacada con ácido en Cali en 2014); en el país en el que en el primer semestre de 2016 se registraron 399 feminicidios, en este país, el cómic Priyas Shakti es como una bofetada que les dice a hombres, a mujeres, a todos: ¡Ni una sola más!. Las cifras pueden enumerarse como desgracias en fórmulas matemáticas: en lo que va de 2016, según Medicina Legal, en Colombia se han registrado a diario un promedio de 117 casos de violencia contra mujeres. Hasta agosto pasado se habían registrado más de 29.000 casos en todo el país. Esos números, dice el organismo, implican un aumento de cinco casos diarios en promedio respecto a 2015. Priyas Shakti, entonces, puede leerse en Colombia como una alegoría que, siendo remota, nos habla crudamente de nuestras vergüenzas más inmediatas. El espejo de Natalia El cómic fue presentado en la pasada Feria Internacional de Arte de Bogotá, ArtBo. Allí, en una presentación en público, Natalia Ponce dijo: El Espejo de Priya no sólo retrata el valor y la belleza de nosotras las sobrevivientes de ataques con ácido, sino que también sirve como una herramienta altamente creativa para educar a las generaciones más jóvenes sobre la igualdad de género. Al oír las palabras de Natalia es imposible no pensar en la profunda valentía de una mujer que, como ella misma lo dice, prefirió el amor al odio y se negó a permanecer por siempre como una víctima. Son palabras que tienen la virtud de poner un gigante espejo para que todo un país se vea a sí mismo; para que toda una sociedad ponga su mirada en la que sin duda es una de sus mayores deshonras: la violencia contra la mujer. Un espejo que parece decir: En este país hay mujeres que son sometidas a esto. En este país, hay mujeres que sufrieron y otras que sufren y parece que aún no nos importa como debería. Un espejo que parece decir No Más: no más a creer que es natural gritarle obscenidades a una mujer mientras camina; no más a creer que es natural que la mujer se quede en casa cuidando de todo; no más a creer que la mujer es una propiedad; no más a creer que es natural un golpe. No más a creer que la mujer es responsable de las agresiones en su contra: porque llevaba ropa corta, porque no sirvió la comida, porque se rió, porque no lo hizo. ¡No más! ¡Ni una sola más!