Un fiscal seccional adelanta las investigaciones sobre el escándalo, conocido antes de la Semana Santa, que llevó a la suspensión de 19 sacerdotes en Villavicencio.

El origen de este escándalo empezó el pasado 14 de febrero, luego de que un hombre mayor de edad interpuso una denuncia en contra de los sacerdotes de la Arquidiócesis de Villavicencio y los acusó de hechos en contra de la moral sexual.

Lo que ha trascendido es que se ordenaron tareas de policía judicial en las oficinas e iglesias en donde trabajan los sacerdotes hoy suspendidos. La diligencia como tal, inicialmente, fue una inspección con la que buscaban recolectar datos.

Cabe resaltar que según Caracol Radio, no serían 19 sino 36 los sacerdotes involucrados en esta historia que ha sacudido a la capital del Meta. Los primeros 19 nombres salieron de un comité que instauró el señor arzobispo de Villavicencio, monseñor Óscar Urbina. Los otros 17 salen del relato que posteriormente el denunciante le entregó a la Fiscalía.

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Al parecer, todo comenzó con la denuncia de un hombre que contó que desde sus 13 años comenzó a ser víctima de abuso sexual por parte de sacerdotes de la Arquidiócesis de Villavicencio.

El denunciante afirmó que a sus 13 años conoció a un sacerdote que lo vio vulnerable y a cambio de mercados, ropa y dinero comenzó a abusarlo sexualmente. 

El hombre que denunció estos actos contó que los curas identificaban la pobreza extrema y la soledad de un menor de edad para abusar de él sistemáticamente, pagando y silenciando sus abusos con mercados, ropa, paseos y dinero, todo proveniente de las finanzas de las parroquias de Villavicencio.

En su relato, también menciona que había decenas de niños y adolescentes que estos sacerdotes se intercambiaban. Algunos, con el pasar del tiempo, se convirtieron en parejas estables de sacerdotes y eran presentados ante la comunidad como primos, sobrinos o ahijados.

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“Uno de los curas disfrutaba el sexo en su templo parroquial”, afirmó el denunciante, quien además cuenta que los encuentros siempre ocurrían en los despachos parroquiales, en los carros de los sacerdotes, en hoteles de la ciudad, en otros municipios y hasta en uno de los templos.

Otras de las perturbadoras revelaciones que hace el denunciante es que algunos sacerdotes tenían prácticas de sexo en grupo con menores y adolescentes y uso de alcohol y drogas. La casa cural del barrio Manantial, en Villavicencio, fue por mucho tiempo el sitio de encuentro de sacerdotes con menores y adolescentes.

Hasta el momento no se ha decidido vincular a ningún sacerdote o miembro del clérigo por medio de una orden de captura. La investigación judicial se suma a la que en su momento la iglesia católica anunció que se adelantaría por estos hechos.