Los perros de raza corgi de la reina Isabel II fueron los más leales sirvientes de la monarquía, proporcionando compañía doméstica a la soberana durante casi un siglo, hasta su muerte este jueves. La reina y sus corgis están tan ligados en el imaginario de los británicos como el té y los pasteles, y dieron a conocer al mundo esta raza pequeña de patas cortas originaria de Gales, que ahora vive un renacer tras haber estado amenazada.
Los pequeños perros color arena con orejas puntiagudas tuvieron una presencia permanente en la corte de Isabel II, a la que seguían por cada habitación del Palacio de Buckingham, además de aparecer en fotos y retratos oficiales.
Incluso se ganaron un papel en el vídeo que la reina protagonizó junto al actor Daniel Craig, interpretando a James Bond, para la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Londres de 2012.
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La reina dejó de criar corgis al cumplir 90 años para no dejarlos huérfanos tras su muerte. El fallecimiento en 2018 de Willow, el último de los corgis que había domesticado ella misma, acabó con la dinastía. Pero en febrero de 2021 su hijo Andrés le regaló dos pequeños dorgis -un cruce de dachshund y corgi-, Muick y Fergus, para animarla durante la hospitalización de su esposo, el príncipe Felipe, que falleció poco después, el 9 de abril. Isabel II había encontrado consuelo paseándolos por los terrenos del Castillo de Windsor, pero Fergus murió inesperadamente en mayo de aquel año. La reina quería tanto a sus corgis que supervisaba personalmente su dieta diaria, según el libro “Pets by Royal Appointment” de Brian Hoey, que hace un repaso a las mascotas de la realeza británica desde el siglo XVI. Un lacayo preparaba la cena de los perros, consistente en un filete y una pechuga de pollo, que se servía todos los días a las 17h00 en punto. La propia reina se convertía en sirvienta cuando regaba el festín con salsa.
En su libro, Hoey sugiere que la monarca prefería la compañía de los animales a la de los humanos. La realeza "desconfía de casi de todos aquellos ajenos a su propia familia, así que las únicas criaturas en las que realmente confían no son de especie humana", afirmaba. Pero no todos en el palacio de Buckingham tenían el mismo entusiasmo. Se dice que el príncipe Felipe era reacio a estos animales de andares de pato porque ladraban mucho, según Hoey.
La reina crió a decenas de corgis en vida y algunos de ellos fueron una fuente de dolor. Uno de sus favoritos, Pharos, tuvo que ser sacrificado tras ser violentamente atacado por Florence, el bull terrier inglés de su hija, la princesa Ana, en 2003. Amenazada de extinción en 2014, cuando solo se registraron 274 ejemplares, la raza vivió un renacer cuando años después la productora de televisión Netflix los retrató junto a Isabel II en la exitosa serie "The Crown", que narra su reinado. Como resultado, los corgis volvieron a estar de moda. Desde que se emitió la primera temporada en 2017, las inscripciones de cachorros de corgis no dejaron de aumentar y casi se duplicaron entre 2017 y 2020, según el Kennel club, la mayor organización británica dedicada a la salud de los perros, que en 2018 consiguió sacarlos de la lista de razas caninas en peligro de extinción.