Las redes sociales ofrecieron voz a quienes no la tenían, crearon un espacio donde la gente que no se conoce en la vida real puede hablar entre sí, generar conexiones y construir una comunidad.
Aunque la idea sea muy inspiradora, muchos obvian que en Internet, al igual que en el mundo real, lo que se dice, se comparte y se difunde tiene unas repercusiones en las personas que reciben el mensaje, por lo que hay que ser extremadamente responsable con la información que se hace viral.
“Ahora, cuando un usuario empieza a tener una exposición por encima del promedio, la responsabilidad es aún mayor, porque cuenta con unos seguidores que lo ven como un punto de referencia y confían en su palabra a la hora de tomar decisiones. Dicho esto, las figuras públicas, como los instagrammers, tienen el deber de compartir contenidos que sean coherentes con sus valores y principios, que no atenten contra otros y que estén –en la medida de lo posible– sustentados y verificados”, opina Lala Prada, gerente de Estrategia y ventas LATAM en Goldfish.
Por desgracia, no todos los instagramers tienen claro la responsabilidad que acarrea su imagen y suelen caer en ‘pecados’ que pueden afectar su vida y la de sus seguidores.
1. Arriesgar la vida por un like
En redes siempre se pueden encontrar fotos que parecen imposibles de hacer. Esa era la especialidad de la instagramer Sophia Cheung, de 32 años y originaria de Hong Kong, quien había empezado a notar un crecimiento en el número de sus seguidores de Instagram.
Cheung se caracterizaba por aprovechar los paisajes y, sin ningún tipo de protección, tomarse fotos como la que se ve al lado izquierdo, con ella colgando de una roca en un abismo. Aunque la estrategia era muy útil para conseguir likes, era demasiado arriesgada y al final una simple pérdida de equilibrio hizo que la mujer perdiera la vida el pasado 17 de julio, al caer por un acantilado de 5 metros, en su búsqueda de una ‘foto perfecta’.
No obstante, esta no era la primera vez, y por desgracia no parece que sea la última, en la que un instagramer fallece tras intentar conseguir una gran captura porque, como en un capítulo de Black Mirror, los instagramers están muriendo, literalmente, por aprobación.
“Es muy importante no caer en la tentación de cambiar su esencia por aprobación o por valor mediático, un ‘like’ no vale más que la vida y hoy más que nunca mostrarse genuino es valorado dentro de estas comunidades digitales”, comenta Lala Prada, gerente de Estrategia y ventas LATAM en Goldfish
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2. Falta de transparencia
Hace poco en México hubo todo un escándalo, porque se descubrió que el Partido Verde Ecologista le había pagado a influencers para que en sus redes apoyaran al partido e impulsaran a sus seguidores a votar por ellos. Los influencers, no obstante, en su publicación nunca informaron que se trataba de una propaganda paga y lo manejaron como un acto voluntario.
En Colombia “hace unos meses, antes de que se implementara la regulación de la SuperIntendencia de Industria y Comercio ‘Guía de buenas prácticas en la publicidad a través de influenciadores’, el pecado más común era la falta de transparencia, al no avisar si lo que promovían era pago o iniciativa propia. Pero en estos momentos esto ha cambiado y cada vez es más claro para los usuarios qué contenido es pago, y cuáles son recomendaciones orgánicas”, dice Lala Prada.
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3. Volverse irreal al abusar de los retoques
Víctor Solano, consultor en reputación digital de la empresa Grandes Genios, considera que el pecado más común entre los instagramers es el uso excesivo de los retoques, hasta el punto en el que a veces “terminan distorsionando la realidad, bien sea atenuando defectos o tratando de mejorar algo al punto de hacerlo muy diferente de la realidad”.
Tan grave es la situación, que en algunos países ya han tomado medidas. Hace poco el Ministerio de Infancia e Igualdad de Noruega aprobó una ley que prohibiría a los influencers y a las marcas publicar imágenes promocionales retocadas, sin antes incluir una etiqueta que determine que estas han pasado por un filtro o un programa de edición de fotografías. Esta iniciativa busca luchar contra la publicidad engañosa y los ideales de belleza irreales que se venden en las redes sociales y en otros espacios publicitarios.
Francia e Inglaterra son otros países con propuestas similares, para promover la belleza natural y sacar a las personas de la burbuja ‘perfecta’ de las redes.
Según datos arrojados por We Are Social, a enero de 2021 Instagram en Colombia tenía una audiencia potencial de 16 millones de usuarios.
4. Guardar silencio en momentos de crisis
Para el consultor Víctor Solano “no es obligatorio que los instagramers se pronuncien” en situaciones de crisis. Pero, “como a los artistas y como a muchos otros, creo que es importante que haya cierto compromiso con la realidad, cierta visión de lo que está ocurriendo, para que puedan ser unos líderes de opinión, que ayuden en momentos de crisis de cualquier jurisdicción y territorio”.
Por su parte Lala Prada considera que “cada influencer tiene la potestad de intervenir en los momentos de crisis que considere, pues en últimas, también son ciudadanos como nosotros. Sin embargo, como lo he venido mencionando, es importante ser fiel a su esencia, sus principios y valores y no solo ‘hablar por hablar’”.
5. Compartir sin investigar y crear desinformación
“Hoy en día, las redes sociales son una realidad y un espacio en donde jóvenes y adultos transitan frecuentemente consumiendo todo tipo de contenidos. Esto ha traído crecimiento al país, pero a su vez ha traído problemas, principalmente, por la cantidad de información que se maneja y la rapidez con la cual se difunde, causando factores de conflicto tales como ‘fake news’, violencia digital y todo tipo de crímenes digitales”, aclara Lala Prada.
No obstante, entrar a debatir sobre medidas para mitigar las noicias falsas es difícil, ya que proponer regulaciones a la información que se difunde, generaría una restricción en la libre expresión de los ciudadanos en las redes, lo que causa incumplimiento de la ley anticensura del país, según lo explica la experta de Goldfish, empresa experta en Influencer Marketing.
Para Prada, el mejor camino para prevenir la desinformación sería la educación para que todos los ciudadanos aprendan a filtrar, comprender y utilizar las redes sociales de manera responsable. “El influencer debe hacer su trabajo con profesionalismo y siempre tener en mente que es un referente para miles de personas. No obstante, las audiencias también tienen un deber de consumir contenidos de forma responsable y crítica: validar la información, indagar y cuestionar, e incluso, si es necesario, avisar a las figuras públicas si están cometiendo un error”, explica Prada.