El periodista Miguel Ángel López Solana contó el drama del asesinato de su familia a manos del narcotráfico, durante el 10º Foro de Austin, del Centro Knight para el Periodismo de las Américas, realizado en la Universidad de Texas.

Miguel Ángel López Solana, periodista mexicano de 31 años, divaga por Austin, Texas, junto a Vanesa, su esposa, una chica de 22 años, de mirada dulce. Se tienen el uno al otro. Los viste el recuerdo de la tragedia y los acompaña el afán de la huida. Él condujo su auto y atravesó la frontera para salvar su vida, luego del asesinato de sus padres y hermano en el estado de Veracruz. Ella fue su copiloto para recordarle que aún le queda alguien.El periodista tiene grabada en su mente la escena. El 20 de junio de 2011 recibió una llamada: "Ve a tu casa con urgencia". Allí encontró los cuerpos de su padre, Miguel Ángel López Velasco, subdirector del diario Notiver; de su madre, Agustina Solana y de su hermano de 21 años, fotógrafo, Misael López Solana.Tenían tiros en el cráneo y abdomen. Naufragaban en un charco de sangre. Desde entonces, el miedo revolotea en la cabeza del sobreviviente y perturba su espíritu."Llegué aquí de suerte. Corrí hasta donde pude". Así comienza el relato Miguel Ángel, ante un auditorio de 50 periodistas asistentes al 10º Foro de Austin, del Centro Knight para el Periodismo de las Américas, que dirige Rosental Alves, en la Universidad de Texas.Tras dos días de discusiones (21 y 22 de mayo) sobre la 'Seguridad y protección para periodistas', el testimonio del sobreviviente del horror irrumpe en la sala y echa por tierra las estrategias debatidas para salvar las vidas de quienes en México se han convertido en carne de cañón de los carteles del narcotráfico.El periodista asegura con dolor que su padre era un veterano columnista en el diario Notiver, reconocido en Veracruz por sus opiniones sobre el 'narco' y la política. Un año después de que asesinaron a la familia López, el 25 de julio de 2011, Yolanda Ordaz, una de las colaboradoras más cercanas de padre de Miguel Ángel en las noticias judiciales, apareció degollada. La matanza continuó el pasado 3 de mayo, fecha en que el mundo celebra la Libertad de Expresión, cuando aparecieron desmembrados los reporteros gráficos Gabriel Huge, Guillermo Luna y Esteban Rodríguez. Este último había dejado el periodismo y laboraba en un taller de soldadura. Hasta allá fueron a buscarlo.Por esos crímenes no hay un solo detenido o procesado. "En México hay una impunidad que marca la violencia. Ya no te salvas ni si dejas de ser periodista", confirma Miguel Ángel.Los periodistas caen decapitados, degollados, ahorcados, despellejados. Las secciones judiciales de los diarios de provincia se están quedando acéfalas. No se salvan tampoco las de medios grandes concentrados en el Distrito Federal, como la Revista Proceso, que perdió a su corresponsal en Veracruz, Regina Martínez, quien fue hallada asfixiada y estrangulada en el baño de su casa en Xalapa, capital estatal, el 28 de abril de este año.La Comisión Nacional de Derechos Humanos de México registra el asesinato de 76 periodistas entre 2000 y 2011. Sin embargo, no hay acuerdo en las cifras.Unos dicen que son más, otros, menos. Pero los 76 reportados causan alarma. "Las cifras son frías y no explican del todo la violencia directa de la cual es víctima la prensa mexicana", precisa Darío Ramírez, director para la Oficina de México y Centroamérica de la organización Artículo 19.¿Quiénes matan?"Nadie asegura nada pero en Veracruz, los que ahora operan como malos, antes eran policías, eran la seguridad pública, incluso eran fuentes de algunos periodistas pero en algún momento tuvieron amarre con el crimen organizado", sentencia López.Las organizaciones de periodistas que con valor tratan de paliar la situación de la prensa mexicana, se estrellan con testimonios que las enmudecen. Daniela Pastrana, directora de Periodistas de a Pie, fue hasta Veracruz y le dijo a los periodistas: "Voy a estar con organizaciones y periodistas de todo el mundo, ¿qué quieren que les pida a nombre de los periodistas mexicanos?". Hubo una respuesta que la dejó fría: "Una pistola... para que no me agarren vivo".Miguel Ángel esperó medio año desde que asesinaron a sus padres. No pensó en usar una pistola, pedía que lo sacaran del país porque temía por su vida. "Me pareció demasiado. A lo mejor me desesperé, es que la urgencia para mí era inminente", reflexiona ante un auditorio pasmado.Finalmente nadie hizo nada para sacarlo del infierno. Él solo consiguió una visa de turista para Estados Unidos, por lo que no puede trabajar. "La vida me abandonó en Veracruz y por eso me fui", dice.Miguel Ángel se tranquiliza al contarles a sus colegas del Foro de Austin, absortos por la historia plagada de cuestionamientos al Gobierno, a las organizaciones mexicanas y a los mismos periodistas, los hechos que en el periódico para el que trabajaba no quisieron escuchar. En Notiver laboraban su padre y su hermano, y desde que los mataron, los directivos del diario le dieron la espalda."Yo fui a hablar con el dueño y me dijo: Vete a velar a tus familiares. Me dejó con más preguntas que respuestas", rememora López y agrega, "Notiver no me liquida, no me paga. Mi hermana terminó demandando al periódico para que indemnicen a mis abuelos". Miguel Ángel también era corresponsal de La Jornada, diario que al menos le tendió la mano.El periodista pierde el aire cuando clama para que no dejen solos a sus compañeros. "Los que se quedaron están muertos de miedo y reclaman que de la misma forma en que llegó la embestida de la violencia, así debería ser la embestida en su defensa", argumenta.Los reporteros que lo escuchan le lanzan preguntas: ¿Por qué son el blanco?. Su respuesta es categórica: "Porque ya doblegaron al empresario, al político, a quien tiene rancho. Ya doblegaron a un montón que juegan un rol dentro de la sociedad. Y como al periodista no lo han podido doblegar, por eso lo matan".La realidad de la prensa en México es dura, reconoce: "Hay delincuentes que se han logrado infiltrar en los medios. Pero los periodistas no tenemos culpa de nada. Somos los carteros, llevamos buenas y malas noticias. A la gente nunca la vamos a tener contenta, solía decir mi padre".En algunos escenarios en México se da como explicación a la matanza de periodistas que varios fueron permeados por el crimen organizado, incluso que por las malas prácticas la situación se agravó.Miguel Ángel responde duro a esas críticas sin rostro: "En lugar de defender a Yolanda (periodista asesinada) dicen que trabajaba para el 'narco'. Cómo pueden llegar a decir que trabaja para el narco. No trabajas para el narco, solo sobrevives".Y le siguen preguntando: Miguel, ¿quiere seguir siendo periodista? Los ojos se le iluminan y deja ver algo de ese idealismo que corroe a quienes practican el oficio y responde: "Claro que sí, pero en una zona más peligrosa que Veracruz, ¡no! Solo quiero volver allá acompañado y que mis colegas y amigos digan, ¡viene Miguel!, pero con todas las organizaciones de periodistas detrás para ayudarlos".