La conservadora Liz Truss prometió sacar al Reino Unido de la "tormenta" económica, al convertirse el martes en la nueva primera ministra británica, poniendo fin a los tres años del controvertido mandato de Boris Johnson.
"Por muy fuerte que sea esta tormenta, sé que el pueblo británico es más fuerte (...). Juntos podemos superar la tormenta", lanzó en un breve discurso frente a la célebre puerta del número 10 de Downing Street, donde minutos antes una lluvia torrencial había amenazado con aguar el acto.
Marcó la economía, la sanidad pública y la crisis energética como sus tres prioridades y aseguró que tomará "acciones esta semana para abordar las facturas de energía", cuya disparada asfixia a los británicos.
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Poco después, Downing Street anunció los primeros nombramientos ministeriales, con personas surgidas de las minorías, pero sobre todo identificadas con sus posturas ultraliberales y conservadoras, en los principales cargos.
La lucha contra la inflación estará en manos del ministro de Finanzas, Kwasi Kwarteng, de 47 años, hijo de inmigrantes de Ghana llegados al Reino Unido en los años 1960.
La cartera de Exteriores recayó en James Cleverly, un firme partidario del Brexit, de 53 años, cuya madre es natural de Sierra Leona.
Y el ministerio del Interior fue confiado a Suella Braverman, una exabogada de 42 años, que tendrá a cargo el sensible expediente de los inmigrantes irregulares que el gobierno quiere expulsar a Ruanda. Sucede en el cargo a la propia Truss.
Audiencia con la reina
Truss, de 47 años, fue designada el lunes vencedora en la elección interna por liderar el Partido Conservador, frente al exministro de Finanzas Rishi Sunak, un multimillonario exbanquero de 42 años, nieto de inmigrantes indios.
El martes fue recibida por la reina Isabel II en el Castillo de Balmoral, residencia real de verano en Escocia, donde le encargó formar gobierno como nueva líder de la mayoría.
Tercera mujer a la cabeza del ejecutivo británico, tras Margaret Thatcher (1979-1990) y Theresa May (2016-2019), Truss representa al ala más derechista del Partido Conservador e hizo campaña con la promesa de bajar impuestos para impulsar una economía británica al borde de la recesión.
El adiós de Johnson
El traspaso de poder suele hacerse en Buckingham, en el centro de Londres, a menos de 10 minutos en coche de Downing Street. Pero este año, debido a los problemas de movilidad de la reina, de 96 años, Truss y su predecesor tuvieron que viajar más de 800 km hasta Escocia.
Johnson presentó allí oficialmente su renuncia como primer ministro, "que su majestad tuvo graciosamente el placer de aceptar", según un comunicado del Palacio de Buckingham.
El controvertido político conservador, de 58 años, obligado a dimitir a principios de julio por sus propios diputados indignados por una multiplicación de escándalos, dejó Downing Street a primera hora de la mañana, con un discurso pronunciado a sus puertas ante una multitud de seguidores y familiares.
Hizo balance de sus tres años de mandato, recordando que logró en 2019 la más importante mayoría conservadora desde 1987, con la promesa de realizar un Brexit que parecía imposible tras años de caos político.
Desde "la más rápida distribución en Europa de vacunas" contra el covid-19, hasta la "temprana entrega de armas a las fuerzas ucranianas" contra la invasión rusa, pasando por "un desempleo en mínimos nunca vistos desde que tenía 10 años", repasó sus logros.
"Soy como uno de esos cohetes impulsores que ha cumplido su función y ahora volveré a entrar suavemente en la atmósfera" y "ofreceré a este gobierno solo mi apoyo más ferviente", aseguró.
Principal reto, la carestía
El miércoles Truss presidirá su primer consejo de ministros y deberá enfrentarse en la Cámara de los Comunes al líder de la oposición, el laborista Keir Starmer, que el lunes la acusó de "no estar del lado de la gente trabajadora", asfixiada por una inflación de más del 10%.
Los hogares británicos harán frente a partir de octubre a un aumento del tope tarifario del 80% en las facturas de gas y electricidad y muchas empresas e instituciones, incluidos hospitales y escuelas, advirtieron que tendrán que hacer recortes o incluso cerrar ante la imposibilidad de pagar.
Elegida en una votación abierta solo a los 172.000 afiliados del Partido Conservador, en un país de 67 millones de habitantes, los sondeos mostraron que buena parte de los británicos no confía en la capacidad de Truss para superar la crisis.