Los niños en Colombia son víctimas de múltiples formas de maltrato: el reclutamiento forzado, el abuso sexual, la mala nutrición. Muchas de ellas tienen relación con el conflicto armado que sigue afectando a varias regiones del país.
Como consecuencia de estos hechos, la educación de los niños se pone en riesgo. Escuelas que deben cerrar o niños que no tienen la oportunidad de llegar a ellas. Se calcula que entre enero y septiembre de 2022, más de 12 mil niños tuvieron que suspender temporal o indefinidamente sus estudios por hechos vinculados con el conflicto armado, de acuerdo con los datos del Observatorio de Niñez y Conflicto Armado (Onca).
A propósito de la conmemoración del Día del Niño, las organizaciones internacionales que hacen parte del programa ‘La educación no puede esperar’ hicieron un llamado para que los niños no tengan que seguir sufriendo los efectos de la confrontación.
Catalina Duarte Salcedo, coordinadora del programa, habló con Colprensa sobre los graves efectos que tiene el conflicto para los niños que están en proceso de formación.
¿Cuáles son las cifras con relación al impacto de violencia e incidencia en la falta de acceso a la educación?
El Observatorio de Niñez y Conflicto Armado nos dice que el 30% de los eventos armados registrados el año 2022 afectaron directamente a 268.524 niños, niñas y adolescentes, tema que es grave pero además lo que nos están diciendo es que aumentó un 5% frente a lo que tuvimos en el 2021.
Las cifras indican que infortunadamente los ataques contra escuelas y las acciones que interrumpen la educación debido al conflicto se han aumentado en el país.
¿Cómo se presentan estos hechos de violencia por regiones?
Este flagelo acoge a varios departamentos donde más se presentaron eventos de conflicto armado y que afectaron de forma directa a los niños, niñas y adolescentes. Están Cauca, norte de Santander, Valle del Cauca, Arauca, chocó, Antioquia, Nariño, Caquetá y Putumayo.
¿Cómo operan estas cinco organizaciones en sus investigaciones para evidenciar lo que está ocurriendo en el país?
Estas 5 organizaciones se han unido para la implementación de un programa del fondo, la Educación No Puede Esperar, (Education cannot wait).
Este fondo tiene un objetivo y es asegurar que pese a cualquier situación de crisis, los niños y las niñas tengan siempre acceso a educación. Es por eso que nos unimos para implementar este programa. Estamos en este momento en varios lugares del país: Arauca, Norte de Santander, La Guajira y Valle del Cauca.
Trabajamos por asegurar, por revisar acciones de refuerzo escolar para niños, niñas, los cuales, por alguna razón, han visto afectada su educación por la crisis de violencia en sus territorios y por esta razón están fuera de la escuela. Creamos una aceleración de aprendizaje para los niños y las niñas que por alguna razón han tenido que interrumpir su tránsito educativo.
Durante algunos años creamos modelos de aceleración y acciones extramurales para aquellos menores que no pueden acceder al colegio. Algo muy importante, estamos también respondiendo desde estas acciones de educación a la crisis de aprendizaje que está atravesando el mundo, porque no es tampoco una cosa solo de Colombia.
Algo grave que también hemos evidenciado es que dos de cada tres niños a nivel global y cuatro de cada cinco niños de 10 años, en América Latina, no pueden leer o entender un texto simple.
¿Cuáles son los efectos de los conflictos armados en las niñas, niños y adolescentes?
Los menores que son víctimas de reclutamiento por parte de los actores armados sufren violencia y abuso sexual, enfrentan violaciones contra sus derechos fundamentales, sus familias presentan desplazamiento forzado para salvaguardar sus vidas, hay presencia de minas antipersonal, municiones sin explosionar y trampas explosivas en el camino a las escuelas. Finalmente las instituciones educativas sufren ataques y daños en su infraestructura.
Un menor, hasta los 10 años, más o menos, tal vez antes, aprende a leer y luego lee para aprender. Si nuestros niños y nuestras niñas no están aprendiendo a leer oportunamente, entonces están mucho más propensos y más expuestos a que su trayectoria educativa se vea afectada.
¿Cuál es el balance de la Onca?
Según el Observatorio de Niñez y Conflicto Armado (Onca), el 60 % de los eventos armados registrados el año pasado afectaron directamente a 268.524 niños, niñas y adolescentes, un aumento de 11,5 % más que en el 2021.
Una de las historias que me han impactado tiene que ver con una menor quien me comento un día así: “En mi comunidad, un niño tuvo un accidente con una mina antipersonal, perdió sus dos piernas y hasta el momento no tiene acceso a educación”.
¿A qué se exponen los menores en zonas rurales?
Vemos con preocupación que las escuelas quedan en medio de enfrentamientos armados o que en los caminos hay presencia o sospecha de minas y otros artefactos explosivos. Celebramos que el Plan Nacional de Desarrollo incluya la implementación de la Declaración sobre Escuelas Seguras, marcando el camino para proteger a estudiantes, docentes e instituciones educativas. Ahora es el momento de realizar acciones concretas para proteger la educación en zonas de conflicto armado en el país.
¿Cuáles son los planes de acción que se deben implementar para lograr una mejoría frente a esta situación que involucra a los menores de edad?
En este sentido es importante poner en práctica los compromisos de la declaración a la que se han adherido 116 países: prevenir el uso militar de las escuelas y universidades; recopilar datos y fomentar respuestas ante ataques a establecimientos educativos, sus estudiantes y profesores; fortalecer el rol de protección que tiene la educación durante conflictos armados y asegurar la continuidad educativa; fomentar los intercambios y fortalecer el apoyo político para la protección de la educación en foros internacionales; rendir cuentas por los ataques contra la comunidad educativa, incluyendo sus instalaciones, e investigar y juzgar debidamente a los responsables.