La última vez que la brisa del glifosato descendió sobre las montañas del corregimiento de Huisitó, en el municipio de El Tambo (Cauca) fue a mediados del 2010.
Esa vez don Miguel* decidió no correr para evitar el químico. “Sentí que lo estaba perdiendo todo, pero también empecé a reflexionar que debía existir una alternativa distinta a la coca y con unos centavos que tenía empecé a sembrar chontaduro”.
Sin embargo, para sacar su producto debía llevarlo casi dos horas de camino hasta el corregimiento de Huisitó, pagar el transporte hasta el municipio de El Tambo y luego tratar de llevarlo a Popayán, donde el dinero que recibía era inferior al trabajo y la inversión que había realizado.
El deseo de cambiarse a la legalidad fue superado por la realidad del campo en el suroccidente del país y de nuevo las tierras que heredó de sus padres fueron cubiertas por el verde intenso de la coca.
Esa es, de acuerdo con varios analistas, una de las razones por las cuales el mundo encendió esta semana las alarmas por el incremento histórico en los cultivos ilícitos y la producción de cocaína en Colombia.
Se suma a ello que también el Gobierno bajó la guardia con el tema de la erradicación manual y buena parte de la tierra a lo largo y ancho del país quedó a merced de las organizaciones armadas ilegales como el ELN, que han presionado el aumento de cultivos en el sur del país y en la región del Catatumbo.
Por eso no generaron mayor sorpresa los informes que nuevamente publicaron esta semana el Departamento de Estado de Estados Unidos y la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (Jife), adscrita a la ONU, alertando el incremento en las hectáreas cultivadas.
El informe que llegó al Congreso de los Estados Unidos asegura que en Colombia hubo un aumento en los cultivos del 42 % entre el año 2014 y el 2015. Es decir, de las 112.000 hectáreas que había cultivadas en el país en el 2014, pasamos a la cifra de 159.000 hectáreas en el 2015.
“Colombia es el primer productor mundial de cocaína, así como un país fuente de heroína y marihuana. Aunque el Gobierno continúa contrarrestando la producción y el tráfico de drogas ilícitas a través de las operaciones de erradicación, la agresiva interdicción y la actividad policial, la producción potencial de cocaína en 2015 aumentó en un 60 % a 495 toneladas métricas”, dice el informe.
Hace solo cuatro meses, el fiscal general de la Nación, Néstor Humberto Martínez, anunciaba públicamente el aumento absolutamente incomprensible en los plantíos y la comercialización de la droga.
Francisco Thoumi, miembro de la Junta Internacional Fiscalizadora de Estupefacientes (Jife), que esta semana presentó también un informe en el que alertan del aumento de un 39 % en los cultivos de coca en Colombia, consideró que puede ser una consecuencia de las negociaciones de paz que se realizan en el país.
“Creemos que la expectativa generada en torno a las negociaciones de paz han podido contribuir a que los agricultores quisieran beneficiarse de posibles programas de desarrollo alternativo y eso motivó el auge de cultivos ilícitos”, aseguró experto antidrogas, cuya percepción no está lejos de la realidad en el campo.
Arrasan sin piedad
El País viajo hasta el municipio de El Tambo, considerado en el ‘Informe de monitoreo de territorios afectados por cultivos ilícitos 2015’, como el quinto municipio de Colombia con la mayor extensión de tierra sembrada con coca. Lea también: Cultivos de coca aumentaron un 39% en un año, advierte la Jife
Uno de sus corregimientos más apartados es Huisitó, donde Dumael Flores, presidente de la Junta de Acción Comunal del corregimiento, considera que es muy probable que los cultivos hayan aumentado porque la gente ante la necesidad se queda sin alternativa y advierte que el aumento para el 2016 puede ser mayor.
Y es que la seguidilla de montañas recién rasuradas con motosierra y donde ya asoman pequeños copos del verde fluorescente de las semillas de coca, no dan para pensar otra cosa.
Durante el extenso recorrido por esta zona, donde el Ejército Nacional de Liberación (ELN) ejerce total control, se aprecian decenas de hectáreas deforestadas y muchas otras que están en este momento siendo taladas para dar paso a la coca.
Aunque las estadísticas de los últimos años muestran las millonarias inversiones que se han hecho para fumigar y erradicar los cultivos, la tendencia al incremento continúa imparable. Solo El Tambo tiene sembradas 3468 hectáreas de coca.
La única vez en que se revirtió esta tendencia fue en el 2008 y no fue gracias a las fumigaciones ni la erradicación. El promotor de esa disminución fue David Murcia Guzmán, el creador de la Pirámide DMG cuando la gente apostándole a más dinero con menos esfuerzo invirtió allí sus ganancias y abandonaron el campo.
Tras el descalabro de las pirámides y la quiebra de muchos campesinos, los cultivos de coca se volvieron a disparar y la gente ya no solo la cultivaba sino que acondicionó pequeños laboratorios ocultos para la producción de la base de coca.
La fórmula hoy la recitan de memoria los habitantes del caserío. “Aquí hay gente que no sabe hacer unos fríjoles, pero no hay nadie que no sepa sacar pasta base”, dice sin ruborizarse un campesino.
Sin embargo hay organizaciones como la Asociación de Cacaoteros de la Región del Río Huisitó, Asohuisitó, que se han convertido en un oasis en medio de este desierto verde. Desde hace varios años vienen trabajando por la consolidación de cultivos como el del cacao en esta región del país.
Eduardo Vidales*, líder de la comunidad, aseguró que el cacao es una alternativa, incluso, que genera más recursos que la coca y con esa idea intenta revertir la tendencia, “siempre y cuando los campesinos cuenten con vías de comunicación para sacar el producto y garantizar una comercialización justa”.
“Una arroba de cacao está costando $56.000 y una hectárea puede producir hasta 300 arrobas. Y cuando alcanza la etapa de producción constantemente se recogen entre ocho y diez arrobas semanales”, explicó.
Sin embargo no es fácil hacer que brote agua en este desierto. En una zona donde pareciera que los ilícitos son los cultivos de pancoger porque no le reportan al ELN las ganancias que genera la coca y el narcotráfico para el financiamiento de sus estructuras criminales.
El aumento en el Valle
El Valle no ha sido ajeno al aumento en los cultivos que afecta mayormente en el sur del país a los departamentos de Cauca, Putumayo, Chocó y Nariño.
De acuerdo con el ‘Informe de monitoreo de territorios afectados por cultivos ilícitos 2015’, en el departamento aumentaron en 23 % el número de hectáreas sembradas con coca, al pasar en el 2014 de 561, a 690 hectáreas en el 2015.
Los registros históricos señalan que los primeros cultivos en el Valle se encontraron en el 2000, ubicados todos en Buenaventura, y abarcaban 76 hectáreas de la zona rural.
Las alarmas se encendieron un año después cuando para el 2001 se doblaron los cultivos y los monitoreos, mostraron que eran ya 184 las hectáreas cultivadas con coca.
El pico más alto se descubrió en el 2008, cuando el Valle mostró 2089 hectáreas sembradas y ya los cultivos hacían metástasis en los municipios de Bolívar, Dagua y Calima.
Pese al aumento de cultivos de coca en el departamento, tropas de la Tercera Brigada del Ejército erradicaron de forma manual, durante el año 2016, 163 hectáreas de coca de sus zonas de influencia.