Dos empleados de la embajada rusa en Kabul, la capital de Afganistán, y cuatro afganos murieron el lunes en un ataque suicida cerca de la legación diplomática, el primer ataque contra una misión extranjera desde la vuelta al poder de los talibanes en agosto de 2021.
El atacante se inmoló cerca de la entrada de la sección consular de la embajada.
"Estamos hablando de un atentado terrorista. Es inaceptable", comentó a la prensa el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Afganistán confirmó la muerte de dos empleados de la embajada.
Además cuatro afganos que esperaban para acceder a los servicios consulares también murieron y varios más resultaron heridos, dijo la policía de Kabul.
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Desde que los talibanes regresaron al poder, la violencia en Afganistán disminuyó en gran medida. Pero varios atentados con bomba, algunos dirigidos a comunidades minoritarias, sacudieron el país en los últimos meses, muchos de ellos reivindicados por el grupo yihadista Estado Islámico (EI).
Al igual que con otros ataques recientes, los servicios de seguridad de los talibanes acordonaron rápidamente el área e impidieron que los medios filmaran cerca del lugar.
Ningún grupo reivindicó por el momento el atentado.
El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, dijo que se tomaron medidas inmediatas para reforzar la seguridad en la embajada, situada en una de las calles principales de Kabul que lleva al edificio del parlamento.
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"Debilidad" de los servicios de inteligencia
El ataque pone en entredicho a los líderes talibanes, que durante meses alentaron a los países extranjeros a reabrir sus misiones diplomáticas en Kabul, asegurando que la seguridad estaba garantizada.
Durante la caótica toma del poder por parte de los talibanes el año pasado, la embajada rusa fue una de las pocas que permaneció abierta mientras la mayoría de países cerraron sus legaciones y evacuaron al personal.
El ministerio de Exteriores afgano anunció una investigación y dijo que las autoridades "no permitirán que los enemigos saboteen las relaciones entre ambos países con acciones tan negativas".
Por su parte el analista de seguridad afgano Hekmatullah Hekmat afirmó que el ataque muestra la "debilidad" del gobierno en materia de inteligencia.
"Si no pueden prevenir ataques así en el corazón de Kabul, entonces no pueden brindar seguridad en el campo", dijo a AFP.
La Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Afganistán (UNAMA) condenó el atentado, que "enfatiza la necesidad de que las autoridades de facto tomen medidas para garantizar la seguridad de las personas y las misiones diplomáticas", según un mensaje en Twitter.
El viernes, un atentado suicida en una de las mezquitas más grandes del oeste de Afganistán, en la ciudad de Herat, mató al menos a 18 personas, incluido un influyente imán.
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El clérigo Mujib ur Rahman Ansari, que había pedido decapitar a quienes cometieran incluso el "el más mínimo acto" contra el gobierno, murió en ese ataque.
Se trata del segundo clérigo protalibán que muere en una explosión en menos de un mes, después de que Rahimullah Haqqani falleciera en un ataque suicida en su madrasa de Kabul.
Varias mezquitas en todo el país han sido atacadas este año, algunas en atentados reivindicados por el EI.
El 17 de agosto, al menos 21 personas murieron y decenas resultaron heridas cuando una explosión destruyó una mezquita llena de fieles en Kabul.
El EI atenta principalmente contra comunidades minoritarias, como los chiitas, los sufíes y los sijs.
Aunque el EI es un grupo islamista de confesión sunita, como los talibanes, ambos son rivales y difieren mucho en cuanto a su ideología.
Según el gobierno, el EI ha sido derrotado pero los expertos aseguran que el grupo es el principal reto de seguridad para los nuevos responsables islamistas del país.