El número de personas que corren el riesgo de caer en el peor umbral de la inseguridad alimentaria, el de la hambruna, pasó de los 34 millones proyectados a principios de año a los 41 millones actuales, según un nuevo estudio con el que el Programa Mundial de Alimentos (PMA), quiere llamar la atención de toda la comunidad internacional.
La agencia de la ONU advirtió en líneas generales de una falta de fondos, lo que se ha traducido en recortes de los programas de los que dependen cientos de miles de personas para su supervivencia. El PMA puso el foco en el "futuro de incertidumbre y hambre" de numerosos refugiados, coincidiendo con el Día Mundial de los Refugiados que se conmemora este domingo.
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En la zona este de África, tres cuartas partes de los refugiados han visto recortadas sus raciones alimentarias, en algunos casos a la mitad, y la falta de fondos se repite también en otras zonas, ya que por ejemplo la ayuda a 242.000 sirios en Jordania se verá también reducida si no llega más dinero antes de finales de agosto.
Ange, una congoleña que vive ahora en Ruanda, cuenta que las restricciones de movilidad adoptadas por la pandemia de Covid-19 impidieron que pudiesen abandonar los campamentos. “No podíamos ingresar nada porque todo el trabajo fuera del campamentos se detuvo” y “la situación empeoró cuando la ración de comida se redujo”, añade.
La directora de emergencias del PMA, Margot van der Velden, atribuye estas carencias al "impacto de la Covid-19 en la financiación procedente de los gobiernos donantes", lo que en última instancia perjudica a los más vulnerables. Por este motivo, ha instado a la comunidad internacional a "no dar la espalda a los refugiados cuando más lo necesitan".
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