Una multitud de personas se concentró este domingo en los alrededores de la sede del Festival de Viña del Mar, en Chile, para mostrarse en contra de su celebración en medio de la crisis social que vive el país, y protagonizaron choques con las fuerzas de seguridad que trataron de dispersarlos.

Como es habitual desde que explotaron las movilizaciones contra la desigualdad social en octubre pasado, la policía no tardó en aparecer con vehículos blindados desde los que lanzaron agua a presión y gases lacrimógenos.

Desde distintas zonas aledañas a la ciudad se movilizaron a primera hora de la tarde manifestantes hasta el centro urbano con afiches en los que se podían leer consignas como "Calles con sangre, Viña sin festival" o "Viña 20, cancelado por el pueblo. Sin dignidad, no hay festival".

"Estamos manifestando nuestro total rechazo a una fiesta que es un circo para seguir dándole de comer a unos pocos", dijo Andrés Marambio, gestor cultural y uno de los manifestantes, convencido de que Chile "no está para festivales".

Para Marambio, "Chile despertó" tras el pasado octubre y la ciudadanía se dio cuenta de que "un grupo minoritario de empresarios" está "robándose" el país.

Gritos también de "no hay festival, no hay festival" fueron protagonistas en la movilización, que se fue alargando durante toda la tarde y en la que muchas de las personas optaron por usar mascarillas anti gas lacrimógeno.

Lea además: Afganistán cierra su frontera con Irán tras aumento de casos por coronavirus en ese país

Los enfrentamientos más duros tuvieron lugar frente al mítico Hotel O'Higgins, muy cercano a Quinta Vergara -el recinto donde va a celebrarse el festival- y los manifestantes quemaron autos y barricadas y lanzaron piedras al lobby del hotel.

El hotel, donde se alojan periodistas, público y trabajadores del festival, fue evacuado por seguridad, según dijeron a medios locales desde su administración.

Paula Arriagada, abogada de derechos humanos y también presente en la protesta, recalcó que mediante este festival se quiere dar "una imagen de normalidad" que el país no tiene.

"Hoy Chile está paralizado por completo. Estamos en un estallido social y una crisis profunda que la clase política no ha sabido llevar adelante con éxito, sino que se ha empeñado en reprimir las manifestaciones", reprochó.

Chile vive desde el pasado octubre su crisis más grave desde el fin de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), con una treintena de muertos y miles de heridos, además de graves acusaciones contra las fuerzas de seguridad por violaciones a los derechos humanos.

Lo que en un principio empezó como un llamamiento de los estudiantes a protestar contra el aumento de la tarifa del metro, se convirtió en una revuelta por un modelo económico más justo, que ha dejado además episodios de violencia extrema con saqueos, incendios y destrucción de mobiliario público.