Hoy a las 7:00 p.m. será la apertura, no se pierda ‘Itinerancias’, de la artista caleña Carmen Espinosa, quien aborda el desarraigo y la nostalgia.

Lleva 15 años haciendo su vida en España. Sin embargo, hay un ritual al que la artista caleña Carmen Espinosa no ha renunciado: tomarse un café colombiano recién colado.  Es así como los  objetos que le evocan los sabores y sus vivencias en el país le ayudaron a confeccionar  una gran colcha de recuerdos llamada ‘Itinerancias’, que desde esta noche estará abierta al público en Casa Proartes. Becada por el Ministerio de Cultura e Icetex, Carmen lleva alrededor de 13 años trabajando en esta propuesta que presenta en su querida ciudad.  Espinosa  hechó raíces en Barcelona y su obra se ha visto en lugares como el Consulado de Colombia en Barcelona, el Centro Cívico San Cugat, en la Universidad de Barcelona Bellaterra y en la Casal de Associacions Juvenils, sin embargo, la herida de la partida y   el saber que tiene a sus seres queridos en Colombia, está abierta.  “El proceso del desarraigo ha sido fuerte y creo que eso no se acaba. Cada vez que venía me llevaba media Colombia para España entre caramelos, café, chocolate y hasta harina para hacer arepas”, cuenta. De alguna manera ha buscado durante todos estos años estar cerca de Colombia y encontró en el arte ese punto de cercanía con su patria.  Lo que para muchos pareciera una colcha de retazos, para Espinosa es una pieza que ha denominado 'Mortaja'. En ella se dio a la tarea de coser las envolturas de productos colombianos y otros extranjeros que la hacían sentir cerca de casa. La recolección de envolturas empezó en 2003. A punta de costura hecha a mano fue uniendo unos a otros hasta que todos conformaron una pieza de 6 metros por 1.50 metros.  En la parte posterior, bordado sobre satín, está   la hoja de ruta y la cuenta de las veces que ha venido a Cali y ha regresado a Barcelona.En su proceso personal de estar más cerca de casa, también se dio a la tarea de guardar coladores de café que usaba en su cotidianidad. “Es cierto que existen las cafeteras pero a mí me encanta el café colado y allá eso no se vé”. Al buscar su  raíz, decidió bordar en los coladores los rostros de sus padres y objetos de referencia como la silla mecedora, el sombrero de un familiar  o la colcha con retazos de tela sobre la cama de uno de ellos.  Con envolturas de dulces y bordados creó ‘Mis nombres’, una galería de nombres que le evocaban a los seres queridos que dejó en Colombia. “Este es un trabajo que no se ha acabado, son pequeñas ofrendas que hecho para mi familia. Al coser o bordar quiero sanar, cerrar, aliviar, enmendar el hecho de  que yo me haya ido. Eso no ha sido fácil ni para ellos ni para mí”.