En Los 33, la película inspirada en la historia real de los 33 mineros chilenos que quedaron atrapados durante dos meses en la mina San José, el 5 de agosto de 2010, Juan Pablo Raba interpreta a Darío Segovia. Recuerda que como muchos siguió aquel episodio real a través de las noticias. Le rogaba mucho a Dios para que estuvieran bien, que tuvieran la fortaleza de salir adelante ellos y sus familias. Sí pensé: Algún día van a hacer una película de esto, pero jamás me imaginé que hubiera podido ser parte de esta experiencia tan fantástica, dice. El suyo fue uno de los papeles más difíciles de la película y le arrancó varias lágrimas a su mamá, la palmirana María Eugenia Vidal: Juan Pablo interpretó a un alcohólico. Hay una escena en la que sale acostado en una banca borracho, sin esperanzas, y tras el encierro padece el síndrome de abstinencia. Empieza a quitarles la comida a sus amigos. Hay una escena que nos conmueve a todos, que es cuando a él le queda solo una galleta de todo lo que se robó y se las da como diciendo: Es lo único que tengo, revela ella. Por eso le da coraje ver críticas que no le hacen justicia a la película donde trabaja su hijo: En dos minutos puedes destruir el trabajo de dos años. Juan Pablo me ha contado que se levantaban a las 3:00 a. m. para irse a un socavón y estar allí durante ocho horas para cuadrar luces y rodar. Salían extenuados sicológicamente y físicamente. Mi hijo perdió mucho peso, añade María Eugenia. También confirma Juan Pablo que tuvieron que trabajar bajo altas temperaturas en el desierto de Atacama. No fue mucho lo que rodamos allá. Pero las minas de Nemocón son frías y tuvimos que actuar que estábamos trabajando en un ambiente caliente, porque los mineros en Atacama tienen hasta 30 grados de temperatura y mucha humedad, y en Nemocón hacía frío, entonces permanentemente nos estaban mojando porque teníamos que dar a entender que estábamos acalorados, cuenta él. Sobre su trabajo con Juliette Binoche, quien interpreta a María Segovia, la hermana del minero, asegura que fue un sueño cumplido. Una seguidora me mandó una entrevista que yo casi ni recordaba de hace unos seis o siete años, donde me preguntaban con qué actriz soñaba trabajar y la nombré a ella. Es absolutamente fantástica. Uno de los recuerdos más bonitos que tengo, además de conocerla y conversar con ella, es la última escena de la película de mi personaje. Fue mi última de rodaje y fue un momento emocionante. Juan Pablo, quien recibió el aval del propio Darío por representarlo tan bien, trabajó mucho su personaje desde el perdón: Darío lo que encuentra en la mina es que hasta que él no sea capaz de perdonarse no va a ser capaz de perdonar a su hermana y, por ende, ella no lo va a poder perdonar. Representar a un alcohólico hace que entiendas que se trata de una enfermedad que no tiene nada que ver con la voluntad de querer serlo. Es una enfermedad muy trágica para la persona, su familia y todos los que están involucrados. Y empiezas a tener mucha compasión, no lástima. Valora mucho el trabajo de Patricia Riggen, la directora: Todo el tiempo tuvo el control de su película, pese a estar rodeada de testosterona supo a dónde llevarnos emocionalmente con los personajes. Una de esas escenas difíciles, en medio de ese ambiente rarificado, como él dice, fue sacar adelante de manera creíble y veraz el delirium trémens. En otro momento de la película, Darío, su personaje, debe pedirle consejo a Mario Sepúlveda, interpretado por Antonio Banderas. Es la única escena que tengo con él, un actor al que he admirado tanto por tanto tiempo. Había muchas emociones involucradas, por un lado el orgullo y la emoción de trabajar con él y por otro, las ganas de hacerlo bien. Pese al susto inicial, Raba dice que Banderas asumió su rol de líder natural del grupo dentro de la mina. Siempre tenía una sonrisa, un chiste, una canción y una gran anécdota para comentar. Es un tipo muy amable, muy generoso con su arte y con su presencia escénica. Me llevo gratos recuerdos de él. Sus amoresMaría Eugenia Vidal, la mamá de Juan Pablo, escritora y restauradora de arte palmirana, recuerda muy bien el día que en Unicentro en Bogotá una señora que la vio pasar con su hijo le propuso: ¿Por qué no me presta a su niño para un comercial de Alpina?. Cuenta que Juan Pablo estaba feliz, decía voy a salir en televisión. Pero su papá, Ricardo, me dijo Ché, vos estás loca, me van a robar el chico. Y por más que ella le dijo que lo acompañaría, él se negó. Juan Pablo lloró toda la noche. Pero lo levanté a las cinco de la mañana y me fui con él al Parque de Sopó, para que pudiera hacer el comercial. Eran las cinco de la tarde y no se quería ir. Y lo siguieron llamando. María Eugenia, quien era azafata, se casó con el papá de Raba a los 12 días de conocerse. Estábamos despechados dice ella. Duraron 11 años juntos. Juan Pablo, quien nació en Bogotá, estudió en el Colegio Nueva Granada. Nunca tuvo queja de él. Fue buen estudiante, nadaba, jugaba fútbol y aprendió un excelente inglés. Eso sí, era noviero, hablaba de una niña y de la otra. De ese colegio lo sacó cuando tenía 12 años. Había el rumor de que Pablo Escobar le iba a poner una bomba al colegio. Llamé al papá que vivía en España y me dijo Mándame los chicos y se quedaron allá. Venía a Colombia de vacaciones e iba mucho a Argentina y a Estados Unidos, donde tiene tíos y primos. Estudió publicidad en Madrid e hizo cursos en Nueva York y Argentina. Ella dice que su hijo le heredó la vena artística. Soy restauradora de arte, pintora, escritora y de niña vivía metida en las obras de teatro del colegio. De su papá sacó el amor por los carros, el viajar y la sensibilidad por los animales. Resalta de su hijo que odia los rodeos. Me dice: Mami, si me vas a decir que necesitas algo, me lo dices, no me des vueltas. Cree que todo el mundo tiene su rapidez mental. Cuando está haciendo un personaje de cuidado ni siquiera lo llamo, se altera mucho. Admiro a Mónica (Fonseca), que lo sabe llevar. Reconoce que Juan Pablo no es de besitos, ni abrazos, ni te quieros, no es meloso y pasa por seco, pero es solidario. No se ven mucho: Vivo aquí montada en andamios en las iglesias y él en Estados Unidos y viajando. Me llama de los aeropuertos: Mami, estoy llegando, Mami, estoy saliendo. Y en Bogotá se mete todo el día al estudio. El padre de Juan Pablo falleció hace unos cinco años. Cuando me dio la noticia, me dijo: Mami, se me fue mi amigo, mi compañero, mi confidente. Otro momento difícil, cuenta la mamá de Raba, fue su ruptura con la periodista caleña Paula Quinteros. La conoció en Venezuela en el rodaje de una película. Ese matrimonio duró un año. Él estuvo muy triste, lo marcó mucho, revela María Eugenia. Otra de las nueras que recuerda es la presentadora barranquillera Stephanie Carrillo, muy querida y con una familia adorada. Pero si hay una exnuera inolvidable esa es Jessica Cediel. La adoraba. Me llamaba temprano: Suegrita, qué necesita. Cuando terminaron ambas lloramos, confiesa María Eugenia. Recuerda que cuando su hijo comenzó a salir con la presentadora Mónica Fonseca, acababa de divorciarse del actor mexicano Mark Tacher y mucho rumoraba la prensa rosa sobre el final de esta relación. Por su parte, Mónica cuenta que a Juanpa se lo había cruzado varias veces en el camino. Tenían muchos amigos en común, pero nunca habían hablado más de tres palabras. Me parecía un gran actor, un churro, pero hasta ahí. Fue en el 2010, estando ella ya separada, que vio un tuit del actor que hablaba del crossfit. Le mandé un tuit privado y le dije que estaba pasando por un momento en el cual ese tipo de ejercicio me vendría bien y me respondió que con gusto me guiaba. Cuando conversamos se enteró que yo estaba separadísima. Mensajito viene, mensajito va. Nos encontramos y hubo una química increíble, dice ella. Después llegó Joaquín, quien a sus escasos 3 años de edad es tan o más famoso que sus padres y quien tiene cuentas oficiales de Facebook, Twitter e Instagram. Según Mónica, Juanpa es un padre-madre como lo fue mi papá. No se le arruga el pantalón por cambiar pañales ni por llorar de emoción cuando hace algo. Disfruta plenamente de la paternidad. Sin embargo, Mónica asegura que a él le cuesta regañar a Joaquín. Yo soy la que pone más autoridad en la casa. Juan Pablo le llama la atención y a los dos segundos está derretido con los ojitos del otro. Joaquín lo tiene dominado. A los ojos de su pragmática esposa, Juan Pablo es súper romántico. Ella es multitarea y él tiene que concentrarse en una cosa a la vez. Para Mónica, él es un fenómeno: Le cuesta seguir el ritmo con el silbido, cuando canta o chasquea los dedos, pero cuando baila lo posee el ritmo. Es un caso de estudio científico.