La subsecretaria de Comercio de Estados Unidos, Marisa Lago, aseguró este viernes, 10 de noviembre, que su país apoyará a El Salvador para convertirse en un centro tecnológico que atraiga inversiones.
Estados Unidos trabajará “para hacer realidad las aspiraciones de El Salvador de convertirse en un centro tecnológico regional a través de la búsqueda de un entorno regulatorio digital sólido y la mejora del clima de negocios”, según una declaración suscrita por Lago y la ministra de Economía salvadoreña, María Luisa Hayem.
Durante un diálogo sobre política digital, ambas partes identificaron medios para “mejorar” la cooperación bilateral en materia de “ciberseguridad” a fin de ayudar al sector privado y al gobierno a “asegurar redes y datos importantes”.
“Discutimos las acciones de políticas que son necesarias para poder navegar en este panorama digital que cambia todos los días”, declaró mediante traductor Lago, al cierre de una visita de tres días.
Ambos países esperan trabajar juntos para facilitar “la inversión empresarial” generadora de empleo en El Salvador, agregó.
Lago inició el miércoles en El Salvador una gira por Centroamérica y este viernes viajó a Costa Rica para alentar el comercio y la inversión.
En San José, según un comunicado, tratará con altos funcionarios costarricenses la colaboración en “los sectores de la economía digital, la ciberseguridad y la tecnología sanitaria” y visitará instalaciones de la industria del transporte de carga aérea.
EE. UU., nuevamente al borde de la parálisis presupuestal
Menos de dos meses después de evitar un “cierre” de sus servicios públicos por falta de una nueva ley de presupuesto, Estados Unidos se acerca otra vez a un impasse: el Congreso tiene una semana para alcanzar un acuerdo y evitar la parálisis de la administración federal.
Ninguna de las cámaras del Congreso -ni el Senado controlado por los demócratas, ni la Cámara de Representantes en manos republicanas- ha logrado adoptar una ley presupuestaria, cuando la actual expira en la noche del viernes 17 al sábado 18 de noviembre.
Sin acuerdo, la mayor economía mundial verá a 1,5 millones de funcionarios públicos en desempleo técnico por impago de salarios, el tráfico aéreo se verá perturbado, y los visitantes de parques nacionales no podrán acceder a estos sitios.
El fantasma de un “shutdown”, como se conoce en Estados Unidos a esta parálisis presupuestal, vuelve a acechar.
Costo político
Los legisladores no quieren en general que esta situación, extremadamente impopular, se produzca.
Las últimas negociaciones sobre este asunto, a fines de setiembre, generaron un caos en el Congreso.
Legisladores partidarios del expresidente Donald Trump, furiosos porque el entonces presidente republicano de la cámara baja, Kevin McCarthy, alcanzó un acuerdo de último momento con los demócratas para evitar el “shutdown”, lo destituyeron. Fue la primera vez en la historia que eso ocurría.
Luego les tomó tres semanas a los republicanos definir un nuevo “speaker”, como se conoce al mandamás de la cámara. Durante ese tiempo el Congreso no pudo adoptar ley alguna, y entonces se produjo otra parálisis, esta vez legislativa.
El nuevo presidente de la cámara, Mike Johnson, un desconocido para el público, tiene poca experiencia en las altas esferas republicanas y trata de amoldarse al puesto. Aún no se pronuncia sobre los pasos que pretende dar si busca evitar un cierre de servicios públicos que afectaría a la población.
Deberá negociar con un puñado de partidarios de Trump, adeptos a la ortodoxia fiscal, esto es, muy estrictos en materia de gasto; y también con demócratas que rechazan que la política de gasto público del país sea dictada por escuderos del ex mandatario que busca volver a la Casa Blanca.
“La única forma de evitar una parálisis presupuestal es cooperar entre los dos partidos”, estimó el veterano líder demócrata del Senado, Chuck Schumer, quien pidió a los republicanos “sacar las lecciones del fiasco de hace un mes”.
Es común que este problema se resuelva a último momento. Pero las divisiones en el Congreso son tales, que las tratativas se tornan amargas rápidamente.
La más larga parálisis presupuestal que se recuerda en Estados Unidos tuvo lugar en 2018, durante el gobierno de Trump.
*Con información de AFP.