Según el discurso del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, su orden de bombardear el viernes al comandante de la Fuerza Quds de los Guardianes de la Revolución iraní, Qasem Soleimaní, tenía como propósito “parar una guerra, no comenzarla”.

“No buscamos un cambio de régimen. Sin embargo, las agresiones del régimen iraní en la región, incluido el uso de combatientes para desestabilizar a sus vecinos, debe terminar y debe terminar ahora”, dijo Trump desde su club privado en West Palm Beach, Florida.

Sin ofrecer ninguna prueba, Trump aseguró que Soleimaní estaba planeando “ataques inminentes y siniestros” contra militares y diplomáticos estadounidenses, y agregó que el comandante iraní “había perpetrado actos de terror para desestabilizar Oriente Medio en los últimos 20 años”.

Trump, además, responsabilizó a Soleimaní de la muerte el pasado 27 de diciembre de un contratista estadounidense en un ataque contra una base militar en Irak y aseguró que el comandante iraní también orquestó el asalto a la embajada de EE.UU. en Bagdad, que se produjo en respuesta a bombardeos estadounidenses en Siria e Irak.

Pero, ¿qué explica el conflicto entre estos dos países que ya completan 40 años sin relaciones diplomáticas?

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De amores y odios

Las relaciones entre Estados Unidos e Irán han sido de amores y odios. El odio comenzó en 1953. En ese año la CIA participó, con el Reino Unido, en la Operación Ajax que terminó en un golpe de Estado para derribar al primer gobernante iraní elegido democráticamente: el primer ministro Mohammad Mosaddegh.

Entre otras cosas, Mosaddegh había intentado limitar el control sobre el petróleo iraní por parte de una corporación británica, la Anglo-Iranian Oil Company, lo que motivó, en parte, el golpe de Estado.

Su caída despertó entre los iraníes el rechazo hacia Estados Unidos, un rechazo que se acentuaría unos años después, en 1979, durante la Revolución Islámica en Irán.

La Revolución consistió en protestas y movilizaciones que terminaron en la caída del sah Mohammad Reza Pahleví, quien tenía el apoyo del Reino Unido y Estados Unidos, después de un acuerdo en el que ambas naciones se favorecerían del petróleo iraní.

Irán, no hay que olvidarlo, es la tercera nación con mayores reservas de petróleo en el mundo, con 136.000 millones de barriles. La tensión generada entre los iraníes que exigían el control total del petróleo, y la injerencia de Estados Unidos y el Reino Unido para seguir beneficiándose de este recurso, aumentó la tensión.

Todo se complicó aún más un año después del inicio de la Revolución Islámica, con la llamada Crisis de los Rehenes. Durante 444 días, un grupo de estudiantes iraníes tomó como rehenes a 66 diplomáticos y ciudadanos de EE.UU. en la embajada estadounidense en Teherán, capital de Irán.

Desde entonces, Estados Unidos rompió relaciones diplomáticas y como represalia a la toma de la embajada, ordenó sanciones económicas contra Irán. Entre ellas, se prohibió la importación del petróleo iraní.

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Las sanciones disminuyeron en 2015, cuando se firmó un acuerdo nuclear entre Irán, Rusia, China, Reino Unido, Estados Unidos, Francia y Alemania. El compromiso que asumió Irán fue suspender su programa nuclear – específicamente detener la compra de uranio, requerido para fabricar bombas nucleares - a cambio de una reducción de las sanciones internacionales.

Sin embargo, en 2018, Donald Trump decidió que Estados Unidos se saldría del acuerdo nuclear, por lo que las sanciones volvieron. Entre otras medidas, Trump advirtió que los países que le compraran petróleo a Irán serían sancionados, lo que generó una profunda crisis en la economía iraní. Irán, por su parte, anunció la reactivación de su programa nuclear.

A todo ello se suma la tensión que existe en el Estrecho de Ormuz, un trozo de mar ubicado entre el golfo de Omán y el Pérsico. Por ese estrecho sale el 20% del petróleo del mundo.

En junio de 2019, Estados Unidos acusó a Irán de haber realizado ataques contra barcos petroleros en el Estrecho, a lo que Irán respondió con una amenaza: bloquear el paso de los barcos petroleros.

Desde entonces, la tensión entre ambas naciones se ha mantenido al límite, hasta los bombardeos de este viernes.

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Congreso dividido

El ataque con drones que acabó en Bagdad con la vida de Qasem Soleimani, comandante de la Fuerza Quds de los Guardianes de la Revolución de Irán, dividió todavía más a demócratas y republicanos en las dos cámaras del Congreso, aumentando el recelo mutuo existente entre los congresistas en vísperas del inicio del juicio político contra el presidente Donald Trump.

“La Administración Trump ha llevado a cabo ataques en Irak contra militares de alto nivel, matando al comandante de la Fuerza Quds sin una autorización para el uso de la Fuerza Militar contra Irán. Además, esta acción se llevó a cabo sin consultarlo al Congreso”, criticó la presidenta de la Cámara Baja, la demócrata Nancy Pelosi.

El líder de la minoría demócrata en la misma Cámara, Charles E. Schumer, también se quejó de no haber sido informado, algo a lo que Trump respondía en Twitter: “Tampoco lo fueron los iraníes, y por la misma buena razón”.

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De otro lado la mayoría de representantes republicanos celebraron el ataque y defendieron la decisión tomada por la Administración Trump, como el senador por Carolina del Sur Lindsey Graham, quien en Twitter dijo que se había matado "al hombre más poderoso de Teherán después del Ayatolá”.

Sin embargo, también se tiene temor de las posibles consecuencias del bombardeo. En un comunicado, la demócrata Nancy Pelosi señaló que el ataque “arriesga provocar un peligroso crecimiento de la violencia” y afirmó que “EE.UU. y el mundo no pueden permitirse tener una escalada de la tensión hasta un punto de no retorno”.

Algo muy al hilo de lo expresado por la aspirante a la candidatura presidencial demócrata y senadora por Massachusetts, Elizabeth Warren, quien tuiteó que EE.UU está “al borde de otra guerra en Oriente Medio”.

Un nuevo ataque aéreo tuvo lugar el pasado viernes en Irak, al parecer, contra un comandante de las Fuerzas de Movilización Popular.

Amenaza de Trump

El presidente de EE.UU., Donald Trump, aseguró este sábado que tiene identificados 52 objetivos de Irán para responder “muy rápido” y “muy fuerte” a las eventuales represalias de Teherán por la muerte de Soleimaní.

“Que esto sirva como una advertencia de que si Irán ataca a cualquier estadounidense o activo estadounidense, tenemos identificados 52 sitios iraníes (que representan a los 52 rehenes estadounidenses tomados por Irán hace muchos años), algunos de ellos de muy alto nivel e importantes para Irán y la cultura iraní”, dijo Trump en Twitter.

Por otra parte, este sábado varios proyectiles impactaron en Bagdad y en la base militar de Al Balad, al norte de capital iraquí, donde hay presencia de tropas estadounidenses, sin provocar víctimas. El Gobierno iraquí aseguró en Twitter que varios proyectiles cayeron en un barrio del centro de Bagdad y en la fortificada Zona Verde.