Estados Unidos "trabajará" con los talibanes si cumplen sus promesas, dijo este lunes el jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, pocas horas después de la salida de los últimos soldados estadounidenses de Afganistán.
"Cada paso que demos se basará no en lo que diga el gobierno talibán, sino en lo que haga para cumplir sus compromisos", dijo Blinken, enfatizando que deberán "ganarse" cualquier reconocimiento de la comunidad internacional.
"Los talibanes buscan legitimidad y apoyo internacional. Nuestro mensaje es que cualquier legitimidad y apoyo debe ganarse", afirmó el secretario de Estado en una declaración televisada.
Blinken dijo que Estados Unidos suspendió su presencia diplomática en Afganistán y trasladó las operaciones de la embajada a Doha, en Catar, basando la decisión en "el incierto entorno de seguridad y la situación política" en el país.
Esta "nueva misión diplomática" estará dirigida por "un nuevo equipo" liderado por Ian McCary, que era el número dos de la embajada estadounidense en Kabul, indicó.
"Usaremos este puesto en Doha para llevar a cabo nuestra diplomacia con respecto a Afganistán", en particular en términos de asistencia a los estadounidenses que siguen allí, ayuda humanitaria y diálogo con los talibanes, agregó.
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Subrayó sin embargo que Washington seguirá "ayudando" a los ciudadanos estadounidenses que quieran salir del país tras la toma del poder por los talibanes a mediados de agosto, y la retirada final de las tropas de Estados Unidos este lunes.
Blinken dijo que un pequeño número de ciudadanos estadounidenses, "menos de 200" y probablemente más cerca de un centenar, permanecían en Afganistán. Otros 6.000 fueron evacuados desde el inicio de los vuelos de salida el 14 de agosto.
El presidente estadounidense, Joe Biden, había fijado el martes 31 de agosto como fecha límite para retirar todas las fuerzas estadounidenses de Afganistán, poniendo fin al conflicto militar más largo de Estados Unidos.
Washington lideró la ofensiva internacional contra Afganistán hace dos décadas para derrocar al régimen talibán que protegió al líder de Al Qaida, Osama bin Laden, luego de los atentados del 11 de septiembre de 2001 perpetrados por esa red islamista contra Estados Unidos.
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