Sentados sobre dos burros, con unas canecas para traer agua, ropa ligera para soportar el fuerte clima y, de fondo, unas casas de choza que al parecer es lo único que les queda de una cruenta guerra de cuatro años en Yemen. 

Esa es la triste imagen que esta semana se ha convertido en la bandera para que el mundo conozca del horroroso conflicto en oriente medio. 

Los protagonistas son tres niños, uno de ellos con la camiseta de la Selección Colombia. La imagen fue compartida por las Naciones Unidas con el siguiente mensaje: 

"Los niños usan burros para ayudarles a buscar agua en el distrito de Abs de Hajjah en #Yemen. Nuestros colegas de la Agencia de Refugiados #UnitedNations (ACNUR) están construyendo 3.200 refugios de transición en Abs para miles de personas que huyen de condiciones de vida extremas en otros lugares. Los refugios son 'refugios ecológicos', diseñados y construidos con la ayuda de los yemeníes desplazados utilizando métodos y materiales de construcción tradicionales". 

Y es que, en palabras de la ONU, la guerra en Yemen comenzó a finales de 2014, cuando los hutíes se hicieron con el control de Saná, y se generalizó en marzo de 2015 con la intervención de una coalición árabe, que ha provocado la crisis humanitaria más grave del mundo. 

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Un sinnúmero de muertos, otros desplazados, unos más mutilados y medio país en jaque, según cuentas de esa organización. 

La ONU también ha destacado que Yemen es uno de los países árabes más pobres del mundo y que los continuos combates han dejado al país al borde de una hambruna devastadora que podría afectar a hasta 14 millones de yemeníes.

... Pero, ¿cómo inició la guerra? 

Indirectamente, la guerra en Yemén tuvo sus inicios en la Primavera Árabe de 2011, cuando un levantamiento social derrocó al presidente Ali Abdullah Saleh. 

El control lo asumió el entonces vicepresidente Abdrabbuh Mansour Hadi.

El movimiento hutí se aprovechó de la debilidad del nuevo presidente para tomar el control de la norteña provincia de Saada y zonas cercanas. Incluso se tomaron la capital Saná y forzaron la salida de Hadi. 

El conflicto pasó a otro nivel en marzo de 2015, cuando Arabia Saudita y otros ocho países árabes, mayoritariamente sunitas y apoyados por Estados Unidos, Reino Unido y Francia, lanzaron ataques aéreos contra los hutíes con el objetivo declarado de restaurar el gobierno de Hadi.

Desde ese momento, en Yemen todo es tiroteos, bombardeos, asesinatos, desplazamientos, mutilaciones y caos. 

Se estima que son miles los niños que han quedados huérfanos y que, como los de la foto, viven en campamentos improvisados amparados en padres sustitutos u organizaciones como la ONU. 

Mueren de hambre

La población del Yemen se muere de hambre y la situación humanitaria en el país acelera su deterioro, mientras el Gobierno y los rebeldes hutíes se han sentado a la mesa de diálogo por primera vez en dos años por la presión de la comunidad internacional.

Los hutíes, aliados de Irán, y el Gobierno yemení, respaldado por una coalición de países árabes capitaneada por el príncipe saudí Mohamed bin Salman, iniciaron el pasado 6 de diciembre una ronda de contactos de paz en Suecia, que la ONU espera que pueda conducir a una futura solución al conflicto, desatado a finales de 2014.

Mientras no se concreta una solución al conflicto, que está estancado en el frente de batalla, la situación humanitaria sigue deteriorándose rápidamente en el país, que está sumido en la hambruna más grave del mundo.

Cerca de 17,8 millones de personas se encuentran en situación de inseguridad alimentaria, lo que supone un incremento del 24 % con respecto a 2017, según cálculos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Unos 400.000 niños de hasta cinco años de edad padecen malnutrición aguda y el 10 % de ellos está en riesgo inminente de morir por complicaciones médicas, según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Los combates y bombardeos han causado directamente al menos 10.000 muertes desde que comenzó la guerra, pero, según apunta la OMS, la cifra de víctimas se dispara si se contabilizan los miles de fallecidos a consecuencia de enfermedades que normalmente son tratables, pero que se han agravado por el hambre.

En Yemen la hambruna amenaza, mientras las balas y los artefactos bélicos ganan más poder. Las potencias le apuestan todo al conflicto, entretanto la población sobrevive en condiciones paupérrimas a la espera de la negociación que les lleve -más allá de una camiseta de la Selección Colombia- la anhelada paz.