Bajar el índice de homicidios, reducir el riesgo de atentados terroristas y garantizar la seguridad en los comicios de mayo son los mayores retos de Carlos Soler, secretario de Seguridad de Cali, durante este año.
El funcionario recalcó que aunque hacen falta más uniformados de Policía en Cali, se está fortaleciendo el componente tecnológico para reaccionar a tiempo a las acciones delictivas y seguirles la pista durante las labores de inteligencia.
En el primer trimestre del año se presentaron 242 homicidios en Cali, la misma cifra del año pasado. ¿Cuál es la meta para todo el 2022?
Si para este año logro mantener un promedio de tres o menos muertes violentas por día, podré alcanzar una reducción del 15 % para la mitad del año. Es por eso que podríamos cerrar el año con menos de mil homicidios, algo que sería histórico porque es un indicador que no se ve hace 30 años.
¿Y cómo se ha extendido esa planeación hacia los barrios de Cali?
Nosotros hacemos planeación en las comunas que están en rojo, pero ahora nos fijamos más en barrios y horas: cuándo y dónde asesinan. Mediante ese análisis emprendemos líneas de seguimiento y vigilancia para tener planes robustos.
Por ejemplo, la violencia estaba disparada en las comunas 14 y 15, pero hace dos semanas que casi no pasa nada porque la Secretaría y la Policía se volcaron a estar presentes en el territorio desde las 4:00 de la tarde hasta la 1:00 de la mañana. Sin embargo, nosotros no nos quedamos quietos, nos movemos por el territorio según las circunstancias.
Uno de los detonantes más comunes del homicidio es el sicariato. ¿Cuáles son las estrategias para enfrentarlo?
Quitarle las herramientas al sicario. ¿Cuáles son estas? Una pistola y una moto. Empezamos por quitarle automotores que están sin papeles, cuyos pasajeros no usan el casco u otras irregularidades, acciones en las que recibimos apoyo de la Secretaría de Movilidad.
A esto se suma la recuperación del territorio en época post-paro para quitar ese imaginario de que no había seguridad por falta de semáforos o cámaras.
Para ese entonces nosotros empezamos por lo menos delicado hasta escalar a lo más grave. Por eso implementamos un dispositivo integral en el MÍO, acompañamos la instalación de los semáforos, el Ejército estuvo zonas de ladera y la parte alta rural. También hemos probado que donde hay mayores frentes de seguridad hay menos homicidios y atracos. Estamos volviendo la seguridad un tema de todos y no solo de la Fuerza Pública.
Todos somos testigos de esos operativos, ¿pero cómo pueden tener efectividad para que los homicidios no se disparen los fines de semana? Por ejemplo, el puente festivo de marzo dejó 16 asesinatos.
Bueno, 16 en cuatro días es igual a cuatro homicidios por día, es decir una cifra más que la tasa aceptable, que es tres. Es una cifra que luego recuperamos los lunes y martes. La seguridad es un tema de medio y no de resultado. En términos jurídicos, el Estado tiene la obligación de garantizar la seguridad pero no lo puede plantear meramente en resultados porque hay situaciones que desbordan. Por ejemplo, cuando es quincena, la gente toma más trago y se pone muy violenta.
Otro fenómeno que hemos visto es que los homicidios ya no ocurren solo hasta la 1:00 de la madrugada, sino hasta las 3:00 a.m. Y hay algo más berraco: aunque controlemos la calle milímetro a milímetro en las comunas 13, 14 y 15, empezamos a ver que están matando a la gente dentro de las casas. ¿Tú cómo controlas los homicidios dentro de las casas? Es algo complicado, sobre todo en zonas donde no hay cámaras.
¿Cuál ha sido la respuesta más inmediata para que los habitantes de esas zonas se sientan seguros?
Empezamos a impulsar botones de pánico y más alarmas comunitarias para reducir eso. Otro enfoque es el pedagógico, otro es la fuerza y uno más la cultura ciudadana, que consiste en el respeto por la vida. Nosotros vemos que la pandemia disparó la violencia de cierta forma.
Se rumora una posible conmemoración del 28 de abril, día que inició el Paro Nacional el año pasado. ¿Se podrá volver al repetir algo así?
Eso no volverá a pasar. Eso no le conviene absolutamente a nadie y menos para los que antes han azuzado a los jóvenes, quienes hoy están trabajando. El paro se produjo en parte por la rabia canalizada y las necesidades económicas que dejó la pandemia, algo que quisieron manifestar contra la ciudad. Pero la actual dinámica de Cali no da para que la gente salga a quemar cosas.
Hablemos de atentados como el ocurrido en Bogotá por parte del Frente 33 de las disidencias de las Farc, pero que también es un tipo de episodio del que Cali ya ha sido víctima. ¿Cómo minimizar el riesgo?
Lo más importante es realizar un blindaje antiterrorista. Primero, a través de labores de agencias nacionales de inteligencia. Segundo, agencias propias del Ejército y la Policía. Ganar la partida en un conflicto se hace con inteligencia para anticipar los movimientos de la contraparte. Todo llega por fuentes propias o agentes encubiertos, así como capacidad electrónica para intervenir las comunicaciones de grupos como las disidencias o el ELN.
"Lo ideal es seguir el ejemplo de las ciudades seguras, en donde la tecnología hace el mayor trabajo y hay menos policías", Carlos Soler.
El director de la Policía, general Jorge Luis Vargas, aseguró que atentados con granadas o explosivos camuflados en maletines son difíciles de prever, tal como pasó hace poco en Comfandi El Prado. ¿Usted coincide con esa opinión?
Estoy muy en la línea de pensamiento del general Vargas. Los actos terroristas son muy difíciles de controlar. Nadie ha podido, ni siquiera la inteligencia de Israel, evitar los actos terroristas al 100 %.
El terrorismo es el arma más cobarde porque no dispara contra un igual, sino contra toda la población. ¿Quién evita la llegada de una granada? Esta puede venir de Ecuador, Chile, Venezuela, Paraguay. Tenemos miles de kilómetros de frontera con seis países, incluyendo puertos. Una maleta con una bomba dentro y activada a distancia es muy difícil prevenirla.
¿Duerme tranquilo con el número de policías que hay en la ciudad?
Duermo tranquilo con el esfuerzo de nuestra Policía Nacional y el complemento de blindaje antiterrorista del Ejército. Uno quisiera tener más uniformados, pero de dónde los saco. Tienes que formarlos en DDHH, entrenarlos, entregarles un arma o esperar que se gradúen más.
A esto se suma una sentencia del Consejo de Estado que dice que se pueden jubilar a los 15 años y no a los 20 de servicio, por lo que nos quedamos con 30.000 o 40.000 policías menos en Colombia. Y en Cali ya hay una cantidad establecida de casi 500 efectivos dedicados a cuidar las estaciones de policía, lugares en donde tenemos un problema muy fuerte de hacinamiento.
A propósito del tema del hacinamiento, usted pidió que se decretara una alerta roja. ¿Qué le han respondido del Gobierno central?
Estamos esperando algunas reuniones. El MinDefensa y MinJusticia están pendientes. Pero esto no se trata de buscar culpables, porque es algo que viene desde hace 20 años. Es un problema de toda Colombia. La Defensoría está haciendo un trabajo grandísimo en todo el país sobre ese problema.
Debemos tomar decisiones como Estado y no solo por parte de un mandatario local. La suma es de todos y el llamado del Alcalde es a tomar decisiones administrativas más rápidas con el movimiento de algunos presupuestos, pedirle apoyo a la Gobernación y que también concurra la Nación.
El 29 de mayo son las elecciones presidenciales. ¿Cómo han ido afinando las estrategias de seguridad para ese momento?
Ya hay un ‘Plan Democracia’ que juega su papel en todo el país. Hay disposiciones nacionales y locales. En nuestro caso, el Alcalde ha adelantado cuatro consejos de seguridad extraordinarios. Y la semana entrante vamos a tener consejo ampliado para afinar la logística de la colocación de las mesas, puertos de comunicación, resguardo de votos tanto para las elecciones primarias y secundarias. De hecho, en los comicios a Congreso, en Cali hubo una efectividad del 98 % de todas las garantías, según el informe de la Registraduría.
En noviembre el ministro de Defensa, Diego Molano, anunció el regreso de la estatua de Belalcázar, pero el alcalde Ospina luego dijo que “aquí mandamos nosotros”. ¿Son frágiles las relaciones con el Gobierno Nacional?
Yo pienso que en algún momento el tema fue malinterpretado por una solicitud que hizo la Secretaría de Cultura para tener presencia de la Policía durante unas pruebas para colocar la estatua en un nuevo pedestal. Cuando el Ministro me preguntó sobre esto, yo le informé y luego él lo dio a conocer a medios. Esto generó algo de tensión con el Alcalde, pero al final del día logramos esclarecer que era un malentendido, incluso yo quedé en la mitad de la situación.
Es importante aclarar que la Alcaldía trabaja muy bien los temas de seguridad con la Nación. Tengo comunicación constante con el Ministerio y las Fuerzas Militares. No podemos decir que hayamos pedido algo para fortalecer la seguridad en Cali y no lo hayan dado.
Sobre el Oriente
El Ministro dijo hace poco que iban a hacer patrullajes por los alrededores del jarillón del río Cauca, porque allí hay mucha presencia de narcotráfico y en algunos barrios hay alertas por el reclutamiento de jóvenes…
Ya hemos ido a dos consejos de seguridad en el barrio Llano Verde y ahora llevamos la estrategia ‘Gobierno al Barrio’ con diferentes despachos presentes en los territorios. Para evitar el reclutamiento de jóvenes, nosotros tenemos una protección especial de blindaje con Gaula y casas de justicia itinerantes que nos permitan conocer las alertas.