El presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, ha revelado sus planes para luchar contra el Covid-19 y recuperar la economía de su país, pero su ambiciosa agenda de los primeros 100 días ya se ve ensombrecida por el inminente juicio en el Senado al mandatario saliente, Donald Trump.
Con sus correligionarios demócratas controlando por poco ambas cámaras del Congreso, Biden tiene la oportunidad de aprobar lo que sería el tercer paquete de ayuda masiva para una pandemia.
Pero de lo que está menos interesado en hablar es del próximo juicio a Trump, que introducirá una potencial pesadilla de complicaciones de programación y drama político en un Senado ya tenso.
La pandemia de covid-19 continúa alcanzando nuevos picos, el programa de vacunación está bajo presión y se teme que la recuperación económica pueda desacelerarse. Biden, quien prestará juramento el 20 de enero, sostiene que su plan es atacar todo esto al mismo tiempo para dejar atrás uno de los períodos más oscuros de la historia de Estados Unidos.
Uno de los frentes será un tercer paquete de ayuda masiva por el covid desde que comenzó la pandemia hace un año. Esto puede incluir desembolsos de estímulo más directos, así como nuevos impuestos a los ricos y un aumento del salario mínimo.
El demócrata llega a la Casa Blanca con una ventaja con la que apenas hace unas semanas no contaba: el control total del Congreso.
De entrada, esto le ayudará a obtener con facilidad las confirmaciones de sus designados para formar parte del gabinete.
Pero el nuevo Presidente tendrá que lidiar con un Senado dividido casi en partes iguales que debe ocuparse del ‘impeachment’ de Trump.
Lea también: Lady Gaga y Jennifer López cantarán en la posesión de Joe Biden el próximo 20 de enero
El miércoles, a solo una semana del final de su mandato, el republicano fue acusado de “incitar a la insurrección” por estimular los disturbios que estallaron en el Capitolio de EE. UU. la semana pasada.
En el escenario ideal para los demócratas, el Senado tendría que haber convocado en una sesión de emergencia para realizar un juicio relámpago antes del 20 de enero, que finalmente desembocara en la destitución de Trump. Pero el líder republicano del Senado, Mitch McConnell, rechazó esa idea, diciendo que no había tiempo y que las prisas no permitirían un juicio justo para el Presidente saliente.
A partir del 20 de enero, McConnell perderá su liderazgo, que tomará el líder de la bancada demócrata, Chuck Schumer, quien promete seguir adelante con el juicio.
La declaración de McConnell de que tiene la mente abierta sobre la culpabilidad del Mandatario plantea la posibilidad de que Trump aún pueda terminar siendo condenado por una mayoría de dos tercios en el Senado.
Si es declarado culpable, una segunda mayoría simple de votos sería suficiente para impedir que el magnate inmobiliario intente volver a postularse como Presidente en 2024.
Vea también: Google suspende anuncios políticos por riesgo de violencia en EE.UU.
Pero antes de todo eso, los senadores tendrán que hacer malabares para ver cómo logran juzgar simultáneamente a un expresidente mientras cooperan en una agenda enviada por un nuevo Gobernante.
Biden está tratando de persuadir a la Cámara Alta para que “se bifurque” y se ocupe de los dos temas de manera organizada y eficiente, ocupándose “medio día del juicio político y medio día para que mi gente sea nominada y confirmada en el Senado, además de moverse en el paquete (covid)”.
El miércoles, Biden nuevamente apeló a un acto de malabarismo cuidadoso: “Espero que el liderazgo del Senado encuentre una manera de lidiar con sus responsabilidades constitucionales en el juicio político mientras también trabaja en otros asuntos urgentes de esta nación”, dijo.
Rompen con Trump
A raíz de los sucesos en el Capitolio, en los últimos días cada vez más empresas han asegurado que cortarán sus vínculos económicos con Trump y con sus marcas, lo que tendría un importante impacto en sus compañías.
Deutsche Bank, el banco más utilizado en los últimos años por Trump, decidió que no hará más negocios con él una vez que el magnate devuelva el préstamo de más de 300 millones de dólares que debe a la entidad.
Otras empresas como AT&T, Mastercard, American Express, Cushman & Wakefield, Marriott, Dow, Morgan Stanley o Blue Cross Blue Shield han recortado las contribuciones al Mandatario o a otros miembros de su partido que le han seguido apoyando.
"Peligroso precedente"
El director ejecutivo de Twitter, Jack Dorsey, respaldó el bloqueo de la cuenta en esa red social del presidente de EE .UU., Donald Trump, pero dijo que sienta un precedente “peligroso” y representa un fracaso a la hora de promover una conversación saludable en la plataforma.
”Tener que prohibir una cuenta tiene ramificaciones reales y significativas”, dijo Dorsey en una serie de tuits. “Si bien hay excepciones claras y obvias, creo que una prohibición es un fracaso nuestro en última instancia a la hora de promover una conversación saludable”.
Trump ha utilizado las redes sociales como un megáfono durante su presidencia, pero las plataformas limitaron su acceso desde que una turba violenta de sus partidarios irrumpió en el Capitolio.
Lea además: Twitter bloqueó la cuenta de la vacuna rusa Sputnik V
La red social Parler urgió a un juez de EE.UU. a que ordene a Amazon que le permita estar en línea, luego de eliminarla por no controlar publicaciones que incitan a la violencia.
Enemigo interno
A una semana de que extremistas asaltaran el Capitolio, los policías y militares de todo EE .UU. investigan reportes que indican que algunos integrantes de sus propias filas fueron parte de los incidentes.
Desde Ashli Babbitt, veterana de la Fuerza Aérea, que murió de un disparo cuando intentaba forzar su ingreso a la Cámara de Representantes, hasta reservistas retirados de la misma Fuerza Aérea, oficiales del Ejército y policías desde Seattle hasta Nueva York; han surgido informes de que policías fuera de servicio y exmilitares participaron en los disturbios.
Y estos informes no hicieron más que arrojar luz sobre una amenaza sobre la cual varios expertos han advertido en vano desde hace tiempo: el extremismo y los supremacistas blancos entre las fuerzas de seguridad.
“Hemos descuidado esta amenaza durante diez años. La ignoramos, la minimizamos, optamos por no verla. Este Gobierno de hecho ha mimado a estas personas, los llamó especiales”, dijo Daryl Johnson, exlíder de un equipo antiterrorismo doméstico en el Departamento de Seguridad Interior.