El tema de las riñas volvió a ser muy comentado estos días, luego de que en redes sociales se conociera un video que capta uno de estos episodios ocurrido en la madrugada del domingo pasado en la Carrera 66 con Calle 10A, en el sur, a las afueras de un establecimiento nocturno.
En el video, grabado por un ciudadano que estaba en este punto del barrio Limonar, se alcanza a ver que al menos diez personas, divididas en dos grupos tanto de hombres como de mujeres, se agreden físicamente, incluso con objetos contundentes como palos o ladrillos.
Pero más allá del rechazo por parte de la ciudadanía en redes sociales, este hecho solo es uno entre tantos de los que ocurren en la capital vallecaucana. Tan solo en el mes de septiembre pasado se registraron 15.041 riñas, según indicadores de la Policía de Cali.
Y pese a que se presentó una reducción de 2484 casos en relación con el mismo periodo del año pasado, cuando hubo 17.525 riñas, la cifra es preocupante.
“No es la primera vez que ocurre algo así en el sector. Vea que casi todos los fines de semana se presentan enfrentamientos entre personas alicoradas y si no es sobre la Carrera 66, es por los lados de la Autopista Suroriental”, expresó Lisímaco Portocabrero, vicepresidente del barrio El Gran Limonar etapa I y II.
Agregó que “esto se agrava con el consumo de sustancias psicoactivas en los alrededores de los establecimientos y de hasta personas que venden, los conocidos jíbaros”.
Para controlar estas situaciones, el coronel Didier Estrada, comandante operativo de la Policía de Cali, dijo que una de las estrategias más importantes son ‘Caravanas por la Vida’, que son despliegues orientadas a puntos críticos de la ciudad por homicidios y riñas.
“Tenemos unos grupos especiales que refuerzan nuestras patrullas del modelo nacional de vigilancia por cuadrantes. Con esto definimos sitios, días y horarios en donde hay alta conflictividad; siempre que recibimos reportes por riñas vemos un potencial homicidio”, explicó el uniformado.
Estrada agregó que las autoridades tienen en la mira a las llamadas afro rumbas, aquellas en donde cierran las calles para la ingesta de alcohol y la realización de festejos en vía pública.
Video: rumba en la Carrera 66, sur de Cali, terminó en una gran riña callejera
“Con el grupo del Esmad confrontamos este tipo de rumbas, que se presentan en su mayoría los fines de semana en horas de la noche”, aseguró.
Entre tanto, 128 muertes violentas asociadas a riñas se presentaron en Cali entre el 1 de enero y el 28 de septiembre de este año, según las cifras del Observatorio de Seguridad de Cali.
Aparte de haber un aumento de ocho casos más en relación con el mismo lapso del 2018, los indicadores demuestran que el Oriente es la parte más crítica de la ciudad en este sentido; tan solo en la Comuna 14 ha habido 15 homicidios vinculados a riñas este año.
Y pese a que no hay cifras en Cali que relacionen el consumo de alcohol con este fenómeno, es inevitable no hacer esta vinculación en algunos casos. De acuerdo con Pablo Uribe, subsecretario de Seguridad, el licor es un desinhibidor de la psiquis que, en determinadas circunstancias y lugares, puede motivar situaciones de violencia.
“Por ejemplo, en algunos barrios del oriente y la ladera de Cali, a la gente le gusta departir con licor de por medio, pero pasa que son zonas en donde hay una gran presencia de armas de fuego ilegales, lo que se convierte en un ‘coctel mortal’, en especial los domingos”, anotó el funcionario.
Recordó que desde el 2017 se implementa el programa ‘Domingo seguro’, que lleva entretenimiento sano (actividades lúdicas y pedagógicas) a estas zonas.
Se trata de una estrategia que, según Uribe, ha reducido los homicidios en este día, al pasar de un promedio histórico de nueve a alrededor de cinco.
“Es cierto que sigue siendo el día más violento de la semana, pero lo importante es que la disminución ha terminado por impactar la dinámica general de homicidios de todo Cali”, destacó.
A su vez, Andrea Buenaventura, socióloga, antropóloga y docente de la Universidad Católica de Cali, explicó: “Desde un punto de vista psicosocial, los seres humanos tenemos conductas que hacen que reprimamos muchas emociones. Entonces el alcohol deshinibe todas esas represiones, o sea, ya no hay una normativa que controle a la persona”.
Pero agregó que las riñas también pueden ser vistas como una defensa del estatus, esto último entendido como el lugar que uno tiene en la sociedad, “el famosísimo ‘usted no sabe quién soy yo’”.