El padre Darío Escobar tiene 88 años y es uno de los últimos ermitaños del mundo. Ya cumplió más de 23 años aislado en una montaña al norte del Líbano, en una cueva en el remoto valle de Qadisha, donde lleva una vida solitaria y austera.

La curiosa historia de este sacerdote fue recordada por Sergui Unuane, quien a través de su canal en Youtube ‘Los Viajes de Walliver’, visitó al ermitaño y le hizo una entrevista para conocer su experiencia al aislarse del mundo.

“Aquí (en el Líbano) llevó ya 33 años, aquí ya llevó casi 2 años en este ermitorio, es una casa enorme con cuatro cuartos, con chimenea, con todas las comodidades, esto no es un ermitorio, no es para un ermitaño pero tuve que venir obligado por que ya a mis años son 88 y medio y tu con 19, porque la gente del pueblo me robaba mi turno de agua, entonces tuve que venirme para acá”, dijo el sacerdote en la entrevista.

El colombiano Dario Escobar lee un libro dentro de su oficina en el valle de Qadisha, en el norte del Líbano, el 16 de octubre de 2009. | Foto: AFP or licensors

Contó que su vida cotidiana está repartida en pocos hábitos, 14 horas las dedica a rezar, tres horas para cultivar su huerto, dos a la lectura de libros místicos y cinco a dormir, lo cual hace de 7:00 p. m. a 12:00 p. m., pues reveló, que considera que la madrugada es el mejor momento para concentrarse a orar.

“A las 12:00 p. m. es la bellísima oración de la litúrgica”, dijo el padre. “Oración por todas las necesidades, por los enfermos, por todas las calamidades y aquí tiene mucha devoción el ermitaño porque esto es una tierra de ermitaños, aquí siempre ha habido ermitaño en el Líbano, ahora no hay, pero antes había muchos, porque solamente en el Líbano hay ermitaños”, añadió.

Una piedra a modo de almohada, una placa de madera y una fina colchoneta como cama, una cruz, una vela y un despertador componen el mobiliario de su minúsculo “dormitorio”. Su alimentación es vegetariana, ya que está basada en lo que él mismo cultiva en su huerto.

El colombiano Dario Escobar se encuentra dentro de su espacio para dormir en el valle de Qadisha en el norte del Líbano el 16 de octubre de 2009. | Foto: AFP or licensors

“Uno aquí no se siente solo, siempre ocupado y siempre contento”, dijo Escobar.

Escobar reveló que su aislamiento con el mundo es total, pues no tiene ni radio, ni televisión en su hogar, por lo que se ha enterado de las noticias más relevantes debido a que los feligreses que lo visitan le cuentan. Lo que sí extraña y ha sido uno de los grandes sacrificios de su aislamiento es el fútbol, pues se considera fanático de este deporte, sin embargo no ha podido ver ningún mundial en más de 30 años.

“Aquí no hay noción del mundo, no hay teléfono, ni radio, ni televisión, las noticias que conozco son porque las personas me las cuentan, soy un enamorado del fútbol y todos los mundiales me los he perdido aquí, me entero de los resultados porque las personas me los cuentan”, contó en la entrevista.

El colombiano Darío Escobar se encuentra a la entrada de su ermita en Hawka, en el valle de Qadisha, en el norte del Líbano, el 16 de octubre de 2009. | Foto: AFP or licensors

Y añadió que en el Líbano existe la creencia de que los ermitaños conocen el futuro. “En Líbano están convencidos de que el ermitaño sabe el futuro y vienen a preguntarme por el futuro y por las cosas, y aquí viene de ves en cuando gente y toca la puerta, un día vino una señora y me pregunto ¿padre yo estoy embarazada o no?”.

“El don de discernimiento de espíritu Dios lo da de vez en cuando a alguien, pero uno no sabe si lo tiene y tal vez un día dije una cosa por charlar, por molestar y resulto cierta, una señora regó el cuento de que yo tenía el don de bilocación y yo me presenté a su casa y que le dije -no tengas cuidado, pídele a San Chárbel un hijo y te lo va a dar- si hay bilocación uno se da cuenta pero me sacan cuentos e historias raras que uno no hace”, relató en la entrevista.

Con un contacto casi nulo con el mundo exterior, este colombiano, nacido en Medellín, vive en la pobreza absoluta, sin embargo, en una entrevista que había dado anteriormente a la AFP, Escobar afirmó haber alcanzado una paz interior a la que nunca renunciaría. Sus únicos vínculos con la sociedad son monjes y algunos colombianos que acuden a él en búsqueda de oraciones y una guía espiritual para sus vidas.