Los que manejan la violencia se apoderaron del negocio del narcotráfico, dicen analistas. Doce años de traiciones, sangre y venganza.
En 1998, cuando asesinaron a Orlando Henao Montoya, apodado el capo del capos, el Cartel del Norte del Valle se dividió en dos facciones: una liderada por Diego Montoya Sánchez y la otra bajo el mando de Wílber Varela, quien era el jefe del aparato sicarial de Henao Montoya. En ese momento, coinciden desde analistas hasta autoridades, empezó el reinado de los gatilleros.El gran cartel se desintegra y nacen muchos carteles. Mandos medios de la organización, escoltas y algunos empleados de confianza de los capos se convierten en Dones, dice Camilo Chaparro en su libro Historia del Cartel de Cali.Por su parte, el politólogo Gustavo Duncan, experto en temas de narcotráfico y conflicto armado, explica que en todo el país, actualmente los que manejan la violencia son quienes se apoderaron del negocio del narcotráfico (...) Viene de una evolución y una era criminal. El control del negocio se hace con violencia.El imperio de VarelaCon la muerte de Henao, Varela, rodeado por los jefes de más de 20 oficinas de cobro que delinquían en el Valle del Cauca, especialmente en Cali y Tuluá, desató una guerra contra la familia de Pacho Herrera (uno de los cabecillas del Cartel de Cali). Luego, se enfrentó con Montoya, en una confrontación que dejó más de 1.200 muertos en la región. En medio de ese conflicto, Varela creó un ejército de hombres llamado los Rastrojos, por el apodo de jefe: Diego Pérez Henao, alias Diego Rastrojo. Montoya, por su parte, conformó los Machos. Ambos grupos tenían su injerencia en el Cañón de Garrapatas y en las poblaciones del norte del Valle, como El Dovio, Bolívar, Roldanillo y Zarzal.Con la guerra fueron cayendo, detenidos o muertos, casi todos los alfiles de ambos capos. Además, a los otros jefes del Cartel del Norte del Valle, como Hernando Gómez Bustamante y sus herederos, Arcángel Henao Montoya, y Juan Carlos Ramírez Abadía, Chupeta, los capturaron en Cuba, Panamá y Brasil. Actualmente están presos en Estados Unidos.Si hasta entonces el Cartel del Norte del Valle (agrupación que empezó trabajando para los carteles de Cali y Medellín) estaba caracterizada por lo sanguinarios de sus miembros, el hecho de que su nuevo jefe fuera un sicario aumentó las guerras que este grupo desató, explica un investigador de la Policía.Ariel Ávila, analista de la Corporación Arco Iris, dice que el hecho de que los mandos medios hayan asumido el liderazgo en estos grupos también los ha hecho más vulnerables. La política pública de seguridad ha estado enfocada en llevar tras las rejas a estas personas, que protagonizan los hechos de sangre, pero hace más de ocho años no desarticulan bandas de lavadores de dinero en el Valle, asegura Ávila.Este cambio, al igual que las operaciones de las autoridades, han hecho que los capos actuales tengan una vida más corta como jefes de su organización.Varela fue el cabecilla de su grupo por aproximadamente siete años, sus sucesores: Javier Antonio Calle Serna, Comba, y Diego Pérez Henao, Diego Rastrojo, duraron cuatro años.Calle Serna inició desde muy joven su carrera delictiva como sicario. Según inteligencia de la Policía, fue el pistolero, que lideró el ataque contra William Rodríguez Orejuela, hijo de Miguel Rodríguez, jefe del Cartel de Cali, en 1996 en un restaurante de la ciudad. Y años después, asesinó en Cartagena a Miguel Solano, hombre de confianza de Diego Montoya. Y Pérez Henao, quien también empezó como sicario, pasó a crear a finales del 2001 un grupo de 50 hombres en el Cañón de Garrapatas que se extendieron a ocho departamentos, en una especie de franquicia, con jefes independientes. Los Rastrojos están organizados en células o grupos más pequeños. Los grupos pueden estar organizados con base en el área geográfica en donde ellos operan o de acuerdo con el área en la que tienen experiencia (es decir, transporte, recibo de pagos de parte de otras organizaciones de tráfico de narcóticos, retaliación o muerte a rivales o amenazas), indica un documento de la Fiscalía de Estados Unidos.¿El fin de 'Los Rastrojos'?Durante media hora un grupo de oficiales de la Policía colombiana dialogó con Diego Pérez Henao Diego Rastrojo, antes de ser trasladado desde Barinas -sitio de su captura- hasta Caracas.Pérez Henao en esos minutos les relató que con su detención los Rastrojos se quedaron sin jefe, pues considera que ninguno de sus lugartenientes tiene el perfil para controlar este ejército de más de dos mil hombres que están extendidos por ocho departamentos del país.Señaló que nisiquiera Luis Enrique Calle Serna (hermano de Javier Antonio, alias Comba, quien era socio de Rastrojo, pero con el que se peleó hace poco tiempo) podía sucederlo. Luis Enrique siempre ha sido un buena vida, no tiene el carácter ni la fuerza para asumir el liderazgo, les dijo a los uniformados.El capo les agregó que con su captura, su organización podría verse diezmada, porque los Urabeños intentarían desplazar a sus hombres, al no tener un jefe máximo. Un investigador de la Policía contó que Pérez Henao aseguró que Don H, uno de los herederos de Diego Montoya (su enemigo), saldría libre en seis meses y se va a aliar con los hermanos Pérez, que son primos de Don Diego y que hacen parte de los Urabeños. El grupo de los Urabeños está apoyado, según la Policía, por Greilin Fernando Varón, apodado Martín Bala; alias El Negro Orlando y alias Chicho o El Zarco (familiar del extinto capo Iván Urdinola Grajales), quienes estaban en una guerra abierta contra la estructura de Comba. Diego Pérez le dijo a los policías colombianos que su grupo estaba en guerra con los Urabeños. Y corroboró que él y Comba se enfrentaban. La disputa se inició porque Javier Antonio le recomendó que se entregara a las autoridades estadounidenses y él se había negado.También reconoció que él, junto con Javier Antonio, habían sido las personas que asesinaron a su jefe Wílber Varela, Jabón en una cabaña en Mérida, Venezuela, en enero del 2008. A Varela, según les dijo Pérez Henao, lo asesinaron porque Comba y el mismo Rastrojo, querían ganar terreno en los Santanderes, en la frontera con Venezuela, pero su jefe se los prohibió, ya que esa zona la controlaban un grupo de Águilas Negras que delinquían para el extraditado jefe paramilitar Macaco, amigo de Jabón.¿El fin del clan de Varela?Luego de la entrega en mayo pasado de Javier Antonio Calle Serna a la DEA, negociación que permitió llevar tras las rejas a sus lugartenientes -que también colaboran con Estados Unidos- y la captura la semana anterior de Rastrojo, las autoridades intentan establecer quiénes serían los sucesores de estos capos, que heredarían las rutas y contactos del narcotráfico, especialmente por el Pacífico y la frontera con Venezuela. En la baraja de sucesores no hay candidatos claros. No se ve ninguna persona que pueda unir todas esas pequeñas agrupaciones, explicó un oficial de la Policía. Las hipótesis que manejan los diferentes organismos de seguridad están encaminadas a que el poder de esta estructura sea disputado por los Urabeños, en una serie de hechos de sangre que ocurrirían especialmente desde Tuluá hacia el norte del Valle.Otra de las versiones apunta a que Luis Enrique Calle, hermano de Comba, y alias Galleta, miembro de su estructura, están intentado reacomodar las oficinas de cobro de Javier y contactar a los jefes regionales de las estructuras de Los Rastrojos en todo el país para volver a tener el control del narcotráfico. Finalmente, en la baraja de mandos medios -cuyos perfiles aún son poco conocidos por las autoridades- aparecen alias como Galleta, Avestruz, Gandi y Palustre, por el lado de Comba; y de W, Chorizo, El Ingeniero, Capulina, Mincho, Guerrero, Aníbal, Pollo Bobo y El Indio, por el lado de Los Rastrojos.Aparte de estas personas los investigadores tratan de verificar si Burro, quien es uno de los hermanos de Diego Rastrojo, entraría a disputar su lugar en la organización. Cuando murió Varela era muy claro que sus sucesores eran Comba y Rastrojo, pero ahora no tenemos ninguna certeza de quién pueda asumir el control, dijo un miembro de un grupo especial contra el narcotráfico.