Rajesh Vishwas es un supervisor de comida que se fue de pícnic con amigos a orillas de un embalse en la población de Kanker, en el centro del país.
En un momento dado, quiso hacerse una selfie, para compartirla con otros amigos en las redes sociales. Lamentablemente, tuvo la mala suerte de que, buscando el mejor ángulo, el teléfono cayó al agua.
Se trataba de un costoso modelo Samsung, por el que había pagado unos 1.200 dólares, es decir, más de 5.5 millones de pesos.
Desesperado, acudió a un grupo de buceadores para que le ayudaran a sacarlo. Pasado un buen rato, los hombres no dieron con el aparato y Rajesh estaba inconsolable.
Tanto, que no tuvo reparo en pagar casi 650 dólares, más de 2.8 millones de pesos, por la inusual tarea de bombear el agua del estanque y así recuperar su celular.
Con paraguas en mano, para protegerse del ardiente sol, el funcionario dirigió los trabajos, que dieron con la extracción de más de cuatro millones de litros de agua del cuerpo de la represa, de acuerdo con un informe de The Times, de Londres.
Al final, obtuvo lo que quería; sacar su celular del agua, pero no “sano y salvo”, pues ya no servía.
La acción del supervisor de comidas no solo fue extravagante, sino que hirió gravemente la sensibilidad de los habitantes del distrito de Chhattisgarth, donde se encuentra el embalse.
Ello debido a que la población padece a diario muchos problemas para proveerse de agua, mientras que él no hizo, sino despilfarrarla en beneficio de su interés personal.
Es tal la escasez del precioso líquido, que las campesinas de la región deben caminar hasta 20 kilómetros todos los días para obtener el agua que utilizan para cocinar los alimentos y beber, señaló también el diario londinense.
Así mismo, el líquido que Vishwas extrajo se ha podido usar en la irrigación de unas 600 hectáreas de tierra, otra necesidad de la zona, que ha experimentado severas sequías recientemente, que se le atribuyen al cambio climático.
A pesar de todas esas consideraciones, lo reportaron también medios locales, Rajesh Vishwas no mostró ningún tipo de remordimiento por desperdiciar de tal forma ese recurso hídrico. Eso sí, sacó a relucir todo tipo de justificaciones.
Primero, contó también el Times, explicó que se empeñó en recuperar el celular porque contenía información gubernamental delicada.
Luego, sencillamente dijo que no había hecho nada malo porque, “cada quien quiere recuperar los que le pertenece”.
Cuando sintió que la presión se iba haciendo cada vez mayor, dado el problema social en que se atravesó, arguyó que el agua no era apta para el consumo humano y que los campesinos no la usaban para regar sus cultivos.
Por último, alegó que tenía permiso para extraer el agua del embalse, lo cual fue desmentido por las autoridades.
Muchos se preguntaron cómo es que un inspector de comidas pudo tener tanta autoridad en un asunto totalmente ajeno a sus labores, como para vaciar un embalse.
La explicación, de acuerdo con The Times, es que en India, los empleados de rangos inferiores, tienden a obedecer las órdenes de funcionarios superiores, sin importar de qué departamento provengan o lo extrañas que sean sus disposiciones.
Por eso, no es raro ver que, al bajarse de sus automóviles, “los altos funcionarios del gobierno se vean rodeados de lacayos que se les hacen reverencias y les satisfacen todos sus caprichos”, señaló el Times.
Finalmente, la conducta de Rajesh Vishwas parece que no quedará impune, pues fue suspendido de su trabajo y multado por el ente rector de la irrigación en India, el cual tildó lo que hizo como “ilegal”, por lo cual todavía quedan pendientes acciones legales en su contra.