En lo inmediato, el demócrata Biden deberá tranquilizar a una nación tensa después de la salida de la Casa Blanca del republicano Donald Trump con un segundo juicio político pendiente, esta vez por el asalto de varios de sus seguidores al Congreso, que dejó cinco muertos.

El nuevo presidente no podrá centrarse, sin embargo, en sanar las heridas políticas. Tendrá también que liderar la lucha contra una pandemia feroz, reparar una economía que se hunde y unir a una ciudadanía profundamente dividida.

Los demócratas esperaban que la victoria de Biden en noviembre permitiera pasar la página de la divisiva presidencia de Trump.

El mandatario republicano no reconoció sin embargo su derrota y, con la ayuda de sus más fervientes partidarios, lanzó acusaciones infundadas sobre un supuesto fraude electoral que culminaron el 6 de enero en la toma del Capitolio, el templo de la democracia estadounidense.

Ante el sombrío panorama, Biden ha estado reiterando el mensaje que dio poco después de las elecciones: la ayuda está en camino.

"La crisis de profundo dolor humano salta a la vista", dijo el jueves desde su feudo de Wilmington, Delaware. "Tenemos que actuar y tenemos que hacerlo ahora".

Pero, ¿puede el hombre que se ha presentado como sanador cumplir sus objetivos en un país donde la ideología de Trump, independientemente de haber perdido la reelección, muestra pocas señales de disminuir?

Rara vez dos candidatos presidenciales fueron tan distintos como en la campaña de 2020, que enfrentó al veterano político Biden, exvicepresidente y exsenador, con el multimillonario empresario Trump, llegado hace cuatro años como un "outsider" a la Oficina Oval.

Mientras que Trump apenas movió un dedo para liderar la lucha contra la pandemia luego de las elecciones, aparte de vanagloriarse de acelerar el desarrollo de las vacunas, Biden prometió un "nuevo capítulo" para la nación.

Ya anunció un plan de rescate de 1,9 billones de dólares para impulsar la primera economía mundial y luchar contra el coronavirus, que incluirá la inyección de 100 millones dosis de vacunas en sus primeros 100 días en el cargo.

Pero el inicio de su mandato se verá probablemente eclipsado por el juicio político de Trump.

La nueva familia de la Casa Blanca 

El presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, y su esposa, Jill, se convertirán en los nuevos residentes de la Casa Blanca cuando el demócrata de 78 años asuma el cargo el miércoles.

Biden ha hecho de su familia un foco importante a lo largo de su carrera, y su campaña presidencial de 2020 los puso completamente en el centro de atención. Algunos miembros causaron controversia, pero otros rompieron barreras.

Aquí hay un vistazo a los miembros de la nueva "primera familia" de Estados Unidos.

La primera dama

Jill Biden, educadora, está lista para transformar su nuevo rol, incluso antes de mudarse a la Casa Blanca.

Mientras que las primeras damas tradicionalmente solo cumplen con deberes ceremoniales, Jill Biden tiene la intención de mantener su trabajo de tiempo completo como profesora de inglés.

Como primera dama, se espera que trabaje en cuestiones de educación y relance "Joining Forces", una misión para movilizar a las familias de militares que ella y Michelle Obama comenzaron en 2011.

Los Biden se conocieron en 1975, pocos años después de que el entonces senador de Delaware enfrentara lo impensable: su joven esposa e hija murieron en un accidente de auto.

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Biden dice regularmente que su segunda esposa "volvió a unir" a su familia.

La pareja se casó en 1977 y ella se convirtió en la "mamá" de sus hijos Hunter y Beau, quienes sobrevivieron al accidente. Tienen una hija en común, Ashley, que nació en 1981.

Mientras criaba a su familia, Jill Biden obtuvo dos maestrías y un doctorado en educación.

Ella apoyó a su esposo a través de sus tres candidaturas presidenciales anteriores y fue una de sus defensoras más vocales y activista incansable durante su carrera más reciente.

Los primeros hijos

Biden ha hablado a menudo sobre cómo su relación con sus hijos lo ayudó a sobrellevar el duelo mientras construía su carrera política, así como cuando se casó con Jill.

Durante años, mientras era senador, viajaba en tren dos horas entre Washington y la casa de la familia en Delaware, para estar allí para Hunter y Beau.

Beau fue visto como heredero de la ética de servicio público y las habilidades políticas de su padre. Sirvió en el ejército en Irak y se convirtió en el fiscal general de Delaware.

Pero murió de cáncer de cerebro en 2015 a los 46 años, menos de dos años después de ser diagnosticado.

Biden se refiere a su difunto hijo a menudo en discursos políticos, y visita regularmente su tumba, así como las de su primera esposa e hija.

El otro hijo de Biden, Hunter, se ha mantenido más lejos del centro de atención. Luchó contra la adicción al alcohol y las drogas, y fue dado de baja de la Reserva Naval en 2014 después de una prueba positiva de cocaína.

Se convirtió en un foco habitual de los ataques de Donald Trump antes de la votación del 3 de noviembre por sus negocios en Ucrania y China.

Hunter, de 50 años, ahora un artista radicado en Los Ángeles, admitió haber mostrado "falta de criterio" en algunos de sus negocios, pero negó haber actuado mal.

Biden, sin embargo, ha sido inquebrantable en el apoyo a su hijo. Durante el debate presidencial final, cuando Trump se burló del uso de cocaína de Hunter, el exvicepresidente simplemente dijo: "Estoy orgulloso de él. Estoy orgulloso de mi hijo".

Las primeras mascotas

Después de que Trump fuera el primer presidente en más de un siglo en no tener un perro, los Biden traerán dos con ellos.

Los pastores alemanes, Champ y Major, así como un gato, cuya raza y nombre aún no se han revelado, se mudarán a la Casa Blanca el 20 de enero.

Champ ha estado con los Biden desde 2008. La familia adoptó a Major en 2018. Según el equipo de Biden, será el primer perro adoptado que vivirá en la Casa Blanca.

Los compañeros caninos aparecieron en uno de los anuncios de campaña de Biden en donde advertían a los votantes que "eligieran sabiamente a sus humanos", destacando clips de Trump burlándose de la idea de una mascota presidencial.

Los dos perros también protagonizaron el mensaje navideño de los Biden.